De una interesante entrevista de Dave Eggers a Junot Díaz, el autor de La maravillosa vida breve de Óscar Wao (Mondadori, 2008), acerca de la caprichosa e inesperada vida comercial de los libros y de la necesidad de ser fiel a tu obra antes que a un hipotético mercado. Que vamos, puede sonar un poco a verdad de Perogrullo, pero nunca está de más recordarlo. La entrevista apareció publicada hace unos meses en The Panorama Book Review.
Dave Eggers: ¿Cuál fue la diferencia de público entre Drown [publicado en España como Los Boys] y La maravillosa vida breve de Óscar Wao? Óscar Wao es uno de esos libros que ha cogido velocidad en muchas direcciones distintas. Drown probablemente tuvo un público más reducido, aficionados a los cuentos, universitarios, mientras que Óscar Wao se está leyendo a un nivel mucho más amplio, clubes de lectura, institutos, en todas partes. ¿Fue un shock encontrarse de repente con todo este público nuevo?
Junot Díaz: Desde luego. Esta novela ha tenido dos vidas completamente distintas. Se publicó por primera vez en septiembre de 2007 y el Pulitzer no se anunció hasta siete meses más tarde. Lo fascinante fue que cuando salió el libro, hubo artículos que lo calificaban de auténtico fracaso, en plan: «sólo ha vendido tantos ejemplares. Ha sido un desastre». Así que recuerdo que durante los primeros meses el único público del libro estuvo compuesto de lectores acérrimos. Nunca olvidaré que durante los primeros siete meses de Óscar Wao, el único lugar en el que el libro entró más de una semana en la lista de los más vendidos fue en San Francisco. Fue sólo después de haber ganado el Pulitzer cuando el resto del país empezó a leer el libro al mismo ritmo que San Francisco. Así que hubo dos períodos bien diferenciados, y aún recuerdo perfectamente el primero, lo cual me ha ayudado a evitar que lo que pasó después se me subiera a la cabeza. Que un libro encuentre un público nuevo es estupendo. En cierto modo, cuando recibes un premio como el Pulitzer lo que haces es ver tu libro en un flash-forward. En seis meses llega a todo el público al que podría haber llegado en un período de veinte años. Y te empiezan a pasar todo tipo de cosas raras. Pero no puedo sacarme de la cabeza que durante los primeros siete meses fueron sólo fans acérrimos de la lectura los que decían: «Este puto libro es bueno». Y esa es la gente que en cierto modo mantuvo el libro vivo el tiempo suficiente como para que alguien pudiera nominarlo al Pulitzer.
Junot Díaz
Dave Eggers: ¿Y mientras lo escribías pensabas en eso? Quiero decir, que Óscar Wao me parece tan puro que se lee como si ni siquiera fuera consciente de que existe un público potencial ahí fuera.
Junot Díaz: Mientras escribía la novela era plenamente consciente de que estaba escribiendo sobre dominicanos en Nueva Jersey, y que a pesar de que yo consideraba lo que estaba contando una experiencia universal, el público mayoritario no suele compartir mi punto de vista. Pero tampoco podía desvirtuarlo de ninguna manera, porque si intentaba escribir para alguna especie de vago público mayoritario, perdería todos los elementos realmente importantes del libro, perdería toda su maravillosa especificidad y al final no tendría nada que mostrar a cambio. Lo cual es un modo enrevesado de decir que si vas a escribir una novela sobre inmigrantes dominicanos en Nueva Jersey, hazlo y punto. No por reducir el número de tacos vas a ser más popular. Si eres un escritor como yo, que escribe sobre personas de color que no siempre son consideradas el centro del universo, has de confiar en tus lectores más fieles y en un tipo de público más especializado para que mantengan el libo con vida el tiempo suficiente como para que el público mayoritario se suba al carro. Y de verdad siento que, como escritor, de no haber sido por los lectores de color, por los maestros y por los locos de la escritura que mantuvieron el libro en el mercado estaría acabado. Y el único motivo por el que llegué a esos lectores en un primer lugar fue porque era cualquier cosa menos mayoritario. Creo que siempre deberías escribir teniendo en mente a un público lo más específico imaginable, y de ahí la obra pasa a ser universal. Al revés no funciona, no escribes para un público lo más grande posible asumiendo que eso es lo que va a hacer tu trabajo universal. Lo que tienen en común entre sí todos y cada uno de los libros que seguimos leyendo cien años más tarde es precisamente su extraordinaria especificidad.
La peor parte del proceso de hacer un libro, para mí, es ese plazo de dos o tres semanas entre que envías los archivos definitivos a la imprenta y que recibes por fin el producto terminado. Entre medias, no puedes evitar que te asalten nuevas dudas respecto a decisiones que creías haber dado ya por zanjadas y sobre las que encima no tiene sentido alguno volver a reincidir, puesto que no tienen remedio. Por eso siempre espero con impaciencia el día en el que la imprenta te envía muestras de la portada ya impresa. No es que sirva para eliminar del todo la ansiedad (siempre pueden producirse errores en la impresión de los interiores o en el encuadernado), pero tener algo tangible entre las manos hace que todo parezca más real y definitivo. Sobre todo cuando puedes ponerlo en la estantería y comprobar que, bueno, por lo menos da el pego. Lo cual le deja a uno bastante más tranquilo.
