Hollywood Delux
Reseña de El otro Hollywood, aparecida en el nº 273 de Rockdelux.
Reseña de El otro Hollywood, aparecida en el nº 273 de Rockdelux.
Siempre hace ilusión que alguien te diga que le ha gustado el libro que has editado, porque, leches, para eso lo haces (entre otras cosas). Pero si que te lo digan hace ilusión, más ilusión hace aún que lo dibujen. Y eso es lo que ha hecho esta mañana Manel Fontdevila en su blog del diario Público:
¿Qué más puedo decir aparte de «Muchas gracias, Manel»? Si acaso, que la foto a la que se refiere es a ésta y que, efectivamente, es lo mejor del libro. Y bueno, ya que estoy, después de la alegría que me ha dado Manel, aprovecho para enlazar un par de artículos más que han ido apareciendo en la web sobre los libros de Es Pop:
Una reseña de El otro Hollywood que hicieron en febrero en Banda Deseñada y que se me pasó enlazar la última vez.
Una reseña de Los trapos sucios en Llegir en cas d’incendi.
Otra reseña de Los trapos sucios en Metal Trip.
Y por último una entrevista que me ha hecho Javier Patón para Metronome en la que tampoco es que diga nada demasiado nuevo, porque me repito más que el ajo, pero que ahí está.
Según informaba AP hace unas escasas horas, la actriz Marilyn Chambers ha fallecido a los 56 años de edad por causas hasta el momento desconocidas. Chambers fue en 1972 la protagonista de Tras la puerta verde, una de las primeras grandes producciones del cine porno (responsable, junto a Garganta profunda, de lanzar el fenómeno conocido como «porno chic», que dio cierta legitimidad al género y lo sacó de los sórdidos cines para adultos de la época para convertirlo en un producto de consumo mucho más mayoritario).
Previamente, Chambers había sido modelo y actriz convencional (tuvo un pequeño papel en la comedia de Barbra Streisand El búho y la gatita) y accedió a participar en Tras la puerta verde porque pensaba que, teniendo en cuenta el clima de liberación sexual y los cambios sociales vividos a finales de los sesenta y primeros de los setenta, sería beneficioso para su carrera, pero no fue así:«Cuando pasó a presentar The Tonight Show, Sammy Davis Jr. quiso llevarme de invitada. Pero The Tonight Show no estaba preparado para mí. La pornografía tenía connotaciones negativas y ahora empezaba a ver las consecuencias. Yo había creído que iba a ser un trampolín hacia cosas más importantes y mejores. Pensé que me ganaría la atención del público y que luego me tomarían en serio como artista. En realidad quería ser como Ann-Margret. Pero eso nunca pasó. En vez de eso, me decían: «Básicamente, no eres más que una puta que ha follado en pantalla». Me quedé hecha polvo, porque no era así como me veía a mí misma ni como veía las películas. Pero también era un punto de vista muy hipócrita, porque luego todo el mundo quería conocerme y hablar conmigo».
Durante el resto de su carrera, Marilyn Chambers seguiría combinando el cine porno (en películas como La resurrección de Eva, Insaciable y Up’n’Coming) con trabajos ocasionales al margen de la industria del sexo, de los cuales el más memorable sea posiblemente su intervención en Rabia, la película de David Cronenberg de 1977. En 1999, Chambers volvió a salir en las noticias gracias a su publicitado «regreso» al cine porno (en realidad nunca lo había dejado, aunque para el gran público hacía tiempo que había desaparecido del radar) con Todavía insaciable, película que rodó a los 47 años y que cuenta con la peculiaridad de estar escrita por Legs McNeil, autor de Por favor mátame y de El otro Hollywood.
Aquí os dejo precisamente un extracto en PDF de El otro Hollywood en el que Marilyn Chambers recuerda el rodaje de su película más famosa junto a otros compañeros de reparto y junto a los hermanos Mitchell (directores del film). Pincha aquí para leerlo.
Parece que algunos medios empiezan a interesarse por Es Pop Ediciones. Ayer salió publicada en El Mundo de Baleares una entrevista que me hizo Laura Jurado a propósito del lanzamiento de nuestros dos primeros títulos y esta misma semana también se ha distribuido el número de marzo del periódico La Gran Ilusión, de distribución gratuita en los cines Renoir, en el que aparece otra entrevista que me hizo hace unos días Paco Mateo. Esta última me complace particularmente porque está enteramente dedicada a hablar de El otro Hollywood, el libro de Legs McNeil, Jennifer Osborne y Peter Pavia que repasa cincuenta años de historia de la industria del cine porno. Y digo que me complace particularmente porque, si bien Los trapos sucios era ya un libro bastante conocido entre su público potencial, a El otro Hollywood, por su temática, le viene bien cualquier empujoncito que contribuya a disipar posibles prejuicios o ideas preconcebidas acerca de su contenido. Por una parte me da un poco de pudor colgar ambas entrevistas aquí, pero por otra, qué caray, una vez hechas, cuanto más se lean mejor. Y eso, además, me permite tener una excusa para volver a mencionar los títulos de ambos libros varias veces más; a ver si así vamos multiplicando las referencias en Google, oiga.
