Cultura Impopular

El blog de Espop Ediciones

miércoles 30 de diciembre de 2009

Schulz encarcelado


Una tira navideña de Peanuts incluida en Schulz, Carlitos y Snoopy.

Descubrir Peanuts de adulto es una suerte, una experiencia que permite comprobar hasta qué punto la atmósfera corrosiva de la aldea global de McLuhan podía corromper completamente una creación hasta convertirla en merchandising puro que se fagocita a sí mismo hasta hacerse irreconocible.
Y más suerte todavía es disponer de la biografía de Schulz escrita por David Michaelis, un repaso a la vida del creador de una exhaustividad increíble (sólo superada por la de Milton Caniff escrita por R.C. Harvey) que permite desentrañar claves fundamentales de esta obra maestra. Michaelis explora con minuciosidad todos y cada uno de los pasos vitales de Schulz, documentándolos y encontrando correlaciones que permitan entender la evolución paralela de la serie, comprendiendo hasta que punto Schulz, más que Charlie Brown, era Peanuts. Reconozco que el estilo de prosa engalanada de Michaelis me carga un poco, pero apenas importa ante la avalancha y profusión de datos, ante lo titánico de la investigación, en un análisis tan concienzudo que entierra el peligro de caer en la hagiografía. Es todo un privilegio poder asistir como lector a la creación de un clásico, desgranando todas y cada una de las decisiones del autor, desde las personales a las impuestas, comprendiendo simultáneamente a creador y creación.

Álvaro Pons reseña Schulz, Carlitos y Snoopy. Una biografía.
Sigue en La cárcel de papel.

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martes 1 de diciembre de 2009

La esencia y la lírica

Los recursos podían ser tradicionales, pero el resultado no lo era. Era novedoso, innovador, único. Entre esos recursos de tebeo estaba desde luego el propio dibujo, un dibujo prodigioso por todo lo que era capaz de expresar desde una síntesis tan extrema, insólita en su momento (otros autores de prensa de los cincuenta se quejaron porque Schulz empezaba a ganar más que ellos dibujando mucho menos). Un dibujo mínimo, «caligráfico», tan equilibrado y bien resuelto que resulta imposible de imitar. Lo más llamativo es que Schulz llegó a esa extrema síntesis en gran parte por necesidades comerciales, debido a imposiciones industriales derivadas del soporte y el formato: para vender mejor PEANUTS a los periódicos, la agencia que contrató a Schulz redujo las dimensiones de la tira a un tamaño inferior al habitual, y Schulz tuvo que buscar la forma de que sus pequeñas viñetas (que también eran de tamaño regular, todas iguales y casi cuadradas para que pudieran remontarse, en horizontal o en vertical según las necesidades de cada periódico) destacaran en las páginas de los diarios que las publicaban. Descubrió que cuanto menos dibujaba, cuanto más simplificaba personajes y fondos, mejor se veían las tiras en las atiborradas páginas de los periódicos. Pero en esa síntesis gráfica había otro hallazgo. El dibujo es forma, pero la forma también es contenido, y por eso el dibujo de Schulz es inseparable de la esencia de PEANUTS. En ese decir lo más con lo menos estaba el tono de la tira.

Realizada durante cincuenta años seguidos por Schulz, solo y sin ayudantes (es difícil imaginar la visión artística que se necesita para eso, la vocación, la confianza en lo que se hace, o la necesidad de hacerlo), PEANUTS es por encima de cualquier otra cosa un tono, un paisaje mental, un sentimiento abstracto.

Pepo Pérez en «La vida interior». Sigue en su blog, Es muy de cómic.

