viernes 31 de agosto de 2018
Foto: Javi Godoy
Parece mentira, pero hace justo un año estábamos terminando la producción de Algo en la sangre, la biografía de Bram Stoker escrita por David J. Skal, y a día de hoy aún no había encontrado el momento de escribir el ya tradicional «cómo se hizo» de la portada. ¡Vamos allá!
Desde un primer momento supe que para este libro quería contar nuevamente con Javi Godoy, que ya había realizado la portada de nuestro anterior libro de Skal, Hollywood gótico. El proceso arrancó de manera muy similar, intercambiando decenas de imágenes que nos parecieran apropiadas como punto de partida o simplemente inspiradoras: fotos de Stoker, portadas de libros y tebeos, carteles de cine polaco, ilustraciones científicas de murciélagos…
A continuación, Javi me envió esta batería de pruebas que podéis ver aquí arriba (sus bocetos son tan elaborados que, para evitar trabajar en vano y avanzar con mayor rapidez, nos resulta más cómodo ir sentando las bases con referencias fotográficas). El primer objetivo era apartarse del aspecto académico de las típicas portadas de biografías tradicionales en busca de un tratamiento más llamativo. Viendo la yuxtaposición entre el rostro de Stoker y la imagen del murciélago, llegué a la conclusión de que, más que centrarnos en el contraste entre el autor de Drácula y su obra más famosa, que quizá sería lo previsible, estaría bien intentar ilustrar de algún modo la dualidad existente entre su vida pública y la privada, que no sólo es una de las principales líneas argumentales del libro de Skal sino también uno de los grandes temas de toda la era victoriana.
Para ello preparé algunos bocetos cutres en Photoshop, jugando con recursos como el reflejo, la sombra y las personalidades ocultas para intentar plasmar de una manera bastante literal esa idea de un Stoker secreto que permanece oculto tras una fachada de normalidad. Ni qué decir tiene que son todos bastante pobres, pero para eso sirve precisamente esta parte del proceso, para ir probando, descartando y reciclando, en caso de que acabe saliendo algún elemento digno de ser reciclado. De esta tanda, por ejemplo, surgió el deseo de darle una mayor presencia a la tipografía.
El momento eureka llegó cuando pensé que más que sombras, dobles siniestros o cualquier otro recurso de folletín, la mejor «máscara» de Stoker habría sido precisamente su escritura, que es lo único que la gran mayoría de lectores ha llegado a conocer de él. La «biografía secreta» de Skal vendría precisamente a revelarnos al hombre oculto detrás de las palabras, así pues, eso fue lo que decidí plasmar en la cubierta (una idea muy obvia, pero creo que bastante resultona). Esto, unido al deseo de darle un tratamiento tipográfico contundente, dio pie a las pruebas que podéis ver justo sobre estas líneas.
Debo reconocer que me sigue gustando mucho esta idea, sobre todo la manera en la que centra la mirada del espectador en los ojos y la boca de Stoker, y creo que con el tono adecuado de blanco y negro y una reserva uvi sobre las letras (lo que viene a ser un brillito, vamos) podría haber funcionado perfectamente. Por otra parte, contar con un ilustrador tan preciso como Godoy para luego taparle el dibujo no tiene mucho sentido, y tampoco creo que la portada hubiera funcionado igual de bien sin una foto. Así pues, había que seguir buscando. En cualquier caso, le envié a Javi las pruebas para que viera por dónde iba mi cabeza.
Javi respondió con esta nueva batería de propuestas, en las que Stoker vuelve a recuperar el terreno perdido. De entre todas, las que más me gustaron fueron precisamente las dos o tres versiones en las que el retrato y la tipografía comparten protagonismo, sin que ninguno de los dos elementos quede supeditado al otro. También me gustó mucho la tipografía escogida por Javi para el título, ya que permitía «enmascarar» a Stoker, pero sin ocultarle de manera desmedida.
Fue precisamente la disposición sesgada de la rotulación en esta última prueba, menos agresiva pero más original y hasta cierto punto «inquietante» (en el sentido de que hay algo torcido o desestabilizador en el contexto de una imagen aparentemente convencional), la que me terminó de conquistar.
Una vez decidida la composición, Javi se puso manos a la obra. Ya os podéis imaginar la cara que se me quedó cuando al cabo de unos días abrí el correo para encontrarme con esta auténtica maravilla que podéis ver aquí. (Skal lo describiría más tarde en su Facebook como uno de los mejores retratos de Stoker que ha visto en su vida).
Terminada la ilustración y decidido el tratamiento, ya sólo era cuestión de ir afinando: grosor, interlineados, tipografías secundarias, intensidad del color, tamaño de la caja de texto… todo es susceptible de cambio hasta encontrar la versión más satisfactoria. Normalmente no suelo colgar en el blog demasiadas imágenes de esta última parte del proceso, principalmente para no aburrir, pero me ha parecido que por una vez podía estar bien para ilustrar hasta qué punto puede llegar a cambiar una imagen sólo con variar pequeños elementos y cómo las decisiones finales son fruto de un proceso a veces bastante intenso de ajuste, repetición y depuración que discurre al margen de la evolución de la siempre decisiva idea central. Abajo, el resultado final.