Esta vez, además, la portada venía acompañada de las pruebas para los marcapáginas de este año, con lo cual la alegría fue doble. Así que aquí os dejo también una foto para que veáis los modelos que estaremos regalando durante toda la Feria del Libro de Madrid (en la caseta de Valdemar y otras) y, como siempre, en los pedidos que hagáis por la web. Y sí, también hay uno de Slash. ¡Ya queda menos!
El tercer número de la colección Es Pop Narrativa, Capturado, del británico Neil Cross, ya está en imprenta, de donde saldrá en dos semanas justo a tiempo para la Feria del Libro de Madrid. De los tres títulos que hemos editado hasta ahora en la serie debo confesar que éste es el que más ilusión me ha hecho. Primero, porque me resultaba increíble que un autor como Cross (que además de ser un escritor del copón que le da una nueva vuelta al concepto de lo engañosamente simple es también guionista de cierto prestigio en Gran Bretaña) siguiera inédito en castellano, y francamente mis esperanzas de poder hacerme con alguno de sus títulos eran prácticamente nulas. Y segundo porque Capturado salió a la venta en Gran Bretaña en febrero de este mismo año, lo que quiere decir que hemos conseguido realizar la edición española con una diferencia de apenas tres meses, un cambio de ritmo notable tanto para mí como para mis compañeros de Valdemar, que estamos acostumbrados a trabajar a un ritmo un tanto más… pausado. En cualquier caso, Capturado ya está, como quien dice, aquí y a primeros de junio lo tendréis también en las tiendas. A continuación os dejo la portada, ilustrada por el sin par Kano, más los consabidos enlaces al dossier de prensa y demás, agradeciendo desde ya cualquier tipo de difusión que le queráis dar a la noticia.
Capturado
Neil Cross
Kenny Drummond acaba de descubrir que tiene un tumor en el cerebro y que sólo le queda mes y medio de vida. Antes de morir decide escribir una lista de personas a las que cree haber defraudado a lo largo de su vida para disculparse con todas y despedirse de ellas debidamente.
Entre esas personas está la que en su día fue la mejor amiga de su infancia, Callie Barton. Pero al intentar recuperar el contacto con ella, Kenny descubre que Callie ha desaparecido tras haber sido víctima de malos tratos a manos de su marido. Y aunque nadie ha conseguido demostrar que éste tuviera algo que ver con su desaparición, desde luego parece estar ocultando algo, por lo que a Kenny no le quedará más remedio que tomar cartas en el asunto. Y sabiendo que apenas le queda tiempo para desvelar el misterio, tendrá que decidir si está dispuesto a llegar hasta donde haga falta para averiguar qué fue realmente de Callie.
Con Capturado Neil Cross se confirma como un auténtico maestro del thriller psicológico, capaz de urdir tramas tan sorprendentes, tensas, turbias y moralmente complejas como las de la mejor Patricia Highsmith.
«Capturado es una novela original y reflexiva, un thriller psicológico que comparte elementos en común con la obra de Ruth Rendell y Barbara Vine. Auténtico poderío puesto al servicio de una visión genuina y nada complaciente de lo que pasa cuando las buenas intenciones se tuercen».
Sean O. Brian, The Times Literary Supplement
«Cross es un autor asombroso, un poeta de la tensión capaz de aterrorizarte y de dejarte helado retratando de una sola pincelada las fuerzas malignas y oscuras que campan a sus anchas por el mundo». Time Out
Características: 14 x 21,5 centímetros. Rústica con solapas. 256 páginas.
ISBN: 978-84-937771-2-8
Precio: 16 €
«Vivimos momentos duros. Crisis. Paro. Delincuencia. Por esa razón, en los últimos años, la novela negra americana ha dirigido su mirada a los orígenes del género, a los detectives con pocas manías y dados a repartir balas y puñetazos al menor pretexto. No hablamos únicamente de James Ellroy o George Pelecanos; existe una nueva generación de autores que puede dar mucho de sí. Realmente, la sociedad ha cambiado y el hambre ha alimentado las imaginaciones. Los investigadores privados y la policía ya no son los únicos rivales del hampa. Ahora, el protagonista puede ser un especialista de cine, como en la trepidante Drive de James Sallis o una actriz porno retirada, que es el caso que nos ocupa. Partiendo de un secuestro sin aparente sentido, Christa Faust, una escritora casi desconocida pero que en Estados Unidos se ha hecho un hueco gracias a obras como Hoodtown, Triads y Control Freak, introduce al lector en un mundo sórdido y sin piedad. Regresan así descripciones que rescatan el mismo realismo del que hacía gala Dashiell Hammett pero sin olvidar el cinismo del Marlowe de Raymond Chandler o del Archer de Ross Macdonald. Y es que cuando el crimen acecha, escritoras como Christa recuerdan que la vida no es precisamente una película de Walt Disney aunque la novela negra sí protagonice una época francamente dulce. De hecho, Faust lo remarca, lo escribe y lo escupe literalmente A la cara. Sin concesiones».