Aunque no se puede negar que el estilo limpio y minimalista de Schulz es una fuente constante de inspiración para Ware y compañía, es evidente que su influencia va más allá del aspecto gráfico. Es más bien el minimalismo argumental, el despojamiento narrativo y el interés por la representación a través del cómic de estados de ánimo o «no incidentes» lo que sin duda fascina a estos autores interesados en narrar todo aquello que hasta ahora no se había narrado con viñetas.
Excepto en Peanuts, tal vez.
En Apocalípticos e integrados (1965), Umberto Eco incluyó un ensayo sobre «El mundo de Charlie Brown», en el que escribía: «Desde que el mundo es mundo, artes mayores y artes menores han podido prosperar casi siempre únicamente en el ámbito de un sistema dado que permitía al artista cierto margen de autonomía a cambio de cierta sumisión a los valores establecidos: y que, con todo, en el interior de estos varios circuitos de producción y de consumo, se han visto surgir artistas que, valiéndose de ocasiones concedidas a todos los demás, lograron transformar profundamente el modo de sentir de sus consumidores desarrollando, en el interior del sistema, una función crítica y liberadora. Como siempre, es cuestión de genialidad individual, de saber elaborar un discurso lo suficientemente límpido, incisivo y eficaz para lograr el dominio de todas las condiciones dentro de las que, por la fuerza de las cosas, se mueve».

Continuaba Eco planteando dos vías posibles para elaborar ese discurso: una de ellas la ejemplificaba con la sátira intelectual de Jules Feiffer y su Sick, Sick, Sick. La segunda vía la representaba Krazy Kat de George Herriman, y era en esta tradición en la que insertaba a Peanuts. Es curioso que Eco relacionase a Peanuts con este cauce que él llamaba «lírico», ya que Michaelis también insiste en la influencia de la obra de Herriman sobre Schulz. Parece evidente, pues, que Peanuts es uno de los grandes cómics artísticos de la historia, un cómic que parece destinado a satisfacer las demandas de los lectores más inteligentes.
Entonces, yo me pregunto, ¿cómo es posible que también fuera uno de los cómics más populares de todos los tiempos? ¿Cómo podía ser el favorito de las élites el producto más groseramente masificado?
Estamos acostumbrados a pensar que las obras verdaderamente brillantes y originales están condenadas a la incomprensión por parte de las masas (véase precisamente el caso de Krazy Kat). ¿Cuál es el secreto de la magia de Peanuts?

Santiago García en «Schulz, Carlitos, Snoopy y nosotros».
Sigue en su blog, Mandorla.

Charles Schulz firmando ejemplares a finales de los cincuenta.

Amanezco con estas dos pedazo de entradas en el lector de RSS y… bueno, ¿qué puedo decir? Que se me ocurren muy pocas maneras de empezar mejor el día. Y que para todos aquellos que no pudisteis asistir a la presentación de Schulz, Carlitos y Snoopy el pasado domingo, esta es la mejor manera de recrear lo que allí se dijo: lo tenéis casi todo en estas dos entradas, perfectamente expuesto y depurado. Y al igual que en la presentación, lo importante no es lo que se diga o se deje de decir sobre el libro de David Michaelis, que en el fondo es algo puntual; no son reseñas (aunque podrían serlo). Lo importante es el modo en el que Pepo y Santiago van al meollo de lo que es y lo que representa Peanuts, la obra maestra de Schulz, por qué la consideramos como tal y qué peso ha tenido no sólo en el desarrollo de la historieta sino de la cultura popular del siglo XX en general. Que no es moco de pavo, vamos. De modo que, ¿qué hacéis todavía aquí? ¡Ya estáis tardando en leerlas!

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martes 1 de diciembre de 2009

Manel, Carlitos y Snoopy

Una de las cosas que más me sorprendió de la presentación de Schulz, Carlitos y Snoopy anteayer en Getxo fue lo que comentó Manel acerca de su primera toma de contacto con Peanuts. Y es que, a pesar de que posteriormente Snoopy pasara a convertirse en un símbolo del pijerío más rancio, motivo por el cual muchos tendimos a alejarnos de la obra debido a prejuicios que nada tenían que ver con su esencia, resulta que a finales de los setenta Carlitos era un personaje muy buen visto por los progres catalanes. Pero mejor que sea el propio Manel quien lo cuente, gracias a este vídeo cortesía de Mireia Pérez.