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Diseño • Libros
Algo en la sangre, Bram Stoker, David J. Skal, Drácula Sin comentarios
viernes 6 de octubre de 2017
He dudado bastante antes de escribir esta entrada porque, después de todo, éste no deja de ser un blog asociado con una editorial (por pequeña que sea) y nada más lejos de mi intención que usarlo como plataforma para criticar el trabajo de otros sellos. Por otra parte, también ha sido desde el principio un blog personal con el que he intentado alejarme de la promoción pura y dura para tratar los diversos temas que me han ido interesando no sólo como editor o traductor, sino como simple lector. Y uno de mis temas recurrentes ha sido, como bien sabéis, el de Drácula. Por lo tanto, me descubro en última instancia incapaz de resistirme a comentar por aquí un par de cosas sobre la inminente edición por parte de Ediciones B de Los poderes de la oscuridad, de Valdimar Ásmundsson y Bram Stoker. O lo que es lo mismo: la supuesta versión alternativa o perdida de Drácula.
Vaya por delante que me parece muy bien que Los poderes de la oscuridad se publique en castellano. No deja de ser una curiosidad interesante para cualquier fan de Stoker y de su maléfico conde (yo mismo piqué y acabé comprándola cuando se editó en inglés el año pasado). Lo que ya no me parece tan bien es que se intente vender como algo que no es. Copio del texto promocional de Ediciones B: «En 1900 el editor y escritor Valdimar Ásmundsson se propuso traducir, por primera vez en la historia, la que se convertiría en la gran obra de la literatura gótica: Drácula, de Bram Stoker. Sin embargo, Ásmundsson no solo tradujo Drácula sino que, con la ayuda del propio autor, escribió una versión distinta de la historia, con nuevos personajes y una trama totalmente reconstruida, sin la censura moral de la Inglaterra victoriana. Más corta, más oscura y más erótica, esta obra escrita a cuatro manos se tituló Makt Myrkranna (Los poderes de la oscuridad). Makt Myrkranna se publicó en Islandia en 1901 y contó con un prefacio de Bram Stoker, pero el texto permaneció perdido hasta que, en 2014, fue descubierto por el investigador Hans Corneel de Roos».
Resulta que la mayor parte de afirmaciones contenidas en el texto citado son engañosas cuando no directamente mentira. La más gorda: que Makt Myrkranna se escribió a cuatro manos y que Bram Stoker participó en la creación de una versión alternativa y autorizada de Drácula. Ni Ásmundsson contó con la ayuda de Stoker ni existe la menor constancia de que llegara a conocer siquiera al autor irlandés. El propio Corneel de Roos reconoce en esta entrevista que «No tenemos pruebas de que Bram Stoker y Valdimar Ásmundsson llegaran a conocerse jamás. Ni siquiera tenemos pruebas de que mantuvieran correspondencia. No existen cartas, contratos de edición o traducción ni anotaciones en diarios que puedan proporcionarnos detalles de su colaboración, salvo el texto de la narración islandesa en sí». Que dicha narración fuese una traducción (más o menos fiel; más o menos modificada) de un texto de Stoker, no lo pongo en duda. Que la existencia de dicha traducción implique automáticamente una participación (o incluso autorización) por parte del autor me parece una especulación descomunal y completamente carente de fundamento, explicable únicamente por la voluntad de intentar otorgarle cierta «legitimidad» al texto. El libro viene prologado por Dacre Stoker, el cual ya demostró con su participación en la infame «secuela oficial» de Drácula su absoluta falta de respeto para la obra de su tío-bisabuelo y su predisposición a sacar a pasear el apellido familiar a cambio de unas perras. Aquí se anima a afirmar, «sin miedo a equivocarme, que Bram no sólo estaba al tanto de las diferencias entre Drácula y su edición islandesa; estoy convencido de que las orquestó él mismo». Este empeño por intentar convencernos de que Los poderes de la oscuridad es una versión reconstruida de la historia, quizás más fidedigna o cercana a las intenciones de su autor (sin «la censura moral de la Inglaterra victoriana», nos dicen, pasando completamente por alto que Stoker se manifestó y escribió artículos en defensa y a favor de esa misma censura), sólo se explica, una vez más, como una táctica comercial que deja deliberadamente de lado una explicación bastante más simple para el origen del texto: Los poderes de la oscuridad no es una revisión corregida o más auténtica de Drácula, sino todo lo contrario: una versión anterior y más primitiva de la novela, cuyo manuscrito sufrió repetidas modificaciones hasta llegar a la forma que actualmente conocemos. Lo cual no le resta un ápice de interés para los interesados en la obra de Stoker, pero quizá resulte menos atractivo para el público general al que parece dirigirse el engañoso texto promocional. Por otra parte, explicaría perfectamente, y sin necesidad de hacer malabarismos especulativos, por qué en Los poderes de la oscuridad aparecen situaciones y personajes recogidos por Stoker en sus notas preliminares, pero eliminados de la novela publicada en 1897. También explicaría por qué el prefacio de Stoker incluido en la edición islandesa (que no es lo mismo que escrito a propósito para la misma) se lee como una versión inflada de su tersa y depurada nota introductoria para la novela.