Hace unos días, con la intención de seguir animando un poco el canal de Es Pop en YouTube, que lo teníamos bastante abandonado, entré en contacto con un bloguero norteamericano llamado Ron Hogan que grabó en su día una charla de presentación de A la cara, a cargo de Christa Faust y del editor de Hard Case Crime, Charles Ardai, en una librería neoyorquina. El hombre se enrolló y nos cedió el vídeo para que lo subtituláramos y pudiéramos compartirlo con vosotros. Son sólo ocho minutos y, a pesar de que se trata de una grabación casera, creo que merece la pena echarle un vistazo.
Y si todavía no habéis leído A la cara, recordad que podéis descargaros un adelanto en PDF con las primeras 20 páginas pinchando aquí.
En poco menos de un mes saldrá a la venta el tercer título de la colección Es Pop Narrativa, editado al alimón entre Valdemar y Es Pop Ediciones. Se trata de Capturado, del británico Neil Cross. Neil es, además de guionista de televisión (Spooks, Luther), un novelista excepcionalmente dotado para el thriller psicológico caracterizado por un estilo engañosamente simple, fruto de una gran depuración formal y capaz de transmitir el máximo con el mínimo. A mí me gusta decir que es como una Patricia Highsmith para el siglo XXI, porque comparte con la creadora de Ripley un aguzado interés por los dilemas morales, lo éticamente cuestionable y el horror nacido de situaciones en apariencia banales; un horror a pleno sol en vez de agazapado entre las sombras, podríamos decir. En el siguiente vídeo podréis ver al propio Neil comentando un poco por encima el argumento de Capturado y los orígenes de la novela.
Acero, de Todd Grimson, está considerada en el mundo anglosajón una de las mejores y más injustamente ignoradas novelas de vampiros jamás escritas; un clásico de culto que, al igual que su novela Brand New Cherry Flavor, sigue reapareciendo con regularidad en blogs y foros especializados cada vez que un lector consigue hacerse con un ejemplar y se queda arrebatado por su intensidad y su romanticismo crudo y sanguinolento. Teniendo en cuenta la asombrosa escasez de información que existe sobre Todd en Internet, decidí aprovechar el lanzamiento de nuestra edición en español de su novela para mantener con él la siguiente charla.
Han pasado trece años desde la primera publicación de Acero. ¿Cómo crees que destaca tu novela frente a esta nueva corriente de vampiros castos, adolescentes y asexuados que triunfa hoy en día?
No he seguido para nada toda esta última moda de narrativa vampírica, por lo que puede que en realidad sea mucho mejor de lo que parece a primera vista, aunque no es eso lo que me han contado. El caso es que, mientras la estaba escribiendo, estaba convencido de que Acero sería la novela que básicamente acabaría con el género, que sería la última y mejor novela de vampiros de la historia. Sé que era una pretensión absurda, pero no me importa parecer absurdo.
En Acero salen vampiros y en Brand New Cherry Flavor zombis. ¿Qué cosas te aportan como escritor estos iconos del horror?
Empecé intentando sistematizar una cosa que en ocasiones me parecía haber logrado en algunos de mis cuentos, que era ser capaz de transmitir una sensación como de estar soñando despierto, pero en una narración más larga. Quería desarrollar una idea que entrara de lleno en lo que entonces consideraba un “realismo cinematográfico”, un concepto evidentemente emparentado con el “realismo mágico”, que podríamos describir de manera básica como La vida + Efectos especiales. Teniendo en cuenta que la imaginación de los lectores modernos está completamente infectada por el lenguaje y el vocabulario del cine, y que mis propios sueños suelen ser muy vívidos y cinematográficos, todo esto parecía tener cierto sentido. Acero tuvo su origen en un sueño. A medida que iba escribiendo la novela, la visión original se vio reforzada por otros sueños marcados por las imágenes que en aquel momento me obsesionaban.
Diario de un cura rural, de Robert Bresson.
¿Había un intento deliberado por tu parte de redefinir el género con Acero o lo de los vampiros era sólo un buen modo de aportar un elemento de intensidad a lo que de otro modo podría haber sido una historia de amor bastante sencilla?
