Hace un par de años, con motivo del lanzamiento del libro de relatos Florida Gothic Stories, de Vicki Hendricks, el magazine digital Crimeculture tuvo la feliz idea de reunir a la que probablemente sea la gran escritora de culto del noir contemporáneo (seguida y ponderada por autores como Michael Connelly, George Pelecanos y Dennis Lehane) y a una de sus más ilustres admiradoras, Megan Abbott, autora de novelas como Bury Me Deep y Reina del crimen (por la que recibió el premio Edgar Allan Poe a la mejor novela de misterio en 2007), para que charlasen sobre sus respectivas carreras y sus obras marcadamente femeninas en un género tradicionalmente machorro. Traduzco a continuación algunos fragmentos de la conversación, no sin antes recordaros que precisamente estos días tenemos en marcha una campaña de microfinanciación en Verkami para sufragar la edición de Poesía cruel, la novela más reciente y celebrada de Hendricks, de la cual podéis leer un extenso adelanto aquí.
Megan: A pesar de que eres conocida como la Reina del Noir, tu libro más reciente es una colección de relatos titulada Florida Gothic Stories. Me pareció, mientras los leía, que como poco le deben tanto a la tradición del Gótico Sureño de Flannery O’Connor y Carson McCullers como a Cain o Thompson. ¿Piensas en esos términos? ¿Qué te hizo escoger el título?
Vicki: ¡Hay que decir, Megan, que tú también eres conocida como la Reina del Noir! Así que me conformo con permanecer como co-regente. Me planteé titular el libro Florida Gothic Noir, pero me pareció demasiado específico. Creo que «gótico» es apropiado en el sentido más actual y popular de la palabra, porque tiene cierto matiz antinatural y preternatural, aunque en mis relatos no hay vampiros. En cualquier caso, tienes razón, a un nivel más profundo estaba pensando en el Gótico Sureño. […] Una de mis palabras favoritas es «grotesco», y siempre me he sentido atraída por personajes fallidos o retorcidos de manera inusual, tanto por dentro como por fuera. Adoro a esos personajes, a pesar de que te hagan sentir incómoda, siempre que intenten dar lo mejor de sí mismos. Por ejemplo, en el cuento “Stormy, Mon Amour”, la narradora, Cherie, es de naturaleza grotesca, habiéndose enamorado de un delfín y dado a luz a una sirena. El sexo entre especies suena repugnante para empezar, de modo que intenté jugar con las expectativas creando una escena de sexo entrañable para que el lector pueda simpatizar con Cherie en su búsqueda romántica.
Megan: Una de las cosas que adoro de tu aproximación a estos personajes «grotescos» es el afecto evidente que sientes por ellos. No los escribes desde una postura irónica o distanciada. Y no parece haber un deseo de escandalizar. Al contrario, los actos más escandalosos en tus historias tienden a ser cometidos por los personajes «normales», particularmente los codiciosos. Fue una de las primeras cosas que me enamoraron de tu prosa al leer Miami Purity, en la que tu simpatía por la protagonista, Sherry Parley, persiste casi a pesar de sus actos. Es un enfoque que me ayudó mucho con la heroína de Bury Me Deep, en la que tuve que pararme a pensar: ¿cómo hago que una mujer apodada «la carnicera rubia» resulte simpática para el lector? ¿Ha sido esa siempre una de tus motivaciones?
Vicki: Debo reconocer que apenas era consciente de tener ningún «enfoque» cuando escribí Miami Purity. No sabía lo que estaba haciendo; me enamoré de mis personajes a medida que se fueron desarrollando y me daba igual si alguien más lo hacía, ya que nunca tuve en mente que me la fueran a publicar. Mi objetivo era producir algo en la misma onda de El cartero siempre llama dos veces, que acababa de descubrir y me tenía completamente fascinada, sobre todo con sus personajes más «desenfrenados». Los apasionados personajes de Cain, creados con pocas palabras, y sus naturalezas animalistas y sexuales me inspiraron para llevar mis escenas de sexo hasta el límite al que podían llegar a primeros de los noventa, desarrollando así un estilo propio. Pero, volviendo a tu «carnicera rubia», ciertamente fuiste capaz de recrear su reputación para que el lector se enamorase de ella instantáneamente. Mientras leía Bury Me Deep, no hacía más que admirar la belleza de los personajes y de sus complejas relaciones. Hace tiempo escribí mi tesis sobre Henry James y no puedo evitar comparar tu novela con algunos de sus trabajos más geniales. En Bury Me Deep veo no sólo la interconectividad entre personajes que crea un tipo de realidad profundamente Jamesiana, sino además un ritmo acelerado y una trama intrigante, dos cosas que James nunca abordó. De hecho, en otro momento me habría parecido una combinación imposible. Die a Little, tu primera novela, solía ser mi favorita. Pero Bury Me Deep acabará siendo un clásico. No un clásico del género negro, sino un clásico de la literatura. Sé que no puedes explicar tu talento, pero me pregunto cuáles son tus recuerdos literarios más inspiradores.
Megan: Viniendo de ti, esas palabras significan muchísimo, más de lo que puedo expresar. En cuanto a mi aproximación a Bury Me Deep, creo que el único plan consciente fue mezclar mi amor por las novelas de los años veinte y treinta, como las de Dreiser o Sinclair Lewis (así como los relatos aparecidos en revistas del momento, desde Fitzgerald a Fannie Hurst) con el noir del mismo periodo. Y nunca llegué a desarrollar por completo la seguridad de que sería capaz de unir ambos estilos, siendo como son los dos tan estilizados pero de maneras opuestas (el lenguaje muy formal e incluso melodramático junto al slang del pulp). Mi mayor inspiración siempre han sido otros escritores. Di un par de clases de escritura creativa en la universidad y estuvieron muy bien, pero la lectura siempre ha tenido un impacto mayor. En el caso de Bury Me Deep, me impulsó sobre todo la osadía de Daniel Woodrell, la manera en que descompone el lenguaje para crear uno nuevo. ¿Y a ti qué otros escritores te inspiran, además de Cain?