Izquierda: portada española de Los poderes de la oscuridad.
Derecha: Valdimar Ásmundsson (1852-1902).
Lo que ni Dacre Stoker ni Corneel de Roos podían saber cuando publicaron Los poderes de la oscuridad el año pasado era que ni siquiera estaban recuperando la versión integra de este posible manuscrito. Un descubrimiento aún más reciente ha venido a arrojar un poco más de luz sobre el origen del texto. Según explica David J. Skal en Algo en la sangre (el apunte no viene recogido en la edición original estadounidense, ya que el hallazgo se dio a conocer poco después de que hubiera entrado en imprenta): «a partir de junio de 1899, los periódicos suecos Dagen y Aftonbladet publicaron un serial de 300.000 palabras titulado Mörkrets makter (Los poderes de la oscuridad), atribuido a Bram Stoker. En 1900, una versión drásticamente abreviada fue traducida al islandés por Valdimar Ásmundsson (a partir de una copia promocional sueca condensada que omitía casi un cuarto de millón de palabras del manuscrito de Stoker) y publicada por entregas como Makt Myrkranna (Los poderes de la oscuridad) en el periódico Fjallkonan de Reikiavik. Este fascinante fragmento fue descubierto por Hans C. de Roos, académico residente en Múnich, y publicado en una elaborada edición anotada por Overlook Press en 2016. Pero, poco después de su publicación, el texto completo en sueco, previamente desconocido, fue descubierto por Rickard Berghorn, escritor/editor sueco residente en Bangkok. ¿Podría éste ser el torpe manuscrito —casi el doble de largo que la novela publicada por Constable— que Stoker le enseñó a Edith Miniter y presumiblemente a otros? Resulta difícil interpretarlo como otra cosa que no sea un borrador preliminar de Drácula, pues contiene mucho material presente también casi palabra por palabra en la versión definitiva de la novela. Resulta además significativo que la esforzada traducción al sueco suene reconocible como propia del estilo de Stoker cuando se la traduce de nuevo al inglés. En el momento en el que la edición española de Algo en la sangre entra en imprenta, el traductor Rickard Berghorn y el editor John Edgar Browning están llevando a cabo la meticulosa tarea de recuperar el texto que planean publicar próximamente como The First Dracula (El primer Drácula)».
En resumen: Los poderes de la oscuridad no es una versión alternativa ni más auténtica de Drácula, sino más bien un work-in-progress en el que podemos encontrar numerosos elementos posteriormente descartados por Stoker con intención de pulir la novela (y es en ese vistazo a lo que pudo haber sido y no fue donde, me parece a mí, radica precisamente su interés). Tampoco parece que fuese traducida directamente del inglés, sino del sueco. Por último, la supuesta brevedad de la obra no es en realidad tal: las andanzas de Harker en el castillo de Drácula son mucho más extensas que en la novela definitiva, llegando a ocupar tres cuartas partes del texto; sin embargo, el resto de la trama queda resumido de manera apresurada, abandonando el formato epistolar para sustituirlo por un narrador omnisciente y telegráfico. Esta singularidad, que llamó poderosamente la atención de los reseñistas cuando Overlook publicó Los poderes de la oscuridad en inglés el año pasado, ha quedado aclarada con el descubrimiento de la traducción sueca precedente: lo que pasaba en realidad era que faltaban dos tercios de novela. El misterio con el que ahora nos quedamos es: ¿cómo diantres llegó el manuscrito de Stoker a Suecia? ¿Y cuántas de las variaciones respecto a la versión final de Drácula proceden realmente del manuscrito y cuántas fueron aportación de sus traductores al sueco? Espero que las investigaciones de Berghorn y Browning acaben arrojando algo más de luz sobre estos asuntos. Mientras tanto, si queréis leer un buen análisis sobre Los poderes de la oscuridad (en inglés), os recomiendo éste de David Crow, acompañado por estos breves apuntes de Kim Newman. Como decía al principio de esta entrada, el libro no carece de interés y el trabajo de Corneel de Roos me parece digno de encomio, pero conviene saber qué es lo que se está comprando uno, al margen de lo que quiera vendernos la publicidad.
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Algo en la sangre, Bram Stoker, David J. Skal, Drácula Sin comentarios
viernes 26 de mayo de 2017
Bram Stoker
El 26 de mayo de 1897, hace hoy exactamente ciento veinte años, la editorial londinense Constable ponía a la venta la cuarta novela de un escritor irlandés hasta entonces —y durante la mayor parte de su vida— más conocido por su labor como representante teatral que por sus desiguales esfuerzos como literato. La novela era Drácula y su autor, claro está, Bram Stoker. Lo cierto es que me cuesta recordar otra obra literaria que haya tenido mayor peso y presencia en mi vida desde que la leí por primera vez siendo adolescente; por hache o por be, siempre acabo volviendo a ella. En el año 2005 tuve el gran placer y la buena fortuna de realizar una edición crítica de la misma para la colección Gótica de Valdemar, he escrito repetidas veces sobre diversos elementos de la novela (a veces en este mismo blog) y, ya como editor, me di el gusto de traducir un libro tan indispensable para todos los aficionados a las andanzas del malévolo conde como Hollywood gótico, la enmarañada historia de Drácula, de David J. Skal.