Quería escribir la última y definitiva novela de vampiros. Me leí todo lo que había en aquel momento y me tiré un mes rumiándolo. En Entrevista con el vampiro, Anne Rice tiene a tres vampiros que viven en Nueva Orleans a primeros del siglo XIX, cada uno de los cuales mata supuestamente a una persona cada noche. Eso son más de mil cadáveres al año en un momento en el que la población de aquella ciudad era mucho menor que la actual. ¿Y quieres decirme que nadie se da cuenta? Me pareció ridículo y, peor aún, nada interesante. ¿Cuánta sangre necesitarían consumir cada día? Yo había trabajado en una unidad de cuidados intensivos y estaba íntimamente familiarizado con la sangre y la muerte, por lo que empecé a pensar: ¿y si el vampiro evitara las reveladoras mordeduras en el cuello, poseyera un ligero poder hipnótico, no fuera igual de fuerte que un superhéroe y sólo extrajera la sangre justa para vivir? ¿Digamos la cantidad equivalente a un plato de sopa? La víctima sobreviviría la mayor parte de las veces. Comenté distintas posibilidades con un médico amigo mío. Existe una condición médica que requiere de frecuentes transfusiones de sangre, otra en la que el paciente puede padecer hipersensibilidad ante los rayos ultravioleta del sol. Se ha postulado que la acumulación de “agua pesada” en el cuerpo es lo que provoca el envejecimiento y finalmente la muerte. ¿Podría ser que una enfermedad tuviera un efecto secundario positivo, quizá relacionado con el bazo o con la glándula tiroides, que regulara el organismo? No es del todo imposible. Puede que no sea probable, pero al menos para lo que yo pretendía nos acercaba a un terreno de mayor realidad. En el libro apenas se hace referencia a ningún tipo de poderes sobrenaturales. Justine puede morir. Y si te muerde en el cuello, no mueres de inmediato. Ni siquiera el veneno de la serpiente de cascabel es tan rápido.
La pasión de Beatriz, de Bertrand Tavernier, con Julie Delpy.
Para tratarse de una novela corta, utilizas muchos personajes y situaciones, creando un mosaico de narrativas, algunas de las cuales, como el episodio ambientado en los años cincuenta o el rodaje de la película en 1969, parecen casi cuentos cortos. ¿Te resultó difícil manejar todos los elementos sin perder de vista la historia principal?
No quería que Justine tuviera 400 años de sabiduría acumulada, ya que de ese modo no habría mostrado vulnerabilidad alguna, habría resultado imposible que la niña que lleva dentro sobreviviera. Justine es, en algunos aspectos, una criatura frágil, lo cual a su vez la hace sexy. Sufre de amnesia parcial. Para ella el pasado es como un sueño. También me parecía importante que creyera en Dios. Si crees en Dios, experimentas con mucha más intensidad la angustia en el momento en el que te convences de que te has condenado. Las escenas de flashback nos muestran hasta cierto punto a una Justine diferente. Primero imité el lenguaje y la atmósfera de Poe. Para la escena de Los Ángeles en los años cincuenta, adopté esa realidad intensificada propia del James Ellroy de La dalia negra. El episodio de los años sesenta es el Pynchon de V y mis propios recuerdos de películas como The Trip, pero en plan cruel.
Tu estilo narrativo es muy directo, pero extrañamente poético.
Mi único objetivo era ser preciso. No creo que mi prosa suela tender a ser florida. No me gustan demasiado, por lo general, los autores que gustan de exhibirse. Ese tipo de prosa acaba interponiéndose entre el lector y la desnudez de lo que se le está mostrando.
¿Cómo de importante era para ti que Keith fuera músico, y por qué?
Yo mismo he tocado mucho. Tocaba el piano. Recitales de piano, de hecho. Y también estuve en un grupo. Hasta que me dañé los nervios de la mano izquierda. De modo que todo aquello surgió de mi propia experiencia. Las manos heridas de Keith… sabia cómo se sentía. Y por otra parte, normalmente suelo escribir con los auriculares puestos mientras escucho algo preferiblemente ruidoso y a todo volumen… Luego ni siquiera me acuerdo de qué era lo que estaba escuchando.
Lance Henriksen y Jennette Goldstein en Los viajeros de la noche.
Me da la impresión de que Acero podría leerse hoy en día casi como un tratado antropológico, ya que retrata a la perfección un momento y un lugar, Los Ángeles en los años 90. No sé si estarás de acuerdo con esa lectura, pero me gustaría saber qué era lo que observabas a tu alrededor en el momento de escribir la novela que te llevó a creer ese ambiente tan bien descrito.
Escribí Acero justo después de Brand New Cherry Flavor, que es más satírica, menos emocional. En cierto modo me pareció como si estuviera haciendo una continuación de esa novela. Algunos de mis amigos se engancharon a la heroína, así que supongo que eso debió influirme aunque sólo fuera porque era algo de lo que estaba rodeado. Recuerdo haber ido a comprar caballo en compañía de yonquis más experimentados. Tan pronto como decidí escribir la novela y ambientarla en ese tipo de entorno, los demás elementos, como el grupo de chavales góticos, empezaron a encajar por sí solos. Pero desde luego mi intención no era escribir un gran comentario sobre el momento. Lo único que me preguntaba continuamente, una y otra vez, era: “¿Estoy consiguiendo que tenga sentido?”. Y me preocupaba mucho llegar a entender de verdad a Justine, que no es una joven moderna. Para ello, me empapé de la novela de Georges Bernanos Diario de un cura rural y también de la adaptación al cine que de ella hizo Robert Bresson. También vi La pasión de Beatriz, de Bertrand Tavernier, más de cien veces. Los últimos dieciséis minutos de esa película retratan un ritual misterioso y perfecto que no dejó de conmoverme ni una sola vez, a menudo hasta el borde de las lágrimas. Y a continuación me ponía a escribir, justo después de ver el primer plano de su rostro, cuando está perdida y se da cuenta de que ha quedado condenada para siempre.
