Diseño poético, portada cruel
Uno de los mayores placeres, para nosotros, en el proceso de realización de los libros de la colección Valdemar/Es Pop, ha sido desde el principio el contacto y la colaboración con ilustradores a los que seguimos y admiramos. Para la portada de Poesía cruel quisimos contar con Abel Cuevas, uno de los artistas más activos y creativos de cuantos trabajan ahora en la menguada escena del cartelismo musical español, ya que nos parecía que podía darle una vuelta de tuerca muy interesante a los típicos tópicos asociados con el género negro.
Pensando precisamente en que antes o después acabaría escribiendo para el blog una entrada detallando el proceso de creación de esta portada, Manuel Bartual y yo nos plantamos a mediados de junio en el estudio de Abel para grabar la entrevista en vídeo que podéis ver arriba del todo. En ella, Abel nos habla de su carrera como ilustrador, de las diferencias entre el cartelismo y otros trabajos de ilustración y de los retos presentados por Poesía cruel en concreto. Si aún no lo habéis visto, os recomiendo echarle un vistazo antes de seguir bajando.
Entrando ya en materia, lo que estáis viendo sobre estas líneas son algunos de los primeros bocetos a lápiz realizados por Abel y algunas pruebas de color y composición; muy básicas, sí, pero que dan buena idea de algunas de las imágenes que comenzamos barajando para la portada. La ilustración a lápiz de la derecha es una de mis favoritas de todo el proceso y ha acabado convirtiéndose, al menos en mi cabeza, en la imagen que sirvió para «anclar» todo el conjunto.
Como podéis ver, el elemento de la serpiente es el más recurrente de todos (si habéis leído el adelanto de la novela ya sabéis por qué). También la idea de Abel de convertir a la protagonista en una especie de Medusa, algo de lo más apropiado teniendo en cuenta que Vicki Hendricks se apodera en Poesía cruel del típico concepto de mujer fatal para convertirlo en algo completamente nuevo, más inocente y fresco, pero no por ello menos letal.
No queríamos, en cualquier caso, olvidarnos de que la relación entre Renata y Jules es el eje sobre el que gira toda la novela, por lo que decidimos que había que jugar un poco tanto con los elementos que acercan a ambas mujeres como con los que las diferencian, creando un juego de reflejos alternos que, nos parece, se acerca más aún al espíritu de la novela.
Personalmente, me parecía importante darle a cada personaje su propio espacio y evitar la tentación de meter a ambas protagonistas en la misma imagen, para que el concepto no acabase resultando demasiado similar al de Reina del crimen, el anterior título publicado en esta misma colección, que también versa sobre la estrecha relación entre dos mujeres. A partir de ahí, la decisión de utilizar la portada y la contra como espacios contrapuestos resultaba la más natural.
Teniendo en cuenta que ya el simple hecho de presentar a Renata y a Jules como las dos caras de una misma moneda reforzaba de sobra la relación dual y complementaria entre ambos personajes, pasamos a ahondar en las diferencias: las curvas de Renata frente a los rasgos más angulosos y duros de Jules. La figura frágil de esta última, antecedida por el filo cortante y nada disimulado de las tijeras (como corresponde a un personaje que muestra continuamente sus emociones a flor de piel), en oposición a la silueta rotunda y atrayente de Renata, que sin embargo resulta mucho más peligrosa por todo lo que oculta.
El momento decisivo y en el que todo acabó encajando definitivamente fue cuando optamos por rellenar la silueta de Renata de negro, como si la estuviéramos viendo a contraluz, recortada frente al abrasador sol de Florida. Día y calor en la portada, noche y frescor en la contra. Ardor/frialdad. Provocación/represión. Deseo/peligro. Un enfrentamiento de conceptos tan manido que casi da vergüenza verbalizarlo, pero no por ello menos eficaz. Los clichés acaban siendo clichés por algo.
Como buen cartelista, Abel quiso crear también una rotulación manual que encajase bien con la ilustración. Una vez rematadas ambas fuentes, la del título y la del nombre de la autora, y una vez seleccionados los colores definitivos para la portada y la contra (más agresivos y chillones que los de las primeras pruebas; después de todo, estamos hablando de Miami) ya sólo quedaba integrar el resto de elementos necesarios para completar la cubierta: textos, códigos de barras, reseñas y demás irritaciones menores. El resultado final, lo tenéis bajo estas líneas. Esperamos que os guste.