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lunes 30 de noviembre de 2009

Tebeos y Txangurros

Como anunciaba en la anterior entrada, este fin de semana me desplacé al Salón del Cómic de Getxo para hacer allí la presentación del nuevo libro de Es Pop Ediciones, Schulz, Carlitos y Snoopy: una biografía. Me siento muy afortunado de haber podido coincidir en esta edición del Salón con Manel Fontdevila, Santiago García y Pepo Pérez, los cuales, a pesar de tener comprometidas ya otras mesas redondas y numerosas sesiones de firmas, se dejaron reclutar también para oficiar como «padrinos» del libro de David Michaelis en su primera puesta de largo (y digo primera porque no será la única). Gracias desde aquí a los tres por haberme arropado con su presencia y gracias también, cómo no, a aquellos amigos, seguidores o simplemente curiosos que se pasaron a escucharnos; espero que la charla les resultara tan amena e interesante como me lo resultó a mí oírle a Manel hablar de la implantación de Carlitos y Snoopy entre la progresía catalana de los setenta, a Pepo intentar definir el elusivo tono entre reflexivo y melancólico de la serie, y a Santiago explicar el modo en el que Peanuts cambió para siempre los modelos de explotación económica de la cultura popular (ahí es nada).

Respecto al Salón en sí, poco puedo añadir a lo ya comentado por Pepo y por Santiago en sus respectivas crónicas. Reincidir si acaso en el agradecimiento general a todo el equipo y en particular a su director, Borja Crespo, por una organización realmente impecable y por un fin de semana de lo más agradable cargado de buenos momentos tanto dentro como fuera del Salón. Entre los más destacados, sin duda, la visita al Guggenheim para ver la impresionante exposición dedicada a la obra de Frank Lloyd Wright (daban ganas de agarrar cualquiera de las maquetas y salir corriendo), que seguirá en Bilbao hasta el próximo 14 de febrero. No menos impresionante me pareció el Puente de Vizcaya, una preciosa obra de ingeniería, diseñada por Martín Alberto de Palacio en 1893, que todavía hoy sigue uniendo Getxo con Portugalete y que bien merece una visita. Y por si eso fuera poco, el domingo, a la hora de comer y justo cuando salíamos de presentar el libro de Michaelis, descubrimos la existencia de la gaseosa Schuss. ¿Un buen presagio? ¡Eso espero yo!


Schuss & Schulz. Foto: Mireia Pérez.

Más fotos de la presentación, autores, sesiones de firmas, Getxo y el Guggenheim en este set de flickr.

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viernes 27 de noviembre de 2009

David Michaelis al habla

Con motivo del lanzamiento en Estados Unidos de Schulz, Carlitos y Snoopy: una biografía, su autor, David Michaelis, grabó este pequeño vídeo comentando algunas de sus impresiones acerca del creador de Peanuts y explicando un poco qué era lo que le había atraído de la figura de Charles Schulz y qué fue lo que le motivó a embarcarse en la redacción de su biografía. Me ha parecido un momento pertinente para recuperarlo y subtitularlo, de modo que aquí lo tenéis.

Ya sabéis que, como de costumbre, podéis hacer de él cualquier uso que estiméis oportuno: copiarlo, enlazarlo, incrustrarlo… lo que sea. El vínculo del vídeo en YouTube es: http://www.youtube.com/watch?v=lV3voI5ZESI

Ya que estoy, aprovecho para comentar brevemente dos cosillas. Una, que la distribución del libro se ha retrasado una semana. En cualquier caso, ya está acabado y hoy mismo saldrá hacia los almacenes de la distribuidora, con lo cual a partir de mediados de la semana que viene lo tendréis en las tiendas (también, si preferís comprarlo a través de la web, podéis ir haciendo ya vuestros pedidos, los cuales se enviarán el próximo día 1 de diciembre para que los recibáis en casa al día siguiente). Pero como no todo van a ser malas noticias, decir también que, gracias a que los pedidos iniciales han sido bastante más elevados de lo que esperábamos, hemos decidido que podemos permitirnos arriesgar un poco más y el precio final del libro va a ser de 26 € en vez de los 28 previstos. ¡Para que veáis que Es Pop también toma medidas contra la crisis!
Por último, avisar de que este domingo 29 a las 12:00 en el salón del cómic de Getxo, a modo de presentación del libro, se celebrará una mesa redonda en homenaje a Charles Schulz en el décimo aniversario de su muerte en la que intervendremos Pepo Pérez, Manel Fontdevila, Santiago García y yo mismo. Si os parece, allí nos vemos.