Si no me equivoco, llegaste a vender los derechos cinematográficos de Acero, pero al final nadie hizo nada con ellos. ¿Qué ha pasado con eso?
Lise Raven, que es una cineasta independiente, escribió un tratamiento e intentó ponerlo en marcha durante años, pero todos los grandes estudios no hacían más que decirle que ya tenían otra película de vampiros en marcha. Tanto Lise como mi agente, Lisa Callamaro, les decían: “¡Pero vamos a ver, si tenéis aquí todo los elementos posibles para hacer la película definitiva de vampiros!”. Pero hasta ahora no ha servido nada. Yo todavía tengo esperanzas de que algún día hagan la película, no sólo porque me parece que podría ser una buena película sino porque eso podría llevar a más gente a leer el libro. Sigourney Weaver y 20th Century Fox compraron los derechos de Brand New Cherry Flavor a cambio de bastante más dinero, pero en mi opinión sería una película más complicada de rodar. Acero sin embargo podría rodarse tal cual. Bastaría usar los diálogos del libro. No haría falta ni un solo plano de efectos digitales. Sólo un par de actores desconocidos y ser capaz de contar la historia de una manera sencilla y directa.
Pues ya que hablamos de cine, ¿cuáles son tus tres películas de vampiros favoritas? Los viajeros de la noche, Conde Yorga, vampiro y Drácula de Bram Stoker (la de Gary Oldman).
Todd Grimson’s Stainless, one of the best and more unjustly ignored vampire novels ever written, is something of a cult classic that still pops up regularly in blogs and message boards whenever a new reader gets ahold of a copy and gets blown away by its sheer intensity and its raw and bloody romanticism. I recently interviewed Todd à propos of the Spanish release of his novel; finding an interview with him it’s almost impossible even on the Web, so I thought I should post it here in English. Hope somebody enjoys it.
Left: English Cover. Right: Spanish Cover.
Oscar Palmer: It’s been thirteen years since Stainless was originally published. How do you perceive the changes experimented by American pop culture since then, and how do you think Stainless stands against this last wave of defanged and desexed vampires? Todd Grimson: I haven’t watched any of the new vampire fare. So maybe it’s better than I think. Though not from what I hear. I thought to myself at the time that Stainless basically ended the genre, that it was the last and the greatest vampire novel ever. It sounds absurd, but I don’t mind sounding absurd. OP: There’s vampires in Stainless and zombies in Brand New Cherry Flavor. What did using both of these pop horror icons allowed you as a writer? TG: I started out (BNCF was written first) trying to organize what I accomplished sometimes in my short fiction… trying to work the “waking dream” quality I thought I occasionally achieved… into the longer form. I developed the idea of what I then saw as “cinematic realism.” This has an obvious relation to “magical realism” – at its most basic, you might call it Life + Special Effects. Given that our modern imaginations have been so infected by the language and vocabulary of film, and that my own dreams are vivid and cinematic, this all seemed to make sense. Stainless originated in a dream; as I worked on the novel the original vision was reinforced by other dreams making use of the images obsessing me by then.
Robert Bresson’s Diary of a Country Priest.
OP: Were you deliberately attempting to redefine or deepen vampire lore, or was this just a mean to an end, a good way of giving an edge to what could have otherwise been a simple love story? TG: I wanted to write the Final, Ultimate Vampire Novel. I read all that was out there, brooded for a month. Anne Rice in Interview With a Vampire has three vampires living in early 19th century New Orleans, each supposedly killing one person each – every night. That’s over a thousand corpses a year when the population of that city was much less than today. And no one notices?! I thought this was ridiculous, and, worse than ridiculous, uninteresting. How much blood would one need per day? I have worked in a surgical intensive care unit, I was and am intimately familiar with blood and death. What if the vampire avoided the obvious bitemark on the throat, possessed some mild hypnotic power, was not as strong as a superhero, and only took enough blood to live? Say a bowl of soup’s worth? The bitten would most often survive. I discussed the possible issues with a physician I knew. There is a medical condition which requires frequent transfusions, another in which a patient may be hypersensitive to the ultraviolet light of the sun. It’s been postulated that the accumulation of “heavy water” in the body is what causes aging and eventual death, Maybe a disease might have a side-effect which is positive, perhaps something offbeat in the spleen or the thyroid reregulating the organism? It’s not completely impossible. It may not be likely, but for my purposes such hypotheses at least moved us closer to something real. There is minimal if any invocation of supernatural power in this book. Justine can be killed. And you do not instantaneously die when her teeth touch your neck. Rattlesnake venom is not even so fast as that. OP: You use quite a lot of characters and situations for such a short novel, creating almost a mosaic of narratives. Some of them, like the fifties episode with the police detective or the shooting of the vampire movie in 1969 almost seem like complete short stories. Was this hard to manage without losing sight of the main storyline? And was this fragmentation always part of your original plan or did it grow as you went along? TG: I didn’t want Justine to have 400 year old eyes. There’s no vulnerability in that, no capacity for some survival of the child within. Justine is fragile in some ways, and this also makes her more sexy. She suffers from some amnesia. The past is like a dream. It’s also important that she believes in God. When you believe in God you experience it much more acutely if you come to believe you are damned. The flashback scenes showed us to some extent a different Justine. I mimicked the language and mood of Poe, then for 1950s Los Angeles I used some heightened notion of the James Ellroy one finds in The Black Dahlia. The 1960s scene is the Pynchon of V. and my memories of such films as The Trip — gone cruel.
