Caras de cartón
Ya sabéis que ocasionalmente, y sin abusar, me gusta dejar aquí constancia de algunos de los trabajos que voy traduciendo para otras editoriales, ya sean libros o tebeos. Después de todo, la traducción sigue siendo mi primera fuente de ingresos (si alguien pensaba que vivo exclusivamente de la editorial, lamento tener que desengañarle; ¡qué más quisiera yo!). De lo que no suelo hablar casi nunca, sin embargo, es de las traducciones que hago para la televisión. Principalmente porque, francamente, dan un poco de vergüenza ajena. De programas de caza y supervivencia a los realities más cutrongos del universo, la cantidad de basurillas con las que he tenido que vérmelas en los últimos años bastaría para quemarle el cerebro a cualquiera (estoy convencido de que a mí también me ha dejado secuelas). Muy de vez en cuando, sin embargo, me voy encontrando con proyectos que disfruto (como las ocho temporadas de That 70s Show o las tres primeras de Rockefeller Plaza). Y hoy precisamente quería hablaros de uno de ellos: Mary Shelley’s Frankenhole, una serie de animación para adultos producida por Adult Swim que acaba de empezar a emitirse en España a través de TNT.
Frankenhole es una creación de Dino Stamatopoulos, que también trabajó en The Drinky Crow Show, dando vida a los personajes del descacharrante Maakies, de Tony Millionaire. En esta ocasión, Stamatopoulos ha puesto su talento y su mala baba al servicio de los personajes clásicos de las películas de monstruos de la Universal, recuperando no sólo arquetipos como el Barón de Frankenstein, Igor, la criatura, el hombre lobo y Drácula, sino también toda una estética e incluso rasgos de actores en concreto (el profesor Polidori, secuaz de Frankenstein en estas aventuras, por ejemplo, tiene el rostro, los manierismos y hasta el acento de Ernest Thesiger, el actor que interpretaba al doctor Pretorius en La novia de Frankenstein de Whale). Partiendo de una premisa argumental totalmente comodín (Frankenstein ha creado una serie de «frankenagujeros» espaciotemporales que permiten que cualquiera pueda acudir a consultarle desde cualquier momento y lugar), Frankenhole se permite jugar con los géneros y con todo tipo de situaciones derivadas del «paciente estrella» de cada episodio. En el que emite TNT esta noche, por ejemplo, la incapacidad de Thomas Jefferson para satisfacer sexualmente a sus esclavas le lleva hasta Frankenstein para solicitar un transplante de pene «cuanto más africano mejor», lo cual desemboca en varios viajes temporales en busca del negro perfecto hasta culminar en un divertido número musical encabezado por Ike Turner y Chuck Berry. Otros episodios destacados tienen como protagonistas a Hitler (que quiere que le hagan una operación para dejar de odiar a los judíos), a Ron Howard (que quiere volver a ser joven y bello como cuando era niño prodigio para poder masturbarse a gusto delante del espejo) y a Lyndon B. Johnson (que quiere que transplanten su cerebro al cuerpo del recién difunto JFK para poder trajinarse a todos sus ligues). Imagino que vais viendo el patrón: Frankenhole es una serie de humor brutote, sobrado y 100% irrespetuoso que se pasa la corrección política completamente por el forro, provocando no sólo la carcajada sino también, en ocasiones, incredulidad. Su mayor mérito, sin embargo, es que sabe ir más allá de la barrabasada para alcanzar cotas de auténtica brillantez formal, como por ejemplo el episodio 5, «El ataque del Hombre Lawrence» (probablemente mi favorito), una estupenda e ingeniosa historia de hombres lobo/viajes en el tiempo escrita por Scott Adsit.
Pero al margen de sus aciertos como serie de humor, Frankenhole brilla también como serie de animación gracias a una maravillosa técnica de stop-motion que da vida a un material tan poco habitual en el gremio como el papel. Una idea surgida de la necesidad, pero que otorga una personalidad muy propia y unas texturas muy poco habituales a los personajes, tal y como explica el propio Stamatopoulos en esta entrevista: «Al tener que reproducir los rasgos de tanta gente conocida, decidimos prácticamente desde el principio que no podíamos permitirnos esculpir tal cantidad de cabezas, de modo que fui al tipo que hace las marionetas y le dije: «Un buen recurso sería coger fotografías de gente famosa y envolver con ellas las marionetas». Darles una cualidad un poco a lo South Park, sólo que más tridimensional. Fue él quien desarrolló estos extraños y hermosos origami con los que envolver a los personajes, y el resultado es realmente asombroso». Esta novedosa técnica, combinada con los cuidados diseños tanto de los personajes como de los decorados, son los que hacen de Frankenhole un apetitoso bocado para todos los fans de la animación. Y como muestra, un botón: los primeros cinco minutos del episodio 4. Aunque están en inglés, no os perdáis al menos los créditos a partir del minuto 1:40.
Si os ha gustado, ya sabéis: esta noche en TNT, a las 00:50 horas, más (también podéis consultar los horarios de los próximos episodios aquí). Yo sólo puedo decir que ojalá funcione bien y que haya más temporadas, porque realmente ha sido una de esas raras ocasiones en las que me lo he pasado pipa trabajando para la tele. Y por si algún productor está leyendo esto, añadir que sólo otra cosa podría hacerme más feliz: ¡que alguien me llamara para traducir Misfits!