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El blog de Espop Ediciones

lunes 19 de abril de 2010

Christa Faust: Respeto por la tradición

Aunque ya le hice una entrevista a Christa Faust para el dossier de prensa de A la cara (podéis descargarlo aquí si aún no la habéis leído) quería colgar algo más sobre ella en el blog. Así que para no repetirme he preferido traducir algunos fragmentos de otra entrevista bastante más extensa que le hizo Rob Hart para The Cult, la página web de Chuck Palahniuk. Espero que os gusten y, como siempre, si os quedáis con ganas de más, os invito a que leáis la entrevista íntegra en su versión original.

Rob Hart: A la cara está protagonizada por una estrella del porno y tú has trabajado como dominatrix y como chica de cabina en un peepshow de Times Square. ¿Hasta qué punto te has inspirado en tu pasado y cómo te has documentado para el libro?
Christa Faust: Yo nunca he hecho porno, pero sí que he grabado muchos vídeos de fetichismo, y bastantes de las mujeres y de los hombres con los que trabajé en aquellos vídeos han hecho cosas más fuertes. Mientras me documentaba para A la cara me pasé por varios estudios y hablé con gente situada en todos los niveles del cine para adultos, de productores a directores, pasando, cómo no, por los actores. Bueno, más que hablar les escuché. Olvídate de la puñetera Internet; para un escritor, la mejor manera de documentarse es sencillamente escuchando. Si eres respetuoso y estás dispuesto a prestar atención, puedes conseguir que prácticamente cualquiera te cuente básicamente cualquier cosa.
RH: El negocio del sexo en A la cara está lleno de ángeles y demonios. ¿Cuál es tu visión de la industria del porno? ¿Esperabas poder contar algo en particular con este libro?

CF: Lo que más me interesaba era transmitir que la industria del cine para adultos es un negocio como cualquier otro, donde hay tipos buenos y malos y un montón de gente entre medias. Hay muchos libros y películas que retratan el porno como lo más bajo en lo que puede caer una mujer, y que presentan a todas las actrices como víctimas patéticas y drogadictas a las que hay que rescatar de su mugriento y atroz destino. De ahí que quisiera escribir sobre una mujer que ha alcanzado cierto nivel de éxito y de satisfacción dentro de la profesión que ha escogido. Por otra parte, tampoco quería que pareciese que endulzaba las partes feas. Sólo quería contar las cosas como son. Quería crear una protagonista compleja y creíble y rodearla de personajes que fuesen tan reales como ella, personajes que me recordasen a la gente real que he conocido en la industria.
RH: ¿Cómo crees que ha cambiado el género negro desde los tiempos de Chandler y Hammett y cómo te mantienes fiel a los cánones al tiempo que lo pones al día para el público moderno?
CF: Bueno, superficialmente podría parecer que la gran diferencia está en los niveles de violencia y en el sexo explícito, pero no creo que eso sea del todo correcto. En su momento, los escritores que publicaban en Black Mask fueron considerados extremadamente groseros y vulgares, indecentemente violentos y desvergonzadamente obscenos. Sus historias contenían escenas realistas protagonizadas por delincuentes y miembros del hampa que se expresaban con el lenguaje crudo de la calle. A menudo los héroes eran prácticamente indistinguibles de los villanos y los autores defendían sus historias diciendo que eran mucho más sinceras y realistas que los relatos policíacos tradicionales, más suaves y amables. Aunque los criterios de la sociedad sobre lo que es “escandalosamente violento” han cambiado mucho desde entonces, por lo general el noir contemporáneo sigue estando más o menos por encima de la norma aceptable, y los autores de género negro actuales emplean el mismo argumento: que la violencia, el sexo y el lenguaje vulgar de sus libros es simplemente un retrato realista del mundo que nos rodea. Creo que tienen tanta razón como la tuvieron sus predecesores.
En cuanto a lo de poner al día el género para los lectores modernos, creo que una debe partir del cariño y de un respeto genuinos hacia lo que hubo antes. No me gustan las novelas escritas en tono irónico que utilizan los tópicos del género con vocación camp a la vez que pretenden alzarse por encima de ellos con una actitud conscientemente distanciada, metalinguística y de listillo. Prefiero que me cuenten una historia clásica de traición y desesperación en un entorno moderno, poblada por personajes complejos y fallidos con los que los lectores de ahora puedan identificarse.