Bertrand Tavernier’s The Passion of Beatrice, starring Julie Delpy.
OP: Your writing in Stainless is very sparse but oddly poetic. Did you have to labour a lot to get this balance? TG: I only sought to be precise. I don’t think my prose tends in general to be “purple” – I’m not a big fan of the author showing off. That sort of prose comes between the reader and the nudity of what is being shown. OP: How important was to you that Keith should be a musician? And why? I love that he thinks a lot about sounds, and the way he wishes to play just one infinite note stroke me as very genuine. TG: I have played a lot of music myself. I played the piano. I once gave piano recitals, and also was in a band. Then I suffered nerve damage to my left hand. So this all came from experience. Keith’s injured hands… I felt I knew what that was like. And meanwhile, I usually write with headphones on, listening to something very loud…and then I have no memory of what it is I have heard. OP: It seems to me as if Stainless is now like a time capsule of the nineties, not because is dated in any way but because it encapsulates perfectly a time and a place. I don’t know whether you’ll agree with that perception at all, but I’d like to know what were you seeing around you at the moment of writing, that led you or inspired you to create the ambiance that permeates the novel. TG: I wrote it right after Brand New Cherry Flavor, which is more satirical, less emotional. It seemed like a continuation of that novel in some ways. Some of my friends became heroin addicts, so I suppose that influenced me, just because it was all around. I’ve scored drugs with more experienced junkies. Once I committed myself to the project and saw this as a milieu that I could live in, the goth kids and so on just fell into place out of all those I saw or knew. But I wasn’t trying to make a grand statement about the times. I was always, always, asking myself “Does this make sense?” And I was trying to really understand Justine, who is not a modern young woman. To that end I immersed myself in Georges Bernanos’ novel Diary of a Country Priest (and the film made of this by Robert Bresson), and I watched Bertrand Tavernier’s The Passion of Beatrice easily more than one hundred times. The last sixteen minutes of that film portrays a mysterious, perfect ritual that moved me every time, often to actual tears. And then I would write, after the close-up of her face when she is lost, she realizes she is forever damned.
Lance Henriksen and Jennette Goldstein in Near Dark.
OP: If I’m not mistaken, you did sell the film rights for Stainless, but as far as I know, nothing came of that. Did Hollywood screw you as anybody else? TG: Lise Raven, an independent filmmaker, wrote a treatment, and kept trying for several years. The big studios all kept saying they each had their own vampire film in development. Lise Raven – and my Hollywood agent, Lisa Callamaro, would say “But wait, this would be the ultimate, this gives you everything and anything you’ve ever thought you might get from the vampire mythos!” I still hope there might be a film, both because I hope such a film might be great – and because a film might bring more people to read the book. Sigourney Weaver and 20th Century Fox took an option on Brand New Cherry Flavor, which gave me more money – but would probably be a much more difficult film to make. Stainless is right there. Just use the dialog in the book. There’s no need for expensive CGI. Use unknowns and keep it simple and direct. OP: Since we’re talking about film, name your three favorite vampire movies TG:Near Dark; Count Yorga, Vampire; Bram Stoker’s Dracula (w/Gary Oldman).
If you live in a country where Spotify is licensed, be sure to check this selection of tunes handpicked by Todd as the perfect soundtrack for Stainless.
Aunque ya le hice una entrevista a Christa Faust para el dossier de prensa de A la cara (podéis descargarlo aquí si aún no la habéis leído) quería colgar algo más sobre ella en el blog. Así que para no repetirme he preferido traducir algunos fragmentos de otra entrevista bastante más extensa que le hizo Rob Hart para The Cult, la página web de Chuck Palahniuk. Espero que os gusten y, como siempre, si os quedáis con ganas de más, os invito a que leáis la entrevista íntegra en su versión original.