Skal es precisamente el responsable de que Drácula y Stoker hayan vuelto a cruzarse en mi camino en un momento en el que ya pensaba haberme alejado ligeramente de ambos. Y es que el último libro del autor de Monster Show ha resultado ser precisamente una extensa biografía de Stoker: Algo en la sangre. La biografía secreta de Bram Stoker, el hombre que escribió Drácula, que Es Pop Ediciones publicará el próximo mes de octubre. Me ha parecido que si había algún día indicado para anunciar su próxima edición era precisamente el de hoy. Ciento veinte años más tarde, Drácula y Stoker siguen avanzando imparables. Dejo a continuación un par de párrafos del libro de Skal, extraídos del capítulo octavo. El resto, en octubre.
* * *
Algunos mitos de la creación de Drácula son más fáciles de creer porque contienen verdades parciales, aunque rápidamente dan pie a improbabilidades e imposibilidades. Por ejemplo, es un hecho indiscutible que Stoker dedicó al menos siete años a trabajar en Drácula, desde su concepción a la publicación, pero esto suscita a su vez toda una serie de supuestos para los que no tenemos pruebas. Primero, que fue su obra maestra en gran medida porque le dedicó siete años y que el libro goza de un merecido renombre debido al infinito cuidado con el que Stoker abordó su creación. Segundo, que un periodo de trabajo de siete años implica, de por sí, una labor de documentación inusualmente minuciosa y acreditada, que habría desvelado, entre otras cosas, la espantosa historia de un sangriento cacique valaco del siglo XV, Vlad Tepes «El Empalador», también conocido como Drácula. El nombre no era conocido fuera de Rumanía, pero Stoker lo haría famoso en el mundo entero como supuesta fuente histórica y encarnación del mito vampírico. En realidad, la relación de Vlad con el personaje de Stoker fue más fortuita que inspiradora y la documentación acumulada por el autor, sorprendentemente escasa.
Al igual que el interminable desfile de dramaturgos y cineastas que no han conseguido resistirse a la tentación de trastear, alterar y mejorar su historia, Stoker tuvo en un principio problemas para identificar los elementos esenciales que hacen que su novela funcione. El motivo por el que el proceso de redacción de Drácula se prolongó durante siete años fue que Stoker tuvo numerosas dificultades para escribir la novela, particularmente a la hora de pulir y eliminar su exceso de ideas imaginativas. El proceso fue tortuoso, arduo y estuvo marcado por interrupciones continuas. Hizo pausas para escribir otros libros. Puso en tela de juicio sus decisiones. Se autocensuró. Revisó casi todos sus elementos por segunda e incluso por tercera vez.
Al final, se preguntaba si el libro sería recordado siquiera.
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Algo en la sangre, Bram Stoker, David J. Skal, Drácula Sin comentarios
lunes 25 de enero de 2016
YOROKOBU: Después de toda una vida dedicada a escribir sobre vampiros, monstruos y Bram Stoker, ¿Drácula te ha chupado la sangre o te ha proporcionado la inmortalidad?
DAVID J. SKAL: Supongo que el hecho de que Hollywood gótico se haya impreso a lo largo de 25 años es una forma de «inmortalidad», al menos en lo que se refiere a los libros sobre cultura popular.
Hablando en serio, hay algo obsesivo y que consume en relación con todo este tema y que está muy patente en aquellas personas cuyas historias cuento en el libro. Aquellos que creyeron que podían controlar o explotar a Drácula para su propios fines a menudo acaban siendo sorprendidos por la mordedura del vampiro.
Este año voy a publicar mi último libro dedicado a Drácula, una biografía cultural de Bram Stoker titulada Something in the Blood, después de lo cual regresaré a otros temas. Realmente Drácula no me ha costado sangre y le deseo lo mejor en todos sus proyectos, pero espero que, después de más de un cuarto de siglo de eterna devoción, el conde comenzará a buscar atenciones en algún otro lugar. ¡En ocasiones creo que Drácula desea que se le preste atención tanto como ansía la sangre!
Lo anterior no es sino un pequeño fragmento de «El hombre que consagró su vida a Drácula», un completo artículo/entrevista con el autor de Hollywood gótico, David J. Skal, realizado recientemente por Eduardo Bravo para la revista Yorokobu. Puedes (¡y desde luego deberías!) leerlo íntegro aquí.