Vicki: Ah, Daniel Woodrell. Ojalá hubiera escrito antes The Death of Sweet Mister para inspirarme desde el principio. ¡En cualquier caso, nunca es tarde si la dicha es buena! Creo que otra influencia importante fue la de Harry Crews. No es un escritor de novela criminal. Normalmente se le cita como un escritor genuinamente floridiano, aunque hace años que no escribe nada. Su novela The Gypsy’s Curse es probablemente mi favorita, y me estoy acordando ahora de que lo grotesco juega un papel predominante en toda su obra. El fallecido Larry Brown era otro escritor genuinamente sureño, sólo que de Mississippi. Su novela Fay, una de mis favoritas de toda la vida, fue una influencia directa en Poesía cruel. Desde que empecé a escribir ficción, no soy capaz de leer un libro sin encontrar algo en lo que fijarme, intentando aprender a hacer mejor algunas cosas o también a evitar según cuáles. Me leí Bury Me Deep dos veces seguidas para absorber muchos de los momentos efectivos, particularmente las escenas de sexo. De Bury Me Deep aprendí a escribir escenas de sexo más cortas, menos gráficas, que aun así prendan fuego a la página. Creo que este ha sido el primer libro en que el que especificas la sexualidad de tal manera, ¿verdad? ¿Qué te hizo cambiar de táctica?
Megan: Algunas personas me han comentado que Bury Me Deep parece tener más escenas de sexo físico, o al menos más explícitas, pero me parece que yo sigo sin considerar que escribo escenas de sexo sino que más bien escribo «en torno» a ellas. Es todo humo y espejos, porque soy demasiado tímida. Pero también podría ser que, como la heroína de Bury Me Deep se ve tan impelida por este tipo de deseo incontrolable que apenas ha experimentado, intenté conjurar un montón de maneras de describir cómo se sentía ella corporalmente al verse dominada por el deseo. Y desde luego es diferente. Y como no se trata de una muchacha de mundo, son sensaciones muy intensas para ella. Es como una fiebre. Una de las cosas que adoro sobre tus escenas de sexo es que tienen el rigor de la vida real, de cuerpos y sudor y colchones que crujen, pero también una especie de sentimiento vivido que hace que el deseo parezca algo crepitante. Siempre pienso en ello como cuando ves el calor alzarse literalmente de la calzada en la ciudad. Y tienen un nervio al que aspiro. ¿Sientes que te estás arriesgando en esas escenas? ¿Particularmente las más inusuales, como el sexo entre especies? ¿Alguna vez has regresado tras el primer borrador y has expurgado alguna de tus escenas de sexo?
Vicki: Deja que te diga que realmente supiste transmitir esa fiebre, y que las escenas tienen más de sexo emocionalmente intenso que de sexo cañero y físico. Pero sí, siempre elimino. Poesía cruel probablemente perdió treinta páginas, aunque cueste creerlo. Pero las escenas de sexo entre especies son las más divertidas de escribir. Imagino que porque la idea es tabú. Pero además porque veo el amor entre animales y humanos como algo tan fuerte que las escenas de sexo parecen naturales. La más explícita que he escrito nunca está en “Stormy”, y la naturaleza fantástica de ese cuento la aleja lo suficiente de la realidad como para que resulte menos perturbadora, creo yo. O eso espero al menos. […] Ahora me estoy preguntando cuál es tu parte favorita del proceso de escritura. ¿Qué novela es la que más has disfrutado escribiendo y por qué?
Megan: ¿Mi parte favorita del proceso? Desde luego la documentación. La documentación tal como yo la entiendo, que es más bien una exploración. Incluso ahora que estoy escribiendo novelas contemporáneas, me sigo descubriendo atraída en pos de cosas sobre las que lo ignoraba todo, ya sean los probabilidades de ganar una apuesta, la tuberculosis o, en el caso de mi próxima novela, las lesiones más habituales en el hockey. ¿Y la tuya?
Vicki: Yo también me veo absorta por la documentación, pero probablemente el mejor ejemplo de verme atraída por cosas de las que lo desconozco todo es el hecho de que me aficioné al paracaidismo. Cuando lo practiqué por primera vez suponía que saltaría un par de veces y luego escribiría mi novela, y ahora, unos 600 saltos y 13 años más tarde, sigo haciéndolo un par de veces al año. Me pasé un lustro practicando paracaidismo todos los fines de semana, me gasté todo el dinero y casi llegué a renunciar a la docencia para vivir en un trailer entregada a ello. Echo de menos la emoción, pero he madurado y me he pasado a la observación de aves. Aun así, ¿quién sabe qué será lo siguiente? Ya he practicado submarinismo, vela y montañismo, y espero poder dejar pronto la enseñanza y seguir más opciones. Que disfrutas del proceso de documentación es algo que resulta evidente y tus lectores se benefician de ello. En cualquier caso, tu arte es la habilidad para envolver el seco esqueleto de los hechos con una verdad jugosa, una verdad má profunda y, en ocasiones, una verdad posible que crea la perfecta estructura de ficción. […] ¿Puedes explicar tu proceso inicial o quizás dar un ejemplo de un detalle concreto que averiguaste documentándote y que resultara clave para el desarrollo de un personaje o la selección de un tema?
Megan: Generalmente suelen ser cosas en las que no puedo dejar de pensar. Vuelvo a ellas compulsivamente. En Bury Me Deep resultó ser algo muy específico: las circunstancias que condujeron a los asesinatos. Una cálida noche de verano, una diminuta casa en Phoenix, avanzada la noche, una discusión que de algún modo desembocó en aquel terrible crimen. Un invernadero de deseo, celos, desesperación, ira. Tres mujeres en el peor momento de la Gran Depresión, cuya misma existencia dependía de la generosidad de un hombre caprichoso. Las mujeres en grupos de tres siempre me han parecido peligrosas, y en este caso tuve una imagen muy clara de aquellas tres mujeres, una noche de (según cuentan) mucha bebida, secretos revelados y una pelea que se descontrola. Sencillamente me cautivó. No podía dejarlo estar. Me recuerda, ahora que lo pienso en ello, a otro tipo de triángulo recalentado: el de Poesía Cruel. ¡Una vez más sigo tus pasos!