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miércoles 25 de noviembre de 2009

Schulz, Carlitos y Snoopy: una portada

Lo de arriba no es un juego de palabras con el título del libro, Schulz, Carlitos y Snoopy: una biografía, sino una pura realidad: en este caso, y al contrario de lo sucedido con nuestros anteriores títulos, sólo había una portada posible para la biografía del creador de Peanuts. El concepto del original norteamericano era tan sumamente potente que había que adoptarlo sí o sí. Sin embargo, adoptar el concepto no es lo mismo que mimetizarlo pixel por pixel, por lo que además de adoptarlo decidimos que también era necesario adaptarlo. Espero que se nos perdone la arrogancia de habernos atrevido a «enmendarle la plana» nada más y nada menos que a Chip Kidd, no sólo uno de los mejores diseñadores del mundo sino también un particular favorito tanto mío como de Manuel Bartual, brazo ejecutor en este caso de la adaptación de la portada. Pero aunque, como ya he dicho, el concepto de Kidd era sencillamente insuperable, la ejecución no acababa de encajar del todo dentro de la «filosofía» de Es Pop. ¿Cuál es esa filosofía? Procurar que el libro llegue a su público objetivo intentando dejar a la vez la puerta abierta para otro tipo de lector más general. La portada de Los trapos sucios, por ejemplo, nació como fruto de la necesidad (no conseguimos hacernos con los materiales de la original), pero creo que en parte, guste más o menos a los que estaban esperando el libro, puede haber ayudado a que gente que no es fan de Mötley Crüe, ni de este tipo de literatura, se esté animando a leerlo, como de hecho está pasando. El mayor responsable en primera instancia de este tipo de fenómenos siempre es, claro está, el boca a boca, pero que además la portada no sea la típica de libro de rock puede haber ayudado también a vencer ciertas prevenciones. Después de todo, el lector ya de por sí interesado en el libro se lo va a comprar tenga la portada que tenga, y de alguna manera hay que llamar la atención del curioso.


Chip Kidd. Foto: HERS Photo.

¿Qué tiene que ver todo esto con el libro de Schulz? Bastante. En una portada tan depurada como la de Chip Kidd, la tipografía cobra si cabe doble importancia a la hora de transmitir el «mensaje». La utilizada en el libro original norteamericano es la Comic Strip MN, presumiblemente en un intento por evocar la firma de Schulz, la cual no podía ser utilizada por motivos legales. A nuestros ojos, sin embargo, era excesivamente parecida a la Comic Sans, es decir, justo el tipo de tipografía que pensaría encontrar un lector no demasiado aficionado a los tebeos en un libro de este tipo, lo que equivaldría a confirmar de algún modo cualquier tipo de prejuicio que pudiera tener de antemano. Ese es el motivo de que decidiéramos sustituir la Comic Strip MN por la HVD Comic Serif, una excelente fuente diseñada por Hannes von Döhren que sigue transmitiendo cierto aire a cómic, a rotulación manual, pero haciendo gala de mucho más cuerpo. Para compensar el peso de la HVD Comic Serif, nos pareció que lo mejor sería utilizar una tipografía de aspecto más mecánico y estilizado para el subtítulo «una biografía», y qué mejor para ello que una Futura, una fuente que no sólo ayuda a aligerar la portada sino que además, en su contraste y su elegancia, transmite otro tipo de mensaje: sí, es un libro sobre un dibujante de tebeos, pero a la vez es una biografía seria y formal. También puede ser que todo este planteamiento sea sencillamente fruto de hilar demasiado fino y que luego nadie se fije en estas cosas, pero en mi opinión este tipo de matices pueden llegar a marcar una diferencia. En cualquier caso, también me gustaría conocer vuestro punto de vista como compradores, que es uno de los motivos por los que escribo este tipo de entradas. Aquí os dejo ambas portadas para que comparéis.