En la prensa • Entrevistas
David J. Skal, Hollywood gótico Sin comentarios
jueves 31 de diciembre de 2015
Seguro que esto ya lo debo de haber comentado alguna que otra vez, pero nunca está de más repetirlo: a la hora de crear una portada, ir a dar con el ilustrador indicado equivale a tener como poco el 50 % del trabajo hecho. Al margen de que exista un concepto inicial más o menos claro —o de que admita más o menos variaciones—, cuando el ilustrador tiene un tono y una sensibilidad verdaderamente afines al contenido del libro lo normal es que el resultado final acabe siendo el apropiado, sin importar lo mucho que pueda haberse alejado de la idea original que tuvieras en la cabeza (las cubiertas de Lemmy: la autobiografía y Señores del caos son dos buenos ejemplos de ello). Por eso, cuando firmamos el contrato para publicar en castellano Hollywood gótico: la enmarañada historia de Drácula, de David J. Skal, pensé de inmediato en Javi Godoy como ilustrador de la portada. Basta echar un vistazo al blog de Javi para apreciar, aparte de su destreza con el pincel, un evidente cariño por las películas clásicas de monstruos en general y por figuras como Lugosi y Karloff en particular. Afortunadamente, también es fan de Monster Show, otro libro de Skal que traduje hace unos años para Valdemar, y aceptó la oferta a la primera.
Aunque el ensayo de Skal trata la figura de Drácula en general, es indudable que la parte del león se la lleva la adaptación dirigida por Tod Browning para Universal en 1931, por lo que estaba claro que uno de los elementos centrales de la imagen debía de ser Bela Lugosi. Por otra parte, también tuve bastante claro desde el principio que quería encerrar el título del libro en una silueta de murciélago. Así pues, preparé para Javi el montaje que podéis ver sobre estas líneas para que tuviera una idea del espacio que iba a ocupar la rotulación, acompañado del siguiente comentario: «La cosa sería tener ahí a Lugosi en primer plano y un típico cementerio de la Universal en segundo. Había pensado que en algunas de las lápidas, quizá en dos o tres de ellas, podrían incluso ir en pequeñito retratos de Christopher Lee y Jack Palance en sus respectivos Dráculas, en marcos circulares, como las típicas fotos que se ponen en las tumbas».
Lo primero que me propuso Javi fue utilizar de fondo un castillo que funcionaba de maravilla (es lo que más lamento haber perdido de estos primeros bocetos) y una colocación alternativa para las figuras de Lee y Palance. Asimismo me envió varias propuestas de coloreado que son las que podéis ver sobre estas líneas. Desde el principio tuvimos claro que íbamos a utilizar una paleta limitada, inspirada en la de los carteles de cine de los años treinta. Me sigue gustando mucho el tono azul de los dos primeros bocetos (un homenaje al Drácula ilustrado por Harry Borgman, que a los dos nos encanta), pero sugerí probar también con el verde, como en el póster realizado en 1938 para el primer reestreno de la película de Tod Browning (que podéis ver también en el vínculo anterior). Por otra parte, aunque tener tres versiones distintas del conde en la cubierta ayudaba a dejar clara la idea de que el libro trata sobre Drácula en general y no sólo sobre el de Lugosi, me parecía que la composición no terminaba de funcionar. Demasiados señores con capa. Así pues, le propuse a Javi incluir en la imagen a Gloria Holden, la actriz que interpretó a La hija de Drácula en la película homónima.
A partir de este momento, para ahorrar tiempo, empezamos a trabajar directamente con fotos que nos permitieran hacernos una idea de qué tipo de composición funcionaba mejor. Ésta que me envió Javi ya me iba gustando más, pero no acababa de ver pertinente la inclusión de Luna, el personaje de Carroll Borland en La marca del vampiro, ya que me parecía que se alejaba demasiado del mensaje esencial de la imagen, que debería ser «los múltiples rostros de Drácula». Tras un animado intercambio de correos en el que nos fuimos proponiendo diversos personajes y debatiendo sus méritos para hacerse con un hueco en nuestra portada, nos dimos cuenta de que teníamos tantos dignos de ser ilustrados que limitarnos a tres iba a resultar muy complicado, por lo que quizá convendría buscar otra composición que nos permitiese incluir más, pero a ser posible sin recargar la imagen. De entre tres o cuatro propuestas que le hice a Javi, la que más le gustó fue la de «recrear el célebre cartel de Lugosi detrás de la telaraña (el que es completamente rojo), cambiando las caras de los actores de la peli por las caras de personajes citados en el libro».
Dicho y hecho, Javi empezó a trabajar en esta nueva idea, de la cual podéis ver aquí un par de versiones. El objetivo, como ya he comentado antes, era reflejar la multitud de variantes inspiradas por el personaje original, de ahí que decidiéramos incluir interpretaciones tan alejadas entre sí como Nosferatu y Blacula y que optásemos por el Christopher Lee de la película de Jesús Franco antes que por el más clásico de la Hammer. El abuelo Munster, que era otro de nuestros candidatos, se acabó quedando fuera por la misma razón: no dejaba de ser otro señor con capa, mientras que Gloria Holden aportaba mayor variedad visual. Una vez decidido el sexteto definitivo y sus respectivas ubicaciones, Javi se puso manos a la obra. En las siguientes imágenes podéis ver diversas etapas del proceso.