Vicki: Bueno, Megan, sé que estás intentando centrar esta entrevista sobre todo en mí, ya que soy la que acaba de publicar libro, pero tengo que mencionar tu reciente nominación a los Edgar. ¡La tercera! Me ganaste en 2007 cuando Reina del crimen se impuso a Poesía cruel, de modo que sé que ya tienes una de esas adorables estatuillas de Poe en la repisa, pero como ya he dicho Bury Me Deep transciende el genero. Es un clásico y perdurará más que el recuerdo de cualquier tipo de premios. Te imagino poniéndote colorada porque eres genuinamente modesta, pero insisto en decirlo públicamente.
Megan: Bueno, es todo un honor. Si alguien me hubiera dicho hace cinco años que estaría haciendo una entrevista conjunta con Vicki Hendricks, no le habría creído. ¡Hago una reverencia a los pies de la maestra del noir!
Vicki: ¡Ack! ¡Yo también estoy haciendo una reverencia, a ver si nos vamos a dar en la cabeza!
Tal como os anunciaba hace unos meses, este año nos habíamos planteado realizar alguna prueba que nos sirva para comprobar si realmente existe un modelo viable de edición por suscripción o «a la carta» que permita a editoriales pequeñas como la nuestra mantener un contacto más directo con sus lectores, para mutuo beneficio de ambas partes. El momento ha llegado y a partir de hoy tenemos un proyecto abierto en Verkami, la plataforma de crowdfunding. Se trata de Poesía cruel, novela de Vicki Hendricks que en su momento anunciamos como número 5 de la colección Valdemar/Es Pop. ¿Por qué Verkami, por qué el crowdfunding y por qué este título en concreto? La respuesta en los siguientes párrafos. Permitidme en cualquier caso que, antes que nada, os resuma la información básica.
· Verkami es una plataforma de micromecenazgo que gestiona la financiación de proyectos con la suma de aportaciones individuales. Cada proyecto tiene un máximo de 40 días para reunir la cantidad necesaria para su realización. Si pasados esos 40 días el importe sigue sin reunirse, el proyecto queda cancelado. Las aportaciones de los mecenas, en este caso de nuestros lectores, sólo se harán efectivas en caso de que el proyecto consiga alcanzar la financiación indicada. Es decir: nadie tendrá que adelantar ni un solo duro hasta que la viabilidad del proyecto haya quedado plenamente garantizada.
· Poesía cruel no se va a editar de manera tradicional. Nuestra intención, si todo va bien, es llevarlo también a librerías en un futuro, PERO (y se trata de un gran pero) el objetivo principal no es ese: el objetivo principal es editarlo para aquellos lectores que inviertan en su realización (los cuales obtendrán condiciones ventajosas a cambio de su colaboración). Si no conseguimos reunir al número de mecenas necesario para ello, el libro simplemente no se editará.
· Si habéis disfrutado con cualquiera de las cuatro anteriores novelas de la colección, creo sinceramente que Poesía cruel no os va a defraudar en lo más mínimo. En cualquier caso, una obra ha de hablar por sí misma y convencer con sus propios argumentos. Por ello, y porque sé que la aportación que pedimos merece algo más que promesas, hemos preparado un avance con las primeras 80 páginas de la novela.
Podéis descargaros el avance de Poesía cruelpinchando aquí.
Más información sobre el proyecto, recompensas y cómo realizar las aportaciones, pinchando aquí.
La portada del libro estará ilustrada por Abel Cuevas.
¿Por qué recurrir al micromecenazgo?
Hace ya tiempo que le venimos dando vueltas a la idea de poner en marcha una iniciativa como esta. En un mercado como el literario, cada día más reducido y fragmentado, verte obligado a realizar tiradas mínimas de 2.000 ejemplares para poder llegar a todos los puntos de venta exigidos por tus distribuidores es un riesgo que en ocasiones raya en lo absurdo, sobre todo cuando uno ha comprobado que el público potencial de sus libros es bastante más reducido. En el caso de Valdemar/Es Pop, las ventas de nuestros anteriores títulos se han movido en torno a los 800 ejemplares; sin embargo, la cantidad de porcentaje que del PVP se reparten entre la distribuidora y el librero (entre el 55% y el 60%) ha dado como resultado que los ingresos apenas nos hayan bastado para cubrir la imprenta. Tradicionalmente, lo que suele hacer el editor es rebajar el umbral de amortización (el número de ejemplares vendidos a partir de los cuales quedan cubiertos los gastos de la realización). El problema es que eso necesariamente pasa por aumentar el precio. Ejemplo práctico: cuando lanzamos Acero y A la cara (cuyas tiradas fueron de 3.000 ejemplares) calculamos el PVP de manera que el umbral de amortización estuviera en los 1.000 ejemplares. Era un riesgo que asumimos porque los libros nos parecían lo suficientemente atractivos y porque queríamos destacar con un precio algo más económico que el de la media. Acero se puso a la venta a 17 € y A la cara a 16 €. Si hubiéramos puesto el umbral en los 800 que realmente se han vendido, su PVP habría sido de 21 € y de 20 € respectivamente. Eso, sin embargo, sólo nos habría bastado para cubrir gastos. Si hubiéramos querido tener un mínimo beneficio, tendríamos que haber puesto el umbral de amortización en 600 ejemplares. El PVP en este caso habría sido de 28 € en el caso de Acero y 26 € en el de A la cara. Ese es, como decía, el recurso tradicional: encuentras tu hueco en el mercado y adecuas los precios de tu producto al número de compradores que sabes que tienes como media (ahora ya sabéis por qué de un tiempo a esta parte abundan tanto los libros de veintimuchos euros, particularmente entre las editoriales independientes).