Otras entradas sobre diseño de portadas

·  Cubriendo los trapos sucios.
·  Sexo implícito: cómo se hizo la portada de El otro Hollywood
·  James Bond Recovered
·  En portada: John Gall

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domingo 1 de noviembre de 2009

Schulz, Carlitos y Snoopy

El próximo 25 de noviembre se pone a la venta la biografía Schulz, Carlitos y Snoopy, de David Michaelis. A continuación os pego el texto informativo que debería llegar a las tiendas a lo largo de esta semana para ir haciendo los pedidos. También he preparado un dossier de prensa en PDF disponible en resolución imprimible (descargable aquí) y en baja resolución para leer en pantalla (pinchando aquí o, si prefieres leerlo en Google Docs, aquí). Dicho dossier incluye una sinopsis, reseñas cortas, cuatro críticas extensas, entre ellas una de Bill Watterson escrita para The Wall Street Journal y otra de John Updike publicada originalmente en The New Yorker, y las diez primeras páginas del libro. Podéis hacer de ambos documentos cualquier uso que consideréis apropiado: reenviárselo a vuestros libreros o a amigos periodistas, colgar extractos en vuestros blogs, vincular directamente a cualquiera de las versiones del dossier o a la ficha del libro dentro de la web de Es Pop, e incluso incrustar el PDF entero dentro de vuestras páginas; si no sabéis cómo hacerlo, esta entrada de Tecnología Obsoleta lo explica estupendamente.
La dirección URL para incrustar es:
http://www.espop.es/prensa/schulz_low.pdf
Os agradezco ya de antemano cualquier tipo de difusión que le podáis dar a estos materiales. Por lo demás, espero que os gusten las diez primeras páginas del libro incluidas en el dossier y, si no lo visteis en su día, recordad que hace un par de semanas colgué otro capítulo entero de muestra. ¡Gracias por vuestra ayuda!

SCHULZ, CARLITOS Y SNOOPY, UNA BIOGRAFÍA
David Michaelis
Charles M. Schulz, el historietista más leído y querido de todos los tiempos, sigue siendo, diez años después de su fallecimiento, una de las figuras más incomprendidas y a la vez influyentes de la cultura norteamericana. David Michaelis nos presenta la primera crónica completa de la vida de un hombre brillante y hasta ahora desconocido; una historia de creación artística, a la vez que retrato íntimo de un genio que contribuyó a moldear la imaginación de Norteamérica. Schulz fue el primer autor capaz de manejar temas nunca antes vistos en los tebeos y raramente tratados en la cultura de masas —soledad, aislamiento, depresión, melancolía, la interminable búsqueda del amor—, aligerando siempre el lado oscuro con la risa y aportando a los tradicionales retratos de la infancia un conocimiento muy adulto y muy moderno de los sinsabores de la vida. Con un trazo inconfundible y un reparto de personajes memorables, retrató los dilemas esenciales del ser humano. Michaelis trenza con maestría la historia de Schulz con el devenir histórico del siglo XX y retrata la evolución de unos personajes hoy completamente familiares para nosotros, revelando hasta qué punto llegó la vida del autor a formar parte de sus tebeos. Basada en años de investigación, entrevistas exclusivas con la familia, amigos y colegas del artista, un acceso sin precedentes a su estudio y sus archivos, y colecciones de cartas y dibujos recién recuperados, Schulz, Carlitos y Snoopy es la biografía épica y definitiva de uno de los artistas más populares de este último siglo.

Características: 16 x 23 centímetros. Tapa dura con sobrecubierta. 608 páginas. Incluye 230 tiras y numerosas fotografías.
ISBN: 978-84-936864-2-0
Precio: 26 €
Para más información, descárgate el dossier de prensa en PDF: incluye imágenes, reseñas y un adelanto con las primeras 10 páginas del libro.
Alta resolución (5,9MB): www.espop.es/prensa/schulz.zip
Baja resolución (812KB): www.espop.es/prensa/schulz_low.pdf

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sábado 10 de octubre de 2009

Pelirrojas

Charles Schulz a finales de los años cuarenta.