Para ver las entrevistas a tamaño legible, pincha sobre las imágenes. Por cierto, que la foto con la que han ilustrado la entrevista en El Mundo ya tiene un par de añitos. Soy yo en el plató de Smonka!, el programa concurso de Paramount Comedy, junto a mi antigua lavadora, la cual doné para que sirviera de atrezo en el programa. ¡Una pena que mi única aportación al «universo chanante» fuera meramente física!
Como ya comenté en la entrada dedicada al proceso de diseño de la portada de Los trapos sucios, mi primer impulso es respetar las portadas originales cuando son oportunas y existe la posibilidad de reproducirlas, pero en el caso de El otro Hollywood, una historia oral y sin censurar de la industria del cine porno, nos dimos de bruces con el mismo problema que con el libro de Mötley Crüe: el estudio de diseño propietario de la imagen original parece haber desaparecido y no hubo manera de hacerse con los derechos. Así pues, de vuelta al tablero.
En este caso, el concepto principal de la portada se le ocurrió a Manuel Bartual cuando todavía el libro no estaba ni terminado de traducir. Si en la edición norteamericana habían elegido poner el énfasis en el contraste entre el Hollywood tradicional y el erótico, combinando la imagen de la fachada de un cine con una foto de Marilyn Chambers sobre un glamuroso fondo de focos y edificios, nosotros optamos por ir directamente al grano y mostrar directamente una escena sacada de una película porno, recortada de tal manera que el acto en sí quedara implícito pero aun así resultara evidente.
La idea de Manuel me entusiasmó de inmediato, pero había un par de detalles que no me acaban de convencer, principalmente la utilización de las tres bandas negras para el texto y la elección de unos colores tan «punk», de modo que le envié un contra-boceto, uniendo todo el texto en el bloque central, cambiando el amarillo por el naranja y acercando un poco más el plano al rostro de ambos actores. Y así quedó la cosa durante lo mínimo medio año, a la espera de que yo acabara de traducir el libro y llegara el momento de ponerse a trabajar de verdad en la realización. Entre medias, quedaba la ardua tarea (ejem) de revisarse decenas y decenas de películas porno en busca de una escena apropiada (las imágenes utilizadas para los bocetos habían salido de una captura de pantalla hecha a vuelapluma).
Sin embargo, cuando ya parecía que lo teníamos todo claro, revisando un libro de viejos carteles de cine que tenía en casa, se me ocurrió que a lo mejor podía ser interesante utilizar el mismo concepto de Manuel pero aplicándolo a imágenes del Hollywood clásico, con el objetivo de, en cierto modo, subvertirlas con la intención de subrayar esa dicotomía, tan bien tratada en el libro, entre la industria cinematográfica «legítima» y la del porno, que no sólo no están tan separadas como en un principio podría parecer sino que en muchos casos se solapan. Así que rápidamente preparé este otro boceto que podéis ver aquí abajo a la derecha.
A Manuel le gustó mucho la idea, pero me sugirió que buscara otras imágenes en las que los rostros tuvieran unas dimensiones más similares, porque de otro modo la portada quedaba un poco descompensada. Esto presentaba una dificultad añadida, ya que por necesidades legales debíamos atenernos a imágenes pertenecientes a películas de los años veinte actualmente en dominio público. En cualquier caso, encontré otra que, con un par de mínimos retoques, se adaptaba perfectamente a lo que necesitábamos. El resultado final, lo podéis ver abajo a la izquierda, ya con las tipografías definitivas, tal y como habría quedado si hubiera llegado a publicarse. Mientras tanto, Manuel, que seguía trabajando en la otra versión de la portada, decidió prescindir del tratamiento original y sustituyó las tramas que había aplicado en un primer lugar por un fondo de manchas y churretones que, una vez superpuesto a las imágenes elegidas, le daba a la portada un aire a película pringosilla de los setenta realmente apropiado. A mí me gustó tanto que, en algún que otro momento de actividad febril, llegué incluso a plantearme seriamente prescindir de cualquier tipo de imágenes para utilizar como portada únicamente los bloques de color salpicados de manchas, tal y como podéis ver abajo a la derecha. De hecho, no estoy seguro de que para este libro hubiera sido la elección correcta, pero sí que estoy convencido de que quedaría de maravilla como portada de algún título de narrativa contemporánea (como la que hizo Frank Miller para el Gravity’s Rainbow de Thomas Pynchon, aunque ésta yo se la pondría más bien, así a bote pronto, a Las partículas elementales de Houllebecq).