Pero, ¿y si hubiera otro recurso? ¿Y si en vez de adecuar el precio a esos 800 compradores de media pudiéramos adecuar la media al precio? En teoría, es posible. Cada 100 libros vendidos de manera tradicional son en realidad el equivalente a 45 libros vendidos de manera directa, sin intermediarios (como os decía más arriba, el 55% del PVP queda repartido entre el distribuidor y el librero). Por la misma regla de tres, 800 libros son el equivalente de 360. Y 360 compradores serían los que necesitaríamos para poder seguir editando la colección Valdemar/Es Pop sin tener que recurrir a subidas de precio exageradas que en realidad a nadie benefician. ¿Sería posible para una editorial minúscula como Es Pop llegar de manera directa a 360 compradores dispuestos a apostar por la continuidad de una colección que, aunque dista de ser un éxito, sí ha demostrado al menos la existencia de un número concreto y fiel de lectores interesados en un tipo de narrativa y una estética muy concretas? Esa es la pregunta que vamos a intentar responder con este experimento.
¿Por qué Verkami?
Nuestra intención en el futuro, en caso de que la experiencia resultara ser lo suficientemente prometedora, sería crear una funcionalidad de micromecenazgo propia para la web de Es Pop. Sin embargo, plantearse semejante tarea sin contar siquiera con una prueba piloto nos parecía una pérdida de tiempo. El principal problema de las plataformas de crowdfunding existentes es que tienes que registrarte como usuario de las mismas para poder aportar, algo que a muchos les genera suspicacias. El hecho de que tengamos varios amigos que han lanzado proyectos desde Verkami y la idea, equivocada o no, de que podamos compartir público con ellos (público que, por lo tanto, ya será usuario de Verkami) ha tenido no poco peso a la hora de decidirnos por ellos. Al margen de eso, su interfaz es clara, limpia y fácil de usar. Y 250 fans de Joan Colomo no pueden estar equivocados.
Grandes damas del noir contemporáneo: Megan Abbott, Vicki Hendricks y Christa Faust (con un señor).
¿Por qué Poesía cruel?
Desde el primer momento, la colección Valdemar/Es Pop se planteó como un escaparate de nuevos autores, en su gran mayoría inéditos en nuestro país y caracterizados por practicar una literatura enérgica, directa, seca, sin concesiones, heredera de los grandes maestros del pulp y la mejor novela popular de los años cincuenta y sesenta. Al igual que sus precedentes en la colección, Vicki Hendricks es una autora prácticamente desconocida en España. En Estados Unidos, sin embargo, cuenta con un selecto grupo de seguidores que la han convertido en una de las principales figuras de culto del género negro contemporáneo. Admirada y continuamente ponderada por autores como Dennis Lehane, Michael Connelly, George Pelecanos, Lauren Henderson y Megan Abbott, la obra de Vicki Hendricks se caracteriza por un pronunciado erotismo que da forma e ímpetu a sus viscerales radiografías de la parte más impulsiva de la naturaleza humana.
Poesía cruel es su novela más reciente y un perfecto ejemplo de por qué la crítica ha llegado a afirmar que «aunque Chandler, Hammett y Cain podrían escandalizarse ante sus ocurrencias, Hendricks es su primer y verdadero equivalente en femenino». La trama sigue las andanzas de Renata, una joven y amoral prostituta de Miami Beach cuyo encanto embriagador parece seducir por igual a hombres como Richard, un profesor universitario cuya fascinación por Rennie amenaza con echar a perder su trabajo y su matrimonio; a mujeres como Jules, su tímida y timorata vecina que la tiene como protagonista de sus fantasías; e incluso a animales como Pepe, su pitón birmana. Sin embargo, el mundo secreto de sexo y deseo frecuentado por Renata no está exento de peligros y depredadores más voraces que los caimanes que pueblan los Everglades; peligros para los que sus diversos enamorados no están ni mucho menos preparados y que podrían desembocar en un verdadero baño de sangre. Tórrida y febrilmente turbadora, Poesía cruel es precisamente el tipo de novela que difícilmente podría encontrar un lugar en el catálogo de otra editorial más convencional. Ayúdanos a dar a conocer la obra de Vicki Hendricks y recuerda:
Aunque no siempre tenga por qué darse necesariamente el caso, suele ser bastante habitual que el lector compulsivo provenga por lo general de un entorno marcado por la presencia de los libros. Se trata de una afición hasta cierto punto heredada. En ocasiones, puede suceder que uno acabe heredando no sólo la afición sino también la biblioteca que la engendró o al menos parte de ella. Ignoro si mi abuelo, Jaime Palmer, de oficio marmitón de la marina mercante y posteriormente uno de los primeros taxistas de Palma, provendría de un entorno muy lector, pero lo que sí sé es que al menos se esforzó por crear una pequeña biblioteca, de raigambre principalmente popular (colecciones como La novela ilustrada, La novela semanal, Novelas y cuentos… decenas de aventuras del Rocambole de Ponson du Terrail), que ha ido dejando su poso en los Palmer que hemos ido viniendo detrás. Si hace unas semanas os traje unas cuantas imágenes sacadas de su Colección Pulga, hoy quiero compartir con vosotros otra docena de perlas sacadas de su biblioteca. Todas las imágenes se amplían pinchando en ellas.
Las más llamativas son las pertenecientes a la colección Novelas y cuentos, ilustradas por el grandísimo Manolo Prieto. Por desgracia, sólo han sobrevivido estas ocho que he colgado aquí, pero incluso ocho bastan y sobran para hacerse una buena idea de la soltura de su trazo y de su dominio de las formas (fijaos además qué manera magistral de combinar siempre dos únicos colores). Podréis ver muchas más, algunas verdaderamente espectaculares aquí y aquí.
Otro ilustrador excelente, pero para mi gusto mucho menos visceral, es el reputado y siempre elegante Rafael de Penagos, que no obstante de vez en cuando se suelta la melena con soluciones tan conceptuales como esta portada para El secreto del decapitado. De Penagos tenéis una buena galería en la web de la fundación Mapfre. Es un poco incómoda de navegar, pero merece la pena dedicarle un rato.
Rematamos el paseo con esta perturbadora portada (o por lo menos a mí me perturbaba bastante de pequeño) para la novela El poder de las tinieblas, firmada por Salvador Bartolozzi, y con un buen ejemplo de la brillantez de otro de nuestros ilustradores básicos de la primera mitad del siglo XX, Francisco Rivero Gil. Esa composición, esos colores, esa rotulación manual. Si alguna vez me da por leer una biografía de Napoleón, no lo dudéis: será esta.