RH: ¿Hay alguna “regla del género” que hayas intentado conservar al escribir el libro?
CF: No conscientemente. Sin embargo, te diría que A la cara es más hardboiled que género negro. Y eso fue una decisión consciente. No quería lanzar a mis personajes por el desagüe emocional de la tradicional caída en desgracia propia del género negro. Por mi parte veo a Angel Dare como una versión femenina y más compleja del típico protagonista de hardboiled: un tipo solitario y duro que no se ve limitado por la moral tradicional a la hora de caminar por el sucio mundo del hampa, clavando allí su bandera y venciendo al final. Más como Mike Hammer o Sam Spade que como, por ejemplo, Walter Huff, el protagonista del clásico del género negro Perdición, de James M. Cain, o que como cualquiera de los personajes ignorantes y sexualmente frustrados de Day Keene. Desde luego, nunca pensé en Angel como en una mujer fatal. Creo que muchos críticos modernos usan ese término para referirse a cualquier mujer dura y sexy en una novela o una película del género, pero una mujer fatal tradicional es una villana, una tentadora amoral que utiliza su sexualidad para esclavizar y manipular a hombres incautos. La mujer fatal es el miedo masculino a la sexualidad femenina y eso no tiene nada que ver con mi libro. Angel no es una villana intrigante, es una heroína.
RH: ¿Qué te atrae del género negro? ¿Puedes decirnos tus autores o libros favoritos del género?
CF: No me dediqué a leer género negro en serio hasta los treinta y tantos. Cuando era joven me gustaba más el splatterpunk. Y el terror erótico. Pero cuando crucé esa barrera en la que pasas a ser demasiado mayor como para que los chavales se fíen de ti, empecé a interesarme por libros protagonizados por personajes de más edad y con temas más maduros. Historias realistas, crudas, que exploran la parte más oscura, sombría y fea de la naturaleza humana sin esconderse tras la metáfora de los monstruos. No me malinterpretes, sigo leyendo terror de vez en cuando y también me gustan las cosas divertidas, escritores más ligeros, pulp y enérgicos, como Richard S. Prather. Algunos de mis autores favoritos de la vieja escuela, además de Prather, son Richard Stark, Day Keene y Chester Himes. Entre los actuales, mis favoritos son Megan Abbott y Ray Banks.

Rob Hart: Háblanos un poco de ti misma… Cómo y dónde creciste y si has tenido alguna educación formal o experiencia como escritora.
Christa Faust: Crecí en Nueva York, de padres divorciados, divididos entre la Cocina del Infierno y el Bronx, y llevo inventándome historias desde que tengo memoria. Di un par de asignaturas de escritura en la universidad, pero sinceramente no creo que me dejaran ningún poso. Para mí, la auténtica escuela de escritura fueron las novelizaciones. Eso sí que es aprender a nadar directamente donde cubre. Te puedes pasar a vida asistiendo a clases y talleres de escritura, retocando y puliendo tu gran novela americana que nadie leerá nunca… o puedes machacar 95.000 palabras durante seis semanas sin dormir y curtirte como profesional. Fue la mejor educación que he recibido.
RH: ¿Cómo entraste en la industria? ¿Puedes hablarnos un poco del camino que seguiste?
CF: No fue tanto un camino como que caí de culo sin ni siquiera pensarlo. Un amigo me sugirió que presentase una de mis historias para una antología de terror que buscaba cosas atrevidas. Lo hice y la aceptaron. Después de aquello empezaron a invitarme para otras antologías. Vendí mi primera novela sin demasiadas complicaciones y acabé colaborando con Poppy Z. Brite en una novela basada en nuestra historia Triads. Me invitaron a trabajar para Black Flame escribiendo novelizaciones y continuaciones. Me invitaron a que presentase algo para Hard Case Crime. Tras intercambiar varias cartas [con el autor y también agente Allan Guthrie] acerca de una de sus novelas, pulp de época y otros intereses comunes, me preguntó si quería que me representase. Prácticamente cada paso que he dado me lo han pedido otros en lugar de iniciarlos yo, pero no lo hice a propósito. Así que cuando la gente me pregunta cómo conseguí que me publicasen, nunca sé qué decir. La verdad es que no lo sé. Supongo que lo mejor es escribir a todas horas y mejorar todo lo que puedas, mejorar para estar preparada cuando te llegue la oportunidad.


RH: Has escrito varias novelas basadas en películas. ¿Cómo te las planteas comparadas con un libro propio? ¿Te dejan ver la película y luego la escribes? ¿Te dejan tomarte libertades? ¿Vas a los rodajes?
CF: El libro y la película tienen que aparecer al mismo tiempo, así que normalmente entrego mi manuscrito antes de que hayan empezado siquiera a rodar o a veces incluso antes de que hayan escogido al reparto. Lo único que tengo es un borrador de un guión, a menudo ni siquiera el borrador final. Si lees mi novelización de Destino Final 3, verás que tiene un desenlace muy distinto al de la película, porque el director cambió la escena final en el último momento, mucho después de que el libro estuviese entregado. Por otra parte, a los escritores no se nos permite hacer ningún cambio propio. Podemos añadir más material de fondo y elaborar los personajes (de hecho, tenemos que hacerlo porque cuando hinchas un guión de apenas 120 páginas para convertirlo en un manuscrito de 400, necesitas todas las palabras extras que se te ocurran), pero no podemos cambiar la historia ni las características básicas de los personajes. Por ejemplo, no podía convertir al personaje de Sam Jackson en Serpientes en el avión en una abuela judía, pero puedo darle al personaje de un agente negro del F.B.I. malhablado un poco más de profundidad e historia.
RH: Háblanos de tu entorno de trabajo. ¿Sigues algún ritual? ¿Tienes un proceso fijo para escribir y corregir? ¿Puedes hablarnos del proceso de escribir A la cara?
CF: Mi entorno de trabajo no es precisamente el ideal, dado que vivo en una casita diminuta y no tengo un estudio aparte donde trabajar, solo una mesa en un rincón del salón. Sin embargo vivo sola, así que tampoco está tan mal. Yo diría que desde luego no soy una escritora de cafetería y nunca entenderé cómo puede trabajar la gente en un lugar público, rodeada de conversaciones irritantes e inanes y distracciones constantes. Me gusta la intimidad. Cuando era más joven solía ponerme a escribir de cualquier manera, pero desde que empecé a escribir las novelizaciones, el proceso se ha vuelto mucho más estructurado. Los encargos incluyen una serie de sinopsis, diseños de personajes y estructuras de capítulos y aunque luego no soy tan detallista en mis proyectos personales, sí me gusta escribir escenas en post-its y jugar con ellas, cambiando las cosas. Siempre empiezo por la escena inicial. En A la cara era Angel en el maletero y luego tuve que imaginarme cómo había llegado hasta allí y cómo sacarla de allí. Normalmente tengo una idea bastante concreta del argumento completo antes de empezar a escribir nada, pero casi siempre las cosas van cambiando por el camino.