Rob Hart:A la cara está protagonizada por una estrella del porno y tú has trabajado como dominatrix y como chica de cabina en un peepshow de Times Square. ¿Hasta qué punto te has inspirado en tu pasado y cómo te has documentado para el libro? Christa Faust: Yo nunca he hecho porno, pero sí que he grabado muchos vídeos de fetichismo, y bastantes de las mujeres y de los hombres con los que trabajé en aquellos vídeos han hecho cosas más fuertes. Mientras me documentaba para A la cara me pasé por varios estudios y hablé con gente situada en todos los niveles del cine para adultos, de productores a directores, pasando, cómo no, por los actores. Bueno, más que hablar les escuché. Olvídate de la puñetera Internet; para un escritor, la mejor manera de documentarse es sencillamente escuchando. Si eres respetuoso y estás dispuesto a prestar atención, puedes conseguir que prácticamente cualquiera te cuente básicamente cualquier cosa. RH: El negocio del sexo en A la cara está lleno de ángeles y demonios. ¿Cuál es tu visión de la industria del porno? ¿Esperabas poder contar algo en particular con este libro?
CF: Lo que más me interesaba era transmitir que la industria del cine para adultos es un negocio como cualquier otro, donde hay tipos buenos y malos y un montón de gente entre medias. Hay muchos libros y películas que retratan el porno como lo más bajo en lo que puede caer una mujer, y que presentan a todas las actrices como víctimas patéticas y drogadictas a las que hay que rescatar de su mugriento y atroz destino. De ahí que quisiera escribir sobre una mujer que ha alcanzado cierto nivel de éxito y de satisfacción dentro de la profesión que ha escogido. Por otra parte, tampoco quería que pareciese que endulzaba las partes feas. Sólo quería contar las cosas como son. Quería crear una protagonista compleja y creíble y rodearla de personajes que fuesen tan reales como ella, personajes que me recordasen a la gente real que he conocido en la industria. RH: ¿Cómo crees que ha cambiado el género negro desde los tiempos de Chandler y Hammett y cómo te mantienes fiel a los cánones al tiempo que lo pones al día para el público moderno? CF: Bueno, superficialmente podría parecer que la gran diferencia está en los niveles de violencia y en el sexo explícito, pero no creo que eso sea del todo correcto. En su momento, los escritores que publicaban en Black Mask fueron considerados extremadamente groseros y vulgares, indecentemente violentos y desvergonzadamente obscenos. Sus historias contenían escenas realistas protagonizadas por delincuentes y miembros del hampa que se expresaban con el lenguaje crudo de la calle. A menudo los héroes eran prácticamente indistinguibles de los villanos y los autores defendían sus historias diciendo que eran mucho más sinceras y realistas que los relatos policíacos tradicionales, más suaves y amables. Aunque los criterios de la sociedad sobre lo que es “escandalosamente violento” han cambiado mucho desde entonces, por lo general el noir contemporáneo sigue estando más o menos por encima de la norma aceptable, y los autores de género negro actuales emplean el mismo argumento: que la violencia, el sexo y el lenguaje vulgar de sus libros es simplemente un retrato realista del mundo que nos rodea. Creo que tienen tanta razón como la tuvieron sus predecesores.
En cuanto a lo de poner al día el género para los lectores modernos, creo que una debe partir del cariño y de un respeto genuinos hacia lo que hubo antes. No me gustan las novelas escritas en tono irónico que utilizan los tópicos del género con vocación camp a la vez que pretenden alzarse por encima de ellos con una actitud conscientemente distanciada, metalinguística y de listillo. Prefiero que me cuenten una historia clásica de traición y desesperación en un entorno moderno, poblada por personajes complejos y fallidos con los que los lectores de ahora puedan identificarse.
RH: ¿Hay alguna “regla del género” que hayas intentado conservar al escribir el libro? CF: No conscientemente. Sin embargo, te diría que A la cara es más hardboiled que género negro. Y eso fue una decisión consciente. No quería lanzar a mis personajes por el desagüe emocional de la tradicional caída en desgracia propia del género negro. Por mi parte veo a Angel Dare como una versión femenina y más compleja del típico protagonista de hardboiled: un tipo solitario y duro que no se ve limitado por la moral tradicional a la hora de caminar por el sucio mundo del hampa, clavando allí su bandera y venciendo al final. Más como Mike Hammer o Sam Spade que como, por ejemplo, Walter Huff, el protagonista del clásico del género negro Perdición, de James M. Cain, o que como cualquiera de los personajes ignorantes y sexualmente frustrados de Day Keene. Desde luego, nunca pensé en Angel como en una mujer fatal. Creo que muchos críticos modernos usan ese término para referirse a cualquier mujer dura y sexy en una novela o una película del género, pero una mujer fatal tradicional es una villana, una tentadora amoral que utiliza su sexualidad para esclavizar y manipular a hombres incautos. La mujer fatal es el miedo masculino a la sexualidad femenina y eso no tiene nada que ver con mi libro. Angel no es una villana intrigante, es una heroína. RH: ¿Qué te atrae del género negro? ¿Puedes decirnos tus autores o libros favoritos del género? CF: No me dediqué a leer género negro en serio hasta los treinta y tantos. Cuando era joven me gustaba más el splatterpunk. Y el terror erótico. Pero cuando crucé esa barrera en la que pasas a ser demasiado mayor como para que los chavales se fíen de ti, empecé a interesarme por libros protagonizados por personajes de más edad y con temas más maduros. Historias realistas, crudas, que exploran la parte más oscura, sombría y fea de la naturaleza humana sin esconderse tras la metáfora de los monstruos. No me malinterpretes, sigo leyendo terror de vez en cuando y también me gustan las cosas divertidas, escritores más ligeros, pulp y enérgicos, como Richard S. Prather. Algunos de mis autores favoritos de la vieja escuela, además de Prather, son Richard Stark, Day Keene y Chester Himes. Entre los actuales, mis favoritos son Megan Abbott y Ray Banks.