Luna de casino no es una novela sobre boxeo, pero sí es una novela sobre oportunidades perdidas, sueños rotos y cantos de sirena; sobre caminos equivocados y los extremos a los que podemos llegar para intentar enderezarlos. Resulta de lo más apropiado por tanto que, aunque como decía, no sea una novela sobre boxeo, Luna de casino culmine en una explosiva velada pugilística que sirve tanto de telón de fondo como de catalizador para la resolución de todas las tramas urdidas con mano firme y prosa afilada por Peter Blauner. Y es que, al margen de que su utilidad sea metafórica o literal, el boxeo tiene algo, a medio camino entre lo mítico y lo mundano, entre lo brutal y lo poético, que funciona de maravilla a la hora de aplicarlo a la ficción. Esto es algo que han tenido muy claro autores tan dispares como London, Cortázar, Schulberg o Mailer. Pero hoy no quiero hablar tanto de literatura como aprovechar el lanzamiento de Luna de casino como excusa para enumerar mis cinco películas sobre boxeo favoritas. Allá van.
5. MÁS DURA SERÁ LA CAÍDA
The Harder They Fall · Mark Robson · 1956
Basada en la fabulosa novela homónima de Budd Schulberg (publicada en España hace años por Alba), Más dura será la caída está inspirada en la carrera del gigante italiano Primo Carnera, si bien no se trata ni mucho menos de un «biopic» al uso. Además de camuflar a Carnera tras el personaje de Toro Moreno, la historia no sigue tanto al boxeador como a un periodista en horas bajas que acepta el trabajo de agente de prensa de un promotor poco fiable dispuesto a forrarse convirtiendo a Moreno en un fenómeno. Más centrada en los tejemanejes del negocio que en el deporte en sí (ver la conversación del minuto 32), Más dura será la caída contiene la última interpretación de un terminal pero en cualquier caso excelente Humphrey Bogart y un guión continuamente salpimentado por perlas como «Tus puñetazos no conseguirían cascar ni un huevo». 100 % noir en el gimnasio.
4. EL ÍDOLO DE BARRO
Champion · Mark Robson · 1949
El nunca lo suficientemente ponderado Mark Robson repite como director en esta arquetípica historia de ascenso y caída de un noble bruto con talento para la violencia corrompido por el éxito, cuyos ecos resuenan con fuerza tanto en Rocky como en Toro salvaje. Robson está particularmente inspirado (ver el flashback inicial inmediatamente posterior a la escena de créditos o el montaje musical de Midge Kelly entrenando, secuencia que crearía un patrón repetido posteriormente hasta la saciedad) y Kirk Douglas ofrece una de las más memorables interpretaciones de su personaje favorito: el adorable sabandija capaz de mascar diálogos impronunciables hoy en día como: «Vas a ser una muchachita buena… porque de lo contrario te enviaré al hospital durante mucho, mucho tiempo». Puro nervio.
3. ALI
Ali · Michael Mann · 2001
A pesar de la tibia recepción obtenida en el momento de su estreno, Ali es una película fantástica (particularmente en su Director’s Cut editado directamente en DVD) que va mucho más allá de la vida del hombre anteriormente conocido como Cassius Clay para pintar un fresco ágil y vibrante de la cultura negra norteamericana de los años sesenta. La extraordinaria secuencia inicial, que intercala diversas escenas del pasado y presente de Alí al compás de un concierto de Sam Cooke, marca perfectamente el tono del resto de la película: montaje exigente, abundancia de información presentada de una manera poco complaciente, impresionante reconstrucción del ambiente (que es algo que va más allá de la mera recreación de la época) y actores en estado de gracia ofreciendo algunas de las mejores interpretaciones de su carrera. Recuerdo que a mucha gente le molestó particularmente la secuencia de tres minutos de Ali corriendo por Kinshasa, otra escena que resume a la perfección la voluntad del director por crear momentos interiores no verbalizados que acaban expresando más sobre la personalidad del personaje de lo que podría haberlo hecho cualquier discurso al uso. La inmersión en el ambiente que consiguen crear Mann y su director de fotografía Emmanuel Lubezki es tal que por mí podría haber seguido corriendo otros diez minutos; me hubiera seguido pareciendo igual de fascinante.
2. TORO SALVAJE
Raging Bull · Martin Scorsese · 1980
¿Qué se puede decir a estas alturas de una película tan citada como Toro Salvaje? Agresiva, frenética e inmisericorde, consigue que uno acabe sintiéndose igual de vapuleado que si hubiera compartido unos asaltos con el mismísimo Jake LaMotta y éste le hubiera utilizado para fregar la lona del ring. Para algunos, es excesiva. Para otros, entre los que me cuento, en eso reside precisamente parte de su brillantez. El resto, que no es poco, puede resumirse en el maravilloso blanco y negro de Michael Chapman, la brillantez de Thelma Schoonmaker a la hora de montar todo el filme, pero particularmente los combates, las interpretaciones uniformemente entregadas de todo el reparto, el ajustado guión de Paul Schrader y, cómo no, el intermedio de Cavalleria Rusticana. Pura magia.
1. COMBATE TRUCADO
The Set-Up · Robert Wise · 1949
Robert Wise, que también dirigiría en 1956 la notable Marcado por el odio, con Paul Newman en el papel de Rocky Graziano, hizo su primera incursión en el ring con esta espléndida, exuberante y para su momento enormemente innovadora película que narra, en tiempo real, una noche de combates en un pequeño pabellón de provincias. Hasta allí llega Bill «Stoker» Thompson, un boxeador maduro y en declive que lucha por aferrarse a unas migajas de dignidad, convencido de que todavía le quedan energías para ganar un último asalto. En apenas 73 minutos de puro magro, sin un solo gramo de grasa, Combate trucado plasma con asombrosa plasticidad el paisaje y sobre todo el paisanaje que puebla la noche pugilística con tal visceralidad que uno acaba compartiendo los nervios y sudores de la gran mayoría de sus personajes. El gran Robert Ryan, célebre sobre todo por sus papeles de turbio (cuando no de tarado) en innumerables clásicos del género negro, ofrece en este caso una de sus mejores interpretaciones encarnando con maravillosa y expresiva contención toda la vulnerabilidad y simpleza de Thompson. En resumen: un pequeño clásico que a falta de romperte la cara te rompe el corazón.