«Pelirrojas» es el título del capítulo 13 de Schulz, Carlitos y Snoopy, de David Michaelis, que ya podéis leer como adelanto en formato PDF. Son veinte páginas que narran un momento clave en la vida del creador de Peanuts: aquel en el que la alegría por haber conseguido vender al fin su serie a una gran agencia se ve contrarrestada por un profundo sentimiento de derrota tras ver rechazada su propuesta de matrimonio a la joven a la que luego representaría en sus historietas como la inalcanzable niña pelirroja adorada de lejos por Charlie Brown. Me parece un capítulo bastante representativo del libro (aunque sea uno de los menos ilustrados, si no el que menos) y que toca bastantes palos a la vez: la vida sentimental del artista, el reflejo de esta en su obra, los compromisos que debe acatar por exigencia de los grandes empresarios para poder poner en marcha su serie, el estado de la industria periodística a mediados de los cincuenta e incluso el origen «secreto» del nombre Peanuts. ¡Lo que se dice una lectura completita, ideal para aprovechar el puente!

Puedes abrir el PDF pinchando aquí o descargártelo dándole al botón derecho del ratón y seleccionando «Guardar como».


Schulz, Carlitos y Snoopy. Una biografía
608 páginas. Tapa dura con sobrecubiertas.
A la venta el 25 de noviembre.
PVP: 28 €

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martes 29 de septiembre de 2009

El presente me pone de los nervios

Ayer, mientras preparaba el envío de los materiales para la imprenta, le eché un último vistazo a las pruebas de Schulz, Carlitos y Snoopy y me fijé en esta tira que me llamó particularmente la atención, por lo mucho que me recordó a la cita de Diane Arbus con la que abrí precisamente la entrada anterior:

Y si Lucy tiene claro que si hay que vivir algo, aunque sea con furia y a regañadientes, es el presente, Schroeder no se muestra menos vehemente a la hora de declarar que, si por algo merece la pena vivirlo, es por el disfrute que nos proporciona el arte (léase la música, la pintura, los tebeos o lo que sea con lo que llenes las horas); una afirmación con la que no podría estar más de acuerdo.

Y hablando de tebeos, he aquí otra tira que demuestra que, a pesar de que en sus últimos años cayera en la repetición y la nostalgia, y a pesar de que haya lectores que a día de hoy consideren a Schulz un autor un tanto rancio (quizá porque sólo han conocido esa última época), en realidad se trataba de un historietista que durante épocas resultó ultracontemporáneo, tratando en su tira todo tipo de acontecimientos relevantes para el momento de su publicación, como la carrera espacial, las revueltas en las universidades, la guerra de Vietnam o incluso la cruzada de Fredric Wertham contra los tebeos de terror:

Todo esto y más lo podréis comprobar en el libro de David Michaelis, del cual subiré la semana que viene un adelanto de veintitantas páginas en PDF para ir abriendo boca. Dejo aquí mientras tanto esta última tira que bien podría servir para ilustrar cualquier blog de tebeos cada vez que se monta uno de esos cíclicos e intensos debates como el de la semana pasada:

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miércoles 2 de septiembre de 2009

Hombres de empresa

La portada de Was Superman A Spy? Vía FaceOut Books.

Was Superman A Spy? es el título del libro en el que Brian Cronin ha reunido lo mejor de su colección de anécdotas relacionadas con la industria del tebeo norteamericano publicadas originalmente en su blog Comics Should Be Good. Entre ellas hay de todo, y aunque la mayoría no pasan de chascarrillos simpáticos (¡Martin Landau empezó su carrera como dibujante de historietas!) también hay varias revelaciones sorprendentes y llamativas (entre mis favoritas está la de que Joe Simon y Jack Kirby recibieran amenazas de grupos neonazis por su portada para el primer número de Captain America, llegando a recibir una llamada del alcalde de Nueva York, Fiorello LaGuardia, prometiéndoles protección y animándolos a seguir con su labor). Como siempre en este tipo de libros, el interés de cada anécdota depende un poco de lo que ya sepa o desconozca el lector de antemano (el capítulo dedicado a la creación de Batman y el Joker, por ejemplo, resulta muy pobre después de haber leído la serie de artículos publicados en Entrecomics este pasado agosto) y de lo poco o mucho que le interesen a uno los personajes protagonistas. En mi caso, debo reconocer que si compré el libro fue principalmente porque me encanta la portada de Mickey Duzyj, la cual podréis disfrutar en todo su esplendor en esta entrada de FaceOut Books.