RH: ¿Qué más haces aparte de escribir? ¿O eres de las pocas afortunadas que pueden vivir sólo de ello?
CF: Vivo (a duras penas) de escribir, pero no sé la suerte que tengo. Creo que preferiría ser rica con un trabajo aburrido, lo que pasa es que no sé hacer ninguna otra cosa. Aún hago de vez en cuando alguna sesión de dominatrix, sobre todo para fetichistas de los pies. Cuando tengo tiempo para aficiones, colecciono zapatos y novelas vintage. Me encanta la buena comida. Me gusta cocinar y comer fuera cuando puedo permitírmelo. Me encanta el cine negro e intento ver mis películas favoritas en cine tan a menudo como sea posible. Sobre todo me gusta quedarme en casa con mis bestias negras y blancas (dos Boston terriers y dos gatos persas). En realidad, mi vida no es nada glamurosa.
RH: ¿Qué consejos darías a los aspirantes a escritores? ¿Hay algo que hayas aprendido o algún error que le dirías a la gente que no cometiese?
CF: No puedo decirte cómo conseguir que te publiquen, pero sí puedo decirte cómo conseguir que no te publiquen. Nunca pagues a nadie para que te represente o publique tu libro. Un agente literario honrado se llevará un pequeño porcentaje de lo que ganes (normalmente un 15%) después de haberte conseguido un trato, nunca antes. Un editor legítimo te pagará por tener el derecho a publicar tu trabajo, no al revés. Y punto. Internet está llena de trileros que se aprovechan de los desesperados y los ingenuos, así que ojo avizor y nunca temáis hacer preguntas y comprobar referencias. Ningún agente ni editor auténticos se sentirán ofendidos si comprobáis sus credenciales, porque no deberían tener nada que ocultar. Sed listos y que no os timen. Mi otro único consejo sería éste: No insistas a la hora de vender un libro que nadie quiere, sin importar lo genial que tú creas que es. Si no lo compran, déjalo y escribe otra cosa. Y después otra más. No digo que te rindas después de uno o dos rechazos, pero si, digamos, diez agentes y/o editores (cuya reputación has comprobado cuidadosamente y que además sepas que tienen interés en el tipo de libros que tú estás vendiendo) han pasado olímpicamente de tu proyecto, es hora de pasar a otra cosa. Creo que demasiados aspirantes a escritores se quedan colgados de una única y preciosa obra maestra durante años y años. Mi consejo es: si no se vende, olvídala y escribe otra cosa.

Todas las fotos, extraídas del flickr de Christa Faust.

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6 comentarios

  1. Gracias, Dani. Por desgracia hasta ahora todas las comunicaciones con la autora han sido sólo por correo electrónico. ¡Pero indudablemente es una mujer de lo más pizpireta!
    Un saludo.

  2. querido Óscar,felicitaciones por las entrevistas y por darme a conocer a Christa. Ya te conocía de tus traducciones en Valdemar y ésta columna que llevas es muy interesante. Me ha encantado el pequeño fragmento de «A la cara» que hay disponible…por otra parte, ¿le hiciste la entrevista cara a cara? Me parece una mujer tremendamente atractiva, especialmente en esa foto de la contraportada en la que hace una mueca traviesa.
    Te deseo mucha suerte en tu nueva aventura editorial
    Dani

  3. Como suele decir la propia Christa Faust, Angel Dare es «como un Mike Hammer con tetas», por lo que estoy seguro de que recibiría con alegría tu comentario. Me alegro de que te esté gustando.
    Un saludo.

  4. Estoy leyéndome ahora mismo «A la cara» y me está pareciendo muy, muy buena. es como una, más sofisticada, novela de Spillane.

  5. […] bastante alejada de las que triunfan hoy en día en este segmento temático, y A la cara, de Christa Faust, un hardboiled adaptado a los tiempos modernos. Encargué ambos libros en mi último pedido a […]

  6. […] primero es su escenario. Christa Faust ha situado toda la historia alrededor de la industria del porno, pero no de una manera impostada, […]

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