«La muerte acecha… Piense por un momento los males que puede acarrearle la lectura de novelas que hayan pasado por varias manos. No olvide que el papel es uno de los vehículos portador de las más terribles enfermedades. ¡HUYA DE ELLOS COMO DEL MISMO DEMONIO! Ahora ya no necesita usted pedir novelas prestadas, porque en la Enciclopedia PULGA encontrará lo que necesita y a un precio sumamente económico. Cada volumen de 64 páginas, con un promedio de 60.000 espacios y cubierta en cartulina, 1’50 Ptas».
«Todo el maravilloso mundo de la ciencia, del arte, de la técnica, de la literatura, historia, viajes, biografías, etc. A SU ALCANCE. Enciclopedia Pulga publicará los mejores libros del mundo, los de mayor éxito y todo lo que responda a las necesidades del lector. Originales escogidos, amenos y atractivos por su contenido y su presentación. Los libros de ENCICLOPEDIA PULGA serán tan familiares en sus bolsillos como cualquier objeto imprescindible de uso personal».
«La ENCICLOPEDIA PULGA puede ponerse en todas manos. Temas tan diversos donde aprender lo que se ignora y recordar con simpatía lo olvidado. Una colección que faltaba en el mercado de habla española y que ha sido recibida jubilosamente por todos».
«Intencionadamente, al planear esta Enciclopedia en diminutos libritos, ha sido con el propósito de brindar tanto al joven, como a la mujer y al hombre maduro la oportunidad de distraer sus ratos de ocio cumpliendo el señalado servicio de instruir deleitando».
Así, con estos y otros mensajes no menos chispeantes, se presentaba en los años cincuenta la Colección Pulga, de Ediciones G.P. Una serie de minúsculos volúmenes (7×10 cm.) dedicados, entre otras cosas, a la biografía de todo tipo de próceres (artistas, políticos, santos), el ensayo científico y divulgativo (la espeleología, la bomba atómica, los misterios del cosmos) y la narrativa clásica (Salgari, Verne, Bronte). Ahora me pregunto si haber tenido casi un centenar de ejemplares heredados de mi abuelo rondando por casa cuando era pequeño no debió contribuir en parte a que mi concepto de lo que debe de ser una buena línea editorial pase indefectiblemente por la variedad, por la mezcla entre lo cultureta y lo popular, entre la narrativa y el ensayo, entre el highbrow y el lowbrow, en fin… todo eso. Sea como sea, hoy he querido celebrar este Día del Libro 2012 escaneando algunas de mis portadas favoritas de la colección. Todas ellas vienen firmadas por Joaquín Chacopino Fabre (firmando como Chaco y, posteriormente, Chacopino) y Alejandro Coll. Que las disfrutéis.
Es muy probable que la mayoría de vosotros ya conozca Letters of Note, un interesantísimo blog editado por Shaun Usher dedicado a reunir, como su propio nombre indica, cartas dignas de mención y «correspondencia merecedora de una mayor difusión». Entre todas las cartas reunidas por Usher hay muchísimas verdaderamente notables y os animo a que exploréis sus archivos en profundidad. Ésta que hoy os traigo es una de las más recientes en incorporarse a la colección y me ha parecido particularmente apropiada para estos tiempos crispados y regresivos que corren. Es una carta enviada el 16 de noviembre de 1973 por un cabreado Kurt Vonnegut a un tal Charles McCarthy, director del instituto de Drake, Dakota del Norte, después de que éste, tras haberse enterado de que un profesor estaba utilizando su extraordinaria novela Matadero Cinco como lectura en clase, hubiera ordenado quemar en la caldera del edificio 32 ejemplares de la misma (por considerar que utilizaba «lenguaje obsceno»), inaugurando así un periodo de «quemas» que no tardó en saltar a los medios de comunicación.
Querido Sr. McCarthy:
Le escribo en su capacidad de director del Instituto Drake. Me cuento entre aquellos escritores estadounidenses cuyos libros han sido destruidos en la ahora famosa caldera de su escuela.
Ciertos miembros de su comunidad han sugerido que mi obra es maligna. Esto me resulta extraordinariamente insultante. Las noticias que llegan desde Drake me llevan a pensar que los libros y los escritores son para ustedes algo muy irreal. Le escribo esta carta para hacerle saber lo real que soy. También quiero que sepa que mi editor y yo no hemos hecho absolutamente nada para explotar las desagradables noticias provenientes de Drake. No nos hemos palmeado mutuamente las espaldas, congratulándonos por todos los libros que vamos a vender con la polémica. Hemos rechazado aparecer en la televisión, no hemos escrito ni una sola carta encendida a los periódicos ni hemos concedido largas entrevistas. Sentimos enfado, repulsa y tristeza. Y ninguna copia de esta carta le ha sido enviada a nadie más. Tiene usted en sus manos la única copia. Es una carta estrictamente privada escrita por mí para el pueblo de Drake, que tanto ha hecho para dañar mi reputación a ojos de sus hijos y posteriormente a ojos del mundo. ¿Tendrá el coraje y la ordinaria decencia de mostrarle esta carta al pueblo o también ella acabará consignada a los fuegos de su caldera?