El «descarado» Superman de Jack Kirby.

Pero si hoy traigo a colación el libro de Cronin es porque una de las anécdotas que recoge es el modo en el que DC Comics se pasó por el forro, a primeros de los setenta, el trabajo de Jack Kirby en la serie Jimmy Olsen al pedirle a otros artistas que redibujaran los rostros de Superman, considerando que los de Kirby no se adecuaban a la imagen establecida del personaje. De las grandes empresas uno ya sabe que poco respeto puede esperar hacia los creadores, esos extraños seres de exigencias incomprensibles para cualquier ejecutivo que se precie. Lo que nunca dejará de llamarme la atención, sin embargo, es esa mentalidad de «hombre de empresa» que llegan a tener algunos trabajadores o artistas dispuestos a hacer lo que sea por «la casa» y que tienden a justificar cualquier tipo de tropelía (creativa o administrativa) en nombre de un supuesto «bien común» que, en realidad, a ellos, que en la vida van a dejar de ser curritos completamente prescindibles, ni les va ni les viene (seguro que en todas las oficinas hay por lo menos uno; al menos así ha sido en todas en las que yo he trabajado). Debo reconocer que es un esquema mental que me fascina a la vez que me repele. En el caso que nos ocupa, el encargado de redibujar los Supermanes de Kirby de manera más habitual era Al Plastino, un veterano artista vinculado durante décadas a DC y conocido también por encargarse de la tira Ferd’nand, creada por Henning Mikkelsen. He intentado hacerme infructuosamente con una entrevista con Plastino aparecida en el número 59 de la revista Alter Ego (si alguien la tiene que me avise) para ver si comenta algo al respecto, porque realmente me gustaría saber qué es lo que se le pasaba por la cabeza al realizar su mercenaria labor: ¿se sentiría obligado a ello? ¿Consideraba que le estaba haciendo un favor a la empresa o acaso tuvo miedo a negarse por si luego sufría represalias? ¿Le parecería normal que, siendo DC la propietaria de los derechos del personaje, tuviera la potestad de enmendarle la plana a Kirby? ¿Valoraría en lo más mínimo el trabajo de éste y el suyo propio o lo consideraría simplemente un oficio indigno de pretensiones artísticas y le parecería lógico que estuviera sujeto a este tipo de intervenciones? Lo más parecido a una explicación que he podido encontrar es una breve respuesta incluida en una entrevista aparecida en el libro The Legion Companion, de Glen Cadigan, en el que cree recordar que fue Carmine Infantino quien le hizo el encargo y que si aceptó fue porque Infantino, al contrario que otros editores de DC, le caía bien: «Soy el tipo de persona que, si alguien me trata como a un ser humano, y no como a un deshecho, haré lo que sea por él».

Kirby vs. Plastino, vía Mark Evanier.

Todo esto me ha llamado particularmente la atención estos días porque, justo mientras leía Was Superman A Spy?, andaba enfrascado en la corrección de la traducción de Schulz, Carlitos y Snoopy. Una biografía, el libro de David Michaelis que Es Pop Ediciones pondrá a la venta en un par de meses y del cual quiero adelantaros este pequeño fragmento. En seguida veréis por qué.