Los elegantes y detallados lápices de Javi Godoy.
Dos momentos del proceso de entintado. Fotos: Javi Godoy.
Versión final de la ilustración.
Una vez terminada la ilustración, Javi me pasó en una capa aparte la imagen de la telaraña para que pudiéramos probar distintas colocaciones (finalmente, optamos por situarla detrás de Lugosi por motivos evidentes). También me pasó dos opciones de color: una en verde, que a ambos nos parecía más elegante y contrastada, y otra en rojo, indudablemente más llamativa a primera vista y más cercana al cartel original que estábamos homenajeando, pero que se «comía» o «emplastaba» un poco el dibujo. En cualquier caso, las dos nos gustaban y sabíamos que iba a ser el típico caso en el que, nos decidiéramos por la que nos decidiéramos, luego íbamos a echar de menos no haber visto realizada la alternativa. Así pues, optamos por imprimir las dos y que fuese el comprador quien en última instancia escogiese su favorita. Y eso hicimos. El resultado final (o resultados) lo tenéis a continuación:
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David J. Skal, Hollywood gótico, Javi Godoy Sin comentarios
martes 31 de marzo de 2015
Las pruebas de interiores del libro, desparramadas por el suelo del despacho.
El próximo 13 de mayo llegará a las librerías el ensayo Hollywood gótico: la enmarañada historia de Drácula, de David J. Skal, autor del monumental Monster Show, una historia cultural del horror, que tuve el placer y la buena fortuna de traducir para Valdemar hace unos años. En este caso, Skal centra su inquisitiva mirada y sus dotes de investigador en la figura del vampiro por antonomasia, trazando la evolución del personaje de Bram Stoker a partir de sus antecedentes literarios y la creación de la novela hasta su conversión definitiva en icono cultural gracias al teatro y, sobre todo, el cine.
A la izquierda, imagen utilizada para la edición original. A la derecha,
la utilizada para la nuestra, escaneada a partir de una nueva fuente.
Nuestra versión de Hollywood gótico está realizada a partir de la edición ampliada publicada por Faber & Faber en 2004, pero cuenta con varias diferencias. Para empezar, varias de las ilustraciones contenidas en la edición de 2004 han sido reemplazadas a instancias del propio Skal, que nos proporcionó nuevas imágenes que le parecían más adecuadas que las previamente utilizadas. Además de eso, teniendo en cuenta que nuestra edición tiene más páginas que la de Faber (al ser el castellano un idioma menos sintético que el inglés, es habitual que las traducciones suelan ocupar en última instancia más espacio que el original), hemos complementado el texto con una quincena de imágenes completamente nuevas, algunas de ellas verdaderas rarezas, como una magnífica caricatura de Bela Lugosi extraída del pressbook original del Drácula de Tod Browning o una estilizada ilustración de Raymond Huntley (que interpretó al conde en los escenarios londinenses en los años veinte en la primera encarnación teatral de la obra). Por último, las imágenes restantes se han restaurado en la medida de lo posible, trabajando en la mayor parte de las ocasiones a partir de nuevos escaneados de materiales mejor conservados que los previamente utilizados (podéis ver un par de ejemplos en las imágenes que ilustran esta entrada). En definitiva, creo que Hollywood gótico es el libro al que más trabajo hemos dedicado desde que lanzamos la editorial y lo cierto es que no podríamos estar más satisfechos con el resultado.
Otra de las imágenes sustituidas, en este caso escaneada a partir de la misma
fuente y tratada digitalmente para corregir la exposición.
Como guinda del pastel, hemos tenido la suerte de poder contar con Javi Godoy para que nos ilustrara la portada del libro (a la que, por supuesto, dedicaremos una entrada en breve). Además de ser un ilustrador como la copa de un pino (si no seguís habitualmente su blog, no sé a qué esperáis), Javi comparte con nosotros muchas obsesiones (los dinosaurios, las pelis de monstruos, la estética pulp) que le hacían sin duda el hombre más indicado para una portada como ésta. Y el resultado no sólo ha estado a la altura de lo que esperábamos sino que ha ido más allá incluso. Tanto nos ha gustado, de hecho, que vamos a publicar dos versiones de Hollywood gótico. Una con la portada en verde, que podríamos considerar la principal y que será la que se distribuya en librerías el día 13, y una variante en rojo (de la que sólo haremos 500 ejemplares) que recalca de manera más manifiesta el homenaje al célebre cartel de Lugosi que nos sirvió de inspiración. A continuación, os dejo los detalles del libro, incluido el consabido adelanto de las primeras páginas para que vayáis, nunca mejor dicho, hincándole el diente.
Hollywood gótico: la enmarañada historia de Drácula
David J. Skal
ISBN: 978-84-940298-9-9
416 páginas. 130 ilustraciones.