Finalmente, nos encontramos con que teníamos dos portadas y que las dos nos gustaban mucho. Los amigos a los que se las mostramos se declararon igualmente divididos. Por un lado, estaba la elegancia y la sugerencia de una frente a la contundencia y la claridad de la otra. En última instancia (y debo reconocer que también debido a algo de cobardía por mi parte) nos quedamos con la fotográfica, ya que nos parecía que era la más segura, la que mejor describía el tipo de material que iba a encontrar el lector dentro del libro; no queríamos que nadie fuera a pensar que se trataba de un cúmulo de anécdotas acerca de las costumbres sexuales de los actores del Hollywood clásico u otra especie de Hollywood Babilonia, ni que el público objetivo de la obra (si es que realmente existe eso) pudiera pasar de largo ante una portada que no hiciera referencia directa al porno. Todavía hoy me sigo cuestionando si hicimos bien y sigo fantaseando con que el libro llegue a venderse lo suficientemente bien como para hacer una segunda edición con la otra portada. Así al menos me ahorraré tener que elegir; podré quedarme con las dos. ¡Ah! La definitiva, por si no la habéis visto, es ésta:
Como quizá hayáis visto ya en la columna de al lado, Es Pop Ediciones se estrena con dos títulos a priori bastante jugosos. El primero de ellos, Los trapos sucios (The Dirt en el original), es la autobiografía de Mötley Crüe, un grupo al que, debo reconocer, nunca había seguido con demasiado entusiasmo, al margen de conocerme un par de canciones prácticamente inevitables para cualquier roquero de mi generación, como «Shout at the Devil» o «Kickstart My Heart». Sin embargo, después de haber traducido sus andanzas, me han convertido en fan de por vida. Y esto no lo digo sólo para vender (que también) sino para aclarar que no hace falta ser admirador del grupo, ni tan siquiera haberles oído jamás, para disfrutar de un libro ampliamente considerado como uno de los textos básicos de la historia del rock. No os voy a engañar, también hay quien considera Los trapos sucios una cumbre del mal gusto, pero supongo que si, como a mí, os interesa indagar en la trastienda y las alcantarillas del rock and roll, la promesa de un relato repleto de excesos, salvajadas e inevitable decadencia no hará sino estimular aún más vuestro apetito. En cualquier caso, no pretendo que os fiéis de mi palabra (al menos no todavía) así que lo mejor será dejaros este enlace en el que podréis descargaros un adelanto con las 23 primeras páginas del libro en pdf. Si os gustan, no dudéis que os encantará el resto. Si os parecen excesivas, será mejor que no sigáis leyendo porque, creedme, la cosa va a más.
El segundo libro de Es Pop Ediciones también tiene sus momentos escabrosos, pero no se queda sólo en eso, abarcando la vida de tantos personajes y barajando tantos sucesos, acontecidos durante un período de más de cuatro décadas, que bien podríamos considerarlo, y no exagero, un Vidas cruzadas del periodismo o un equivalente pop de Elegidos para la gloria, sólo que lo que montan en este caso los «elegidos y elegidas» no es precisamente el Apolo. Estoy hablando de El otro Hollywood, una historia oral y sin censurar de la industria del cine porno. Los que hayan leído Por favor mátame, la historia oral del punk, ya conocerán el enfoque de su autor, Legs McNeil, consistente en entrevistar a cientos de personas para luego construir una narración alternando y contraponiendo las declaraciones de unos y otros. En este caso, McNeil y sus coautores, Jennifer Osborne y Peter Pavia, recrean la historia del cine porno, desde las primeras películas «picantes» de los años cincuenta hasta el complejo multimillonario en el que se ha convertido hoy en día, a través de las voces no sólo de actores, actrices, productores y directores de la industria sino también de aquellos fiscales y agentes del FBI que les persiguieron, todo ello aderezado por perlas ocasionales tanto de simpatizantes como detractores. En resumen, una visión global, compleja y muy completa de un mundo que, os guste o no como producto, forma parte de nuestras vidas de una manera u otra. Una vez más, creo que lo mejor será no extenderse demasiado y dejaros a cambio este otro link con dos capítulos completos de muestra para que les echéis un vistazo y os forméis vuestra propia opinión. Espero que os gusten.