Cultura Impopular

El blog de Espop Ediciones

martes 3 de febrero de 2009

Cubriendo los trapos sucios

Mi amigo Pepón posando con la edición original de Los trapos sucios.

Generalmente soy de la opinión de que, si un libro está bien diseñado, lo mejor que puedes hacer es respetar, en la medida de lo posible, la edición original. En el caso de Los trapos sucios, la portada ideada por Bau-da Design para el mercado norteamericano me parecía realmente apropiada. Como podéis ver en la foto de arriba, Daniel Carter, el director artístico del proyecto, eligió como imagen una botella de Jack Daniel’s envuelta en llamas, en cuyo interior se adivinan las peligrosas curvas de una mujer anónima, posiblemente de mal vivir; una decisión inspirada que automáticamente ilustra varios elementos recurrentes en el libro (cuando los Mötley no están dándole a la botella es porque están «empujando» o quemándole los bajos del pantalón a Nikki Sixx). Más allá de la literalidad, es una portada que (a mí al menos me) transmite rápidamente varias ideas: exceso, intensidad, sexo, rock and roll. En ese sentido, es perfecta para este libro y mi intención era utilizarla también para la edición española. Lamentablemente no conseguí hacerme con los derechos de reproducción, pues Bau-da, que es quien ostenta el copyright, parece haber desaparecido como empresa: hace meses que no actualizan su web (echadle un vistazo de todos modos; tienen algunas cosas chulas) y su servidor me devolvió todos los correos que les envié interesándome por su diseño. Lo cual, lógicamente, nos obligó a buscar una alternativa. Afortunadamente, flickr acudió al rescate el día que Rai Robledo publicó esta foto:

Kickstart My Heart, por Rai Robledo, en Flickr.

Automáticamente, se me encendió la bombilla: si en Estados Unidos habían metido a la chica dentro de la botella… ¡nosotros volveríamos a sacarla! (ejem). La auténtica revelación, hablando en serio, fue comprobar que Rai, partiendo de unos elementos y una estética radicalmente distintos, había sido capaz de transmitir con su foto las mismas sensaciones que, en su momento, me había suscitado la imagen original de Bau-da: chicas guapas, rock and roll, actitud a raudales. Y eso nos abrió nuevas vías en un momento en el que, a lo mejor, andábamos (yo al menos) demasiado obsesionados por emular conceptualmente la portada norteamericana. A mi entender, sólo faltaba un elemento absolutamente imprescindible para Mötley Crüe: el cuero. Tras consultarlo con Manuel Bartual, firmante de la maqueta tanto de Los trapos sucios como de El otro Hollywood y mi gurú espiritual para todo lo relacionado con el diseño, coincidimos en que sería una buena idea intentar recrear la actitud destilada por la foto de Rai, pero combinándola con esta otra imagen:

Se trata de la portada de Too Fast For Love, el primer disco de los Mötley Crüe, y lo que estáis viendo es el paquete de Vince Neil, el cantante del grupo. ¿Nuestra brillante idea? Sustituir la entrepierna masculina por una femenina. ¡Chúpate esa, Einstein! Y ya que estábamos, ¿por qué no ponerle a la chica una botella de Jack Daniel’s en las manos? Para no meternos en problemas de derechos con los de Tennessee, se me ocurrió confeccionar una etiqueta falsa de marca Los trapos sucios y pegársela a la botella. De ese modo, matábamos dos pájaros de un tiro: además de brindarle nuestro pequeño homenaje al Too Fast For Love, me parecía un buen modo de hacer referencia al diseño original de Bau-da. Sin embargo, el día de la sesión fotográfica bastaron cinco minutos para dejar bien claro que ambos conceptos se daban de bruces. Por una parte, las caderas embutidas en cuero de Monelle, la modelo, desprendían suficiente actitud rockera por sí solas; el atrezo no sólo demostró ser innecesario sino también un estorbo. Adiós a mi idea de hacerle cargar a Monelle, además de con la botella, con una guitarra en bandolera, un bajo, dos o tres timbales y un Marshall de 300 kilos.

Por otra parte, me gustaba mucho cómo había quedado la etiqueta y empezaba a sospechar que podía tener entidad suficiente como para llegar a ser la imagen de portada, de modo que me puse a hacerle fotos a la botella en vez de a la modelo. Dicho así parece mala idea, ¿verdad?

Supongo que la balanza empezó a inclinarse definitivamente el día que Manuel me envió este montaje que podéis ver aquí debajo. A veces creo que se pegó el curro única y exclusivamente para convencerme, porque él sí que tuvo claro cuál era el camino a seguir desde el primer momento en el que vio la falsa etiqueta. Es uno de los motivos por los que me gusta trabajar con él, pero no el único.

Otro de ellos es que no le importa darle vueltas a las cosas y explorar nuevas vías por muy avanzado que esté el proceso. Esta prueba que veis abajo la hizo en un par de minutos después de tener el libro ya completado y a punto de enviar a la imprenta. Hacía días que habíamos decidido utilizar la otra portada pero, a última hora, a mí me entró un ataque de pánico; quería hacer un intento con una de las fotos que más me gustaban de la sesión con Monelle para asegurarme de que no estuviéramos equivocándonos. Sinceramente, creo que cualquier otro me hubiera mandado a freír espárragos. ¡Y con razón!

Evidentemente, esto sólo es un boceto apresurado; podríamos haberle dado más vueltas y creo que habríamos acabado teniendo una portada bastante decente, pero eso es lo de menos. Lo importante es que bastó para reafirmarme en que habíamos tomado la decisión correcta. Tengo amigos que siguen prefiriendo la portada fotográfica, pero en última instancia creo que la definitiva es bastante más original y, desde luego, llamará mucho más la atención en las librerías. Aunque, como siempre, la decisión final queda en vuestras manos. Aquí está:

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