Schulz tenía motivos de sobra para sospechar del sindicato. Según su viejo acuerdo cuatro veces renovado, cuya última iteración databa de 1959, United Feature Syndicate era la propietaria única del copyright y de todas las marcas registradas relacionadas con la tira. Sin embargo, en octubre de 1974, Schulz decidió que, después de veinticinco años, quería que tanto el copyright como todas las marcas regitradas de Peanuts quedaran exclusivamente a su nombre. También quería derecho de aprobación sobre todas las futuras licencias y control editorial absoluto sobre la serie.
El presidente de UFS, William C. Payette, y los abogados de E. W. Scripps manifestaron su desacuerdo. En un principio, Payette, un tipo alto y de carácter autoritario que consideraba a los historietistas poco menos que niños malcriados, se negó en redondo a tener en cuenta las nuevas exigencias de Schulz, incapaz de comprender qué motivos podía tener Sparky para estar molesto cuando estaba cobrando más que cualquier otro autor en la historia del medio. «Sí, pero eso es porque me lo gano, porque trabajo más», replicó Schulz.
Frustrado, Payette envió a su socio, George Downing, a razonar con el «avaricioso» historietista.
—¿Cuántos años tiene? —preguntó Sparky.
—Pues cincuenta y siete —respondió Downing.
—Mire, llevo toda la vida siendo avasallado por gente como usted. «Lo que tienes que hacer es esto, esto otro no lo puedes hacer». Bueno, pues se acabó. A partir de ahora, seré yo mismo quien controle las licencias y quien decida. No quiero más dinero, lo único que quiero es tener el control para que no sigan ustedes echando a perder la licencia. Quiero ser el único propietario. Estoy cansado de que vendan cuchillas de afeitar de Charlie Brown en Alemania sin decírmelo. Quiero poder hacer lo que me dé la gana. De modo que o me dan lo que quiero, exactamente como yo lo quiero, o lo dejo.
En 1977, tras haber alcanzado un punto muerto en las negociaciones, Payette llegó a un acuerdo secreto con el veterano dibujante Alfred J. Plastino para que realizara varios meses de tiras diarias y dominicales de Peanuts en previsión del día en el que Schulz se negara a firmar la renovación de su contrato. Plastino descubrió que dibujar Peanuts le gustaba tanto o más que dibujar superhéroes, y justo «estaba empezando a disfrutarlo» cuando Schulz y el sindicato llegaron finalmente a un acuerdo y el experimento quedó cancelado. Aunque Payette ya no seguía necesitando las tiras de emergencia, guardó el trabajo de Plastino en una gran caja fuerte en las oficinas de UFS en Park Avenue, donde debía permanecer supuestamente en secreto; en cualquier caso, los rumores de su existencia circularon durante años, a medio camino entre la confidencia y la leyenda urbana. Cuando al fin una de las editoras de Sparky se topó con las tiras de Plastino, quedó horrorizada ante su escasa calidad, describiéndolas más adelante como «espantosas, directamente de tercera fila».

Cuando Sparky supo de la traición de Payette, varios años más tarde, de boca de una editora del sindicato, fingió tomarse todo el asunto con filosofía, comentando: «resulta un poco decepcionante que alguien piense que hacer esto es tan fácil», y que no podía creer «que Bill Payette hubiera sido tan tonto», precisamente el mismo adjetivo que le aplicaba a los maestros de St. Paul [su ciudad natal] que no habían sabido apreciar su auténtico valor.

El delicado humor del Peanuts de Al Plastino.

Schulz estaba en una posición inigualable para renegociar su contrato y recuperar el control y el copyright sobre su creación, pero aun así hizo falta un cambio de guardia en United Feature, y que William Payette fuera sustituido por otro presidente más comprensivo y consciente de que (en este caso al menos) el autor era tan importante como los personajes, para que pudiera conseguirlo. Y de esta manera, afortunadamente, en este caso prevaleció la cordura. De otro modo, Plastino habría tenido el dudoso honor de redibujar no sólo a uno sino a dos de los tres artistas más influyentes de la historia del cómic norteamericano. ¿La moraleja? Guárdese el lector de los hombres de empresa, que nunca sabe uno por dónde le van a salir.

Otra muestra del Peanuts de Plastino. ¡Hasta la firma es un derivado de la de Schulz!

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Roll me over and set me free, the cowboy’s life is the life for me.
«Cowboy Song». Thin Lizzy
Popsy