Rob Hart: Háblanos un poco de ti misma… Cómo y dónde creciste y si has tenido alguna educación formal o experiencia como escritora. Christa Faust: Crecí en Nueva York, de padres divorciados, divididos entre la Cocina del Infierno y el Bronx, y llevo inventándome historias desde que tengo memoria. Di un par de asignaturas de escritura en la universidad, pero sinceramente no creo que me dejaran ningún poso. Para mí, la auténtica escuela de escritura fueron las novelizaciones. Eso sí que es aprender a nadar directamente donde cubre. Te puedes pasar a vida asistiendo a clases y talleres de escritura, retocando y puliendo tu gran novela americana que nadie leerá nunca… o puedes machacar 95.000 palabras durante seis semanas sin dormir y curtirte como profesional. Fue la mejor educación que he recibido. RH: ¿Cómo entraste en la industria? ¿Puedes hablarnos un poco del camino que seguiste? CF: No fue tanto un camino como que caí de culo sin ni siquiera pensarlo. Un amigo me sugirió que presentase una de mis historias para una antología de terror que buscaba cosas atrevidas. Lo hice y la aceptaron. Después de aquello empezaron a invitarme para otras antologías. Vendí mi primera novela sin demasiadas complicaciones y acabé colaborando con Poppy Z. Brite en una novela basada en nuestra historia Triads. Me invitaron a trabajar para Black Flame escribiendo novelizaciones y continuaciones. Me invitaron a que presentase algo para Hard Case Crime. Tras intercambiar varias cartas [con el autor y también agente Allan Guthrie] acerca de una de sus novelas, pulp de época y otros intereses comunes, me preguntó si quería que me representase. Prácticamente cada paso que he dado me lo han pedido otros en lugar de iniciarlos yo, pero no lo hice a propósito. Así que cuando la gente me pregunta cómo conseguí que me publicasen, nunca sé qué decir. La verdad es que no lo sé. Supongo que lo mejor es escribir a todas horas y mejorar todo lo que puedas, mejorar para estar preparada cuando te llegue la oportunidad.
RH: Has escrito varias novelas basadas en películas. ¿Cómo te las planteas comparadas con un libro propio? ¿Te dejan ver la película y luego la escribes? ¿Te dejan tomarte libertades? ¿Vas a los rodajes? CF: El libro y la película tienen que aparecer al mismo tiempo, así que normalmente entrego mi manuscrito antes de que hayan empezado siquiera a rodar o a veces incluso antes de que hayan escogido al reparto. Lo único que tengo es un borrador de un guión, a menudo ni siquiera el borrador final. Si lees mi novelización de Destino Final 3, verás que tiene un desenlace muy distinto al de la película, porque el director cambió la escena final en el último momento, mucho después de que el libro estuviese entregado. Por otra parte, a los escritores no se nos permite hacer ningún cambio propio. Podemos añadir más material de fondo y elaborar los personajes (de hecho, tenemos que hacerlo porque cuando hinchas un guión de apenas 120 páginas para convertirlo en un manuscrito de 400, necesitas todas las palabras extras que se te ocurran), pero no podemos cambiar la historia ni las características básicas de los personajes. Por ejemplo, no podía convertir al personaje de Sam Jackson en Serpientes en el avión en una abuela judía, pero puedo darle al personaje de un agente negro del F.B.I. malhablado un poco más de profundidad e historia. RH: Háblanos de tu entorno de trabajo. ¿Sigues algún ritual? ¿Tienes un proceso fijo para escribir y corregir? ¿Puedes hablarnos del proceso de escribir A la cara? CF: Mi entorno de trabajo no es precisamente el ideal, dado que vivo en una casita diminuta y no tengo un estudio aparte donde trabajar, solo una mesa en un rincón del salón. Sin embargo vivo sola, así que tampoco está tan mal. Yo diría que desde luego no soy una escritora de cafetería y nunca entenderé cómo puede trabajar la gente en un lugar público, rodeada de conversaciones irritantes e inanes y distracciones constantes. Me gusta la intimidad. Cuando era más joven solía ponerme a escribir de cualquier manera, pero desde que empecé a escribir las novelizaciones, el proceso se ha vuelto mucho más estructurado. Los encargos incluyen una serie de sinopsis, diseños de personajes y estructuras de capítulos y aunque luego no soy tan detallista en mis proyectos personales, sí me gusta escribir escenas en post-its y jugar con ellas, cambiando las cosas. Siempre empiezo por la escena inicial. En A la cara era Angel en el maletero y luego tuve que imaginarme cómo había llegado hasta allí y cómo sacarla de allí