Supongo, a partir de lo que leo en los periódicos y oigo en televisión, que me imaginan, a mí y también a otros escritores, como a una especie de individuo ratonil que disfruta ganando dinero envenenando las mentes de los jóvenes. En realidad soy una persona grande y fuerte, de cincuenta y un años, que realizó muchos trabajos agrícolas de niño, hábil con las herramientas. He criado a seis niños, tres míos y otros tres adoptados. Todos han salido bien. Dos de ellos son granjeros. Soy un veterano de infantería de la Segunda Guerra Mundial y tengo un Corazón Púrpura. Me he ganado lo que sea que tenga trabajando duramente. Nunca he sido arrestado ni demandado por nada. Me he ganado la confianza de los jóvenes y de los demás en mi trato con los jóvenes de tal manera que he trabajado en las facultades de la Universidad de Iowa, Harvard y el City College de Nueva York. Todos los años recibo como mínimo una docena de invitaciones para dar charlas inaugurales en universidades e institutos. Probablemente no haya otro escritor de ficción estadounidense vivo cuyos libros sean más usados en las escuelas.
Si se molestaran en leer mis libros, en comportarse como lo harían personas educadas, sabrían que no son sensuales ni defienden ningún tipo de comportamiento salvaje. Ruegan que la gente sea más amable y más responsable de lo que a menudo suele serlo. Es cierto que algunos de los personajes hablan rudamente. Esto se debe a que las personas hablan rudamente en la vida real. Particularmente los soldados y aquellos que tienen trabajos duros hablan rudamente, e incluso el más protegido de nuestros hijos lo sabe. Y todos sabemos, también, que en realidad esas palabras no causan apenas daño a los niños. No nos lo causaron a nosotros cuando éramos jóvenes. Eran las malas acciones y las mentiras lo que nos causaba perjuicio.
Tras haber dicho todo esto, estoy seguro de que se mostrará presto a responder: «Sí, sí, pero decidir qué libros deben leer nuestros hijos en nuestra comunidad sigue siendo nuestro derecho y nuestra responsabilidad». Esto es efectivamente así, pero también es cierto que si ejercitan ese derecho y cumplen esa responsabilidad de manera ignorante, burda y antiamericana, la gente se verá justificada para llamarles malos ciudadanos y necios. Incluso sus hijos se sentirán justificados para llamarles así.
He leído en el periódico que su comunidad está perpleja ante el escándalo que se ha extendido por todo el país a raíz de sus acciones. Bien, han descubierto que Drake forma parte de la civilización estadounidense, y que sus conciudadanos no soportan que se hayan comportado ustedes de manera tan incivilizada. Quizás con esto aprendan que los libros son sagrados para los hombres libres por muy buenos motivos, y que se han luchado guerras contra naciones que odian los libros y los queman. Si son ustedes americanos, deben permitir que todas las ideas circulen libremente en su comunidad, no únicamente las suyas.
Si usted y su junta directiva están decididos a mostrar que tienen, en realidad, sabiduría y madurez en el ejercicio de sus poderes sobre la educación de los jóvenes, deberían reconocer que ha sido una lección nauseabunda la que les han enseñado a los jóvenes de una sociedad libre, con su denuncia y posterior quema de libros. Libros que ni siquiera han leído. También deberían mostrarse dispuestos a exponer a sus hijos a todo tipo de opiniones e información, para que puedan estar mejor equipados para tomar decisiones y sobrevivir.
Una vez más: me han insultado, y soy un buen ciudadano, y soy muy real. Kurt Vonnegut
Este miércoles 21 de marzo, como parte de las actividades complementarias a la exposición Max: Panóptica 1973-2011, que puede verse en la sede del Instituto Cervantes en Madrid hasta el próximo cinco de mayo, estaré moderando una charla entre cuatro titanes de las viñetas: Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí (autores de Las serpientes ciegas) y Antonio Altarriba y Kim (autores de El arte de volar). También intervendrá Fernando Tarancón, editor de Astiberri, y hablaremos principalmente sobre el tema de la creatividad compartida, centrándonos en los procesos y las particularidades de ese acto colaborativo que son los tebeos a cuatro manos. El título de la charla es «Como perros: diálogo entre imagen y palabra» y tendrá lugar, como decía, este miércoles a las 19:30 en el salón de actos del Instituto Cervantes (C/ Alcalá, 49). Más información aquí.
Para rematar la semana, el viernes 23 compartiré mesa con Borja Crespo y Chema García en la presentación de su nueva obra: Cortocuentos 2 (para cuya realización se han rodeado en este caso de un plantel de colaboradores de lujo; echad un vistazo). Será en el Café Molar de Madrid, en la C/ de la Ruda, 19 (a escasos pasos del metro La Latina). Este viernes a las 20:00 horas. Si os apetece, allí nos vemos.
Título: Diablos de polvo
Autor: Roger Smith
Características: Rústica. 352 pags. 14 x 21,5 cm.
ISBN: 978-84-936864-7-5
Es Pop Ediciones. Colección Pulpo Negro nº 2
Título: Luna de Casino
Autor: Peter Blauner
Características: Rústica. 400 pags. 14 x 21,5 cm.