PVP: 18,50 €
Portada en alta
Descárgate un adelanto
La imagen primordial del conde Drácula se ha convertido en una presencia continua e indeleble en el imaginario colectivo moderno. David J. Skal, autor de estudios fundamentales como Monster Show, centra en esta ocasión su incisiva mirada y su talento investigador en los orígenes, la historia y la infinidad de lecturas de uno de los iconos más universales del terror y la cultura popular, trazando la implacable trayectoria del más arquetípico de los vampiros, desde sus orígenes literarios y su paso por el teatro y el cine hasta su última reencarnación como moderno producto de consumo, raspando el barniz populista para sacar a la luz todo cuanto este complejo, contradictorio y desconcertante príncipe de las tinieblas revela sobre todos nosotros.
«Cualquiera interesado en el Drácula de Bram Stoker se va a encontrar con un libro indispensable».
Ray Bradbury
«Una crónica absorbente. Con el talento propio de un novelista, Skal escribe la biografía de uno de los iconos dramáticos más populares del siglo. Excepcional».
Booklist
«Meticulosamente documentada, escrita con entusiasmo y repleta de imágenes poco vistas, la historia de Drácula se lee como una novela en sí misma».
The San Francisco Bay Guardian
«Skal sigue las huellas del vampiro más popular de Transilvania con grandes dosis de ingenio y la habilidad de un buen detective».
The New York Times Book Review
«Fascinante. Va más allá de los límites habituales de la documentación para alcanzar algo cercano a la arqueología».
American Cinematographer
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David J. Skal, Es Pop Ediciones, Hollywood gótico, Javi Godoy Sin comentarios
sábado 26 de septiembre de 2009
Diane Arbus fotografiando un concurso de belleza, por William Gedney, 1967.
«Quiero fotografiar todas las ceremonias dignas de consideración de nuestro presente porque, mientras vivimos el aquí y el ahora, tendemos a percibir únicamente aquello aleatorio, estéril e informe. Mientras lamentamos que el presente no sea como el pasado y perdemos la esperanza de que se transforme en el futuro, sus innumerables e inescrutables hábitos permanecen a la espera de un significado».
Diane Arbus
Ya he mencionado aquí en alguna que otra ocasión el libro Monster Show, de David J. Skal, que traduje hace unos años para la colección Intempestivas, de Valdemar. Hoy lo vuelvo a traer a colación debido a una foto de Diane Arbus que vi hace poco en el tumblr de Monster Crazy. La foto aparece mencionada, pero no reproducida, en el libro de Skal, y hacía tiempo que tenía curiosidad por verla, ya que el capítulo dedicado a Arbus me parecía y me sigue pareciendo uno de los más sugerentes. Luego se me ha ocurrido seguir buscando otras de las instantáneas citadas y he acabado localizando varias, lo que a su vez me ha llevado a pensar en una de las grandes ventajas que va a tener el libro electrónico sobre el de papel (de las desventajas ya hablamos otro día), que va a ser precisamente el de manipular, indexar y ampliar la información al gusto de cada lector. En una versión en html manipulable de Monster Show, por ejemplo, uno podría ir añadiendo sus imágenes favoritas de Arbus para ilustrar el texto o vincular a otras webs o a la wikipedia para ampliar información (adiós a las notas a pie de página)… ¡o incluso incrustar fragmentos de las películas mencionadas sacados de Youtube! Ya me veo, en un futuro no muy lejano, a los usuarios compartiendo «sus» versiones de sus libros favoritos y a los lectores descargándose unos u otros dependiendo de lo completas e interesantes que resulten sus modificaciones y aportaciones. Mientras llega el día, aquí dejo (con unos cuantos añadidos, por supuesto) un par de fragmentos de Monster Show que hablan de la influencia ejercida sobre Diane Arbus por la película La parada de los monstruos, de Tod Browning .
Un circo en Camelot
Arbus ya había tomado algunas fotografías de gemelos y enanos, pero el descubrimiento de la película de Browning la armó de coraje. Comenzó a frecuentar uno de los últimos espectáculos de fenómenos de feria existentes en Norteamérica, el Museo Hubert de la calle 42. En carne y hueso, los monstruos eran incluso más perturbadores y atractivos que los de la película. Según [Susan] Bosworth, la reacción de Arbus ante la mujer gorda, el chico foca y el hombre de tres piernas fue un ataque de emoción visceral, acompañado de sudores fríos y palpitaciones. En un primer momento los fenómenos se mostraron distantes, pero gradualmente fueron aceptando la intensa presencia de la mujer de pelo negro y consintieron el escrutinio de su cámara. A Arbus no debió escapársele un eco del diálogo más famoso de La parada de los monstruos, que sin duda le regocijó: La aceptamos… ¡una de los nuestros!