ISBN: 978-84-936864-6-8
Es Pop Ediciones. Colección Pulpo Negro nº 1
BSO: «Riding Down the Canyon». Jimmie Revard & His Oklahoma Playboys
Desconozco los motivos que habrán impulsado a Es Pop Ediciones a editar Fargo Rock City en castellano diez años después de su publicación original, pero no nos queda más remedio que aplaudirlo. Las obras maestras son atemporales y sin lugar a dudas, el debut de Chuck Klosterman —como casi toda su obra, pues recomiendo enfervorizadamente Chuck Klosterman IV – A Decade of Curious People and Dangerous Ideas— lo es. A medio camino entre la autobiografía y el ensayo, el punto de partida de Fargo Rock City surge de las vivencias de un joven tirando a nerd criado en la rural Dakota del Norte y amante por encima de todo del hair metal. Que Klosterman fuese un amante del hair metal en los 80 era casi inevitable —como cualquier chaval de los Estados Unidos de aquellos días—, pero que en 2001, teniendo en cuenta que ya era un crítico musical de cierto renombre, escribiera un libro como este defendiéndolo, ya es mucho más extraño. Klosterman tira de su inigualable ironía y sentido del humor para crear un relato que explica su experiencia adolescente como amante de Mötley Crüe, Ratt, Guns N’ Roses… Y al mismo tiempo, reflexionar sobre un estilo de música que siempre ha sido vilipendiado y usado como objeto de mofa. Es cierto que en los años que separan la creación de Fargo Rock City y el momento actual, este estilo ha ganado algo de respeto —sólo hay que ver las recientes declaraciones de Ryan Adams proclamando su amor por Ratt—, pero el fondo de la cuestión sigue siendo el mismo. El autor es el primero que se ríe —y hace reír al lector— de todo aquello cuando toca, pero detrás de todo eso, hay una reflexión inteligente sobre ya no sólo el hair metal, sino del porqué cuando un estilo se vuelve tan popular —aunque haya sido coyunturalmente—, éste suele ser tan poco respetado. Y de eso, el heavy metal en general podría decir unas cuantas cosas. Aunque algunos de los argumentos de Klosterman puedan ser más que discutibles, especialmente si uno ha vivido a fondo esa música, y que en algún momento casi intenta justificar su amor por estas bandas —el alcohol, la desorientación adolescente, etc.— la lectura del libro es todo un festival, no solamente imprescindible para aquellos a los que les gusta leer libros sobre música, sino para todo un público más casual que disfrute ante las exhibiciones literarias sobre la cultura pop. A poco que tenga suerte, de aquí a unos meses todo el mundo estará hablando de las excelencias de esta obra, siendo en cierta manera el equivalente literario a la película de Anvil. Vamos, que disfrutarás de ella aunque Poison te la traiga floja. Richard Royuela. Rockzone # 77 (enero 2012)
Oh, el glam metal y el heavy de los ochenta. Mötley Crüe, Ratt, Poison, Cinderella, Guns N’ Roses… De acuerdo: tres de cada cuatro lectores arquearán las cejas pensando en esos cardados excesivos, el sexismo sonrojante y, en fin, el descerebre cervecero de casi todos los implicados, pero aun así no se me ocurre un libro mejor que Fargo Rock City (2001) para entender los cómos y los porqués de discos como Shout at the Devil y Appetite for Destruction. Y no tanto para apreciar el género como para encajarlo en el contexto adecuado desde el que debería ser observado.
Porque, como reza el subtítulo, esto es «Una odisea metalera en la Daköta del Nörte rural», y Klosterman echa el resto para responder a ese gigantesco ¿POR QUÉ? que ahora mismo pende sobre sus cabezas. «Nunca podré amar a Radiohead tanto como a Mötley Crüe porque nunca volveré a tener 15 años. Ciertamente puedo apreciar a Radiohead, pero no son una extensión de mi vida», escribe el autor de Pégate un tiro para sobrevivir (2005; Mondadori, 2006) como resumen a un libro en el que el gusto por el humor, conocimiento del medio y perspectiva de quien ha visitado otros lugares se alían para encontrarle sentido a algo que casi todos consideran un sinsentido.
Tal vez por eso algunas de sus teorías resultan tan desconcertantes como sugestivas —las similitudes que traza entre Axl Rose y Morrissey—, y sus alocadas idas y venidas a través del género acaban convirtiendo Fargo Rock City en un libro indispensable para cualquier amante de los discos y las canciones con un mínimo sentido del humor. David Morán. Rockdelux # 303 (febrero 2012).
A pesar de algún que otro desacuerdo, Fargo Rock City es un libro imprescindible. La nostalgia es un arma muy poderosa, pero a todos aquellos que veáis en él un reflejo de vuestra vida, deciros que no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió. Por supuesto que es grande que alguien escriba (y que otro alguien traduzca) una obra sobre el Hard 80’s que no sea la típica biografía de tal o cual grupo, y si encima resulta tan divertido como el presente, pues mejor que mejor. Pero que quede claro que a pesar de estar ante una obra tremendamente adictiva, divertida y razonada, tenemos un problema, si bien no insalvable, sí francamente irritante: las formas de Klosti. […] Cuando habla de sus experiencias juveniles, de su opinión sobre esta o aquella banda, un videoclip, el look de Poison… resulta tremendamente divertido, se podrá estar o no de acuerdo con sus afirmaciones, reflexiones y frases lapidarias, todas perfectamente razonadas y argumentadas, a pesar de que se nota sobremanera que después de haber sido metalero en su juventud (la obra se publicó originalmente en 2001) es consciente de lo ridículo que resultaba, que sus horizontes musicales se han ampliado, cosa que está muy bien, pero el tonillo de sabiondo es algo que no encaja muy bien con el tema. […] Las afirmaciones y calificaciones sobre bandas como Whitesnake, Cinderella o Great White, grupos que aun así le interesaban, no sentarán bien al fan y el hecho de otorgar a alguno de sus discos favoritos un valor monetario en el capítulo más largo del libro —valora su gusto por cada disco en términos de cuánto dinero tendría que recibir por no volver a escucharlo—, me parece una falta de respeto importante. […] A buen seguro su primera y última finalidad es la provocación (entre medias dejamos el autobombo y las pretensiones de demostrar lo cool que es, viéndose a sí mismo como una especie de adalid underground del sueño americano), lo que a pesar de que nos irrite a la vez que nos deleita, es algo implícito dentro del rock’n’roll. Chuck usa —tanto la suya como la nuestra— la rebeldía y la pasión como armas, y consigue darnos de lleno. En ese aspecto estamos ante una obra absolutamente magistral. […] Las contradicciones personales es lo que dan sentido a cada vida. Chuck lo sabe y hace de ello un arte.
Momentos brillantes hay muchos. Particularmente me quedo con ese fragmento en que define qué tipo de chicas le interesaban a cada banda… absolutamente descacharrante y no falto de razón. El fondo de la obra es, en una palabra, el reflexionar sobre por qué nos gusta y nos fascina un determinado tipo de música, el Hard & Heavy 80’s en este caso, y la posterior influencia que nuestros gustos juveniles ejercen en nuestra forma de entender la vida y el arte en el futuro como adultos. […] Estoy convencido de que Fargo Rock City despertará por igual odios y pasiones, pero si alguna vez habéis sentido algo de amor por el Rock’n’Roll no podéis dejarlo pasar de largo. Fernando Tanxencias, Popular 1 # 460 (febrero 2012)
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