Arbus retrató a sus modelos con una cámara Rollei de formato cuadrado y película de grano fino en blanco y negro, anhelando catalogar sin concesiones unas imágenes previamente prohibidas o deliberadamente ignoradas por la fotografía moderna. Los deformes. Los retrasados. Los sexualmente ambiguos. Los agonizantes y los fallecidos. Todo aquello que la gente deseaba ver, pero se le había enseñado que no debía hacerlo. Arbus le confesó a su mentora, Lisette Model, que deseaba fotografiar «el mal». El mal, para ella, era evidentemente un sinónimo de todo aquello que fuera tabú. Y a pesar de que pocos argumentarían que Arbus llegase a fotografiar algo genuina o destructivamente malvado, ciertamente creó para sí una imagen de «chica mala» que permaneció sin rival hasta la ascendencia de Robert Mapplethorpe en los años ochenta. También Mapplethorpe utilizaría el formato cuadrado y el blanco y negro, yuxtaponiendo una imaginería prohibida con el artificio de la naturaleza muerta clásica. Arbus evitaba las composiciones estudiadas pero tenía sus propios y reconocibles manierismos que evocaban los rostros muertos pero aparentemente vivos de los daguerrotipos y el formalismo embalsamado de los museos de cera. […]
Arbus entendió la América de Tod Browning mejor que nadie. Vio que los «monstruos» estaban por todas partes, que el conjunto de la vida moderna podía interpretarse como un circo tétrico, impulsado por sueños y terrores cotidianos de alienación, mutilación y muerte. Las familias de clase trabajadora emergían a través de la lente implacable de Arbus como habitantes de una feria existencial suburbana. Las viudas acomodadas eran primas cercanas de los travestidos de Times Square. Sorprendido en el momento adecuado, prácticamente cualquiera podía parecer retrasado. Norteamérica, al parecer, no era sino una feria de monstruos. Fue una revelación, una causa, un credo.
Al año siguiente de haber descubierto La parada de los monstruos, Arbus se topó con el Drácula de Tod Browning, no en un cine sino tatuado en el tronco de un hombre que se hacía llamar Jack Drácula. También se había hecho tatuar la palabra DRÁCULA en la parte interior del labio inferior. El monstruo de Frankenstein ocupaba un lugar preferente, justo por encima de su ombligo; cerca de él acechaba el Fantasma de la Ópera, acompañado de varios murciélagos, serpientes, hombres lobo, diablos, gules, dragones alados y pájaros de presa. En total, tenía más de trescientos tatuajes, el primero de los cuales, según dio a conocer Arbus, había sido la imagen de una bisagra de acero implantada en el pliegue interior del codo. Llevaba los nombres de BORIS KARLOFF, BELA LUGOSI y LON CHANEY permanentemente grabados en la piel. […] Pero Jack había ido un paso más allá de los aficionados de salón, sirviéndose de los monstruos como vehículo para una auténtica transformación física. Al igual que su tocayo vampiro, Jack debía evitar una prolongada exposición a la luz del sol; sus diseños, sensibles a la luz, contenían tintes permanentes que podían devenir venenosos. […]
Inevitablemente, Arbus buscó presas mayores que las que podían ofrecer los espectáculos de Times Square. Dan Talbot, director de la New Yorker Film Society, fue vagamente consciente de la presencia de Arbus en su cine durante la semana que duró la reposición de La parada de los monstruos. «Se sentía tan atraída por lo grotesco que no me sorprendió». Más tarde, Talbot actuaría como intermediario cuando Arbus quiso fotografiar a una envejecida Mae West para la revista Show. «Accedí con ciertas reservas», recordaría luego Talbot. Se había ganado la confianza de la notoriamente huidiza estrella mediante un intercambio de correspondencia desarrollado durante el transcurso de un ciclo para recuperar sus películas. A pesar de la reputación de Arbus como respetada fotógrafa de modas (sus imágenes más perturbadoras todavía no habían tenido apenas difusión) a Talbot le inquietaban sus motivos. Sus peores temores se vieron confirmados con la publicación del reportaje. Las despiadadas imágenes de Arbus (una mostraba a la estrella acurrucada en su cama junto a un mono cuyas heces, según se le hacía saber al lector en los escuetos textos de apoyo, poblaban liberalmente la blanca alfombra que cubría la estancia) habían convertido a la marchita reina del sexo en un espectral fenómeno de feria. Talbot recibió una lacerante postal de West, cuyos abogados amenazaron al editor de la revista. Pero Arbus continuó persiguiendo su nueva estética macabra con la pasión de un fanático.
A la sombra de la monstruomanía [de los años sesenta] el editor James Warren, la contrató para documentar a un grupo de lectores de su revista [Famous Monsters of Filmland]. La foto resultante, titulada Bronx, Nueva York, 1964: encuentro con los Famous Monster, no llegó a publicarse, pero fue descrita en un artículo de la revista Rolling Stone en 1974. La fotógrafa agrupó a los cinco jóvenes frente a una casa en ruinas. Sus rostros permanecían ocultos bajo horribles máscaras. Cuando la mano de uno de los chicos, nerviosa o inadvertidamente, tocó su entrepierna, la fotógrafa abrió el obturador.
Diane Arbus, la madre de los malditos, había encontrado su imagen.
· Más sobre Arbus, en este extraordinario especial de la revista Shangri-la.
· Otro artículo más breve, aquí, y un tercero profusamente ilustrado aquí.
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David J. Skal, Diane Arbus, Monster Show 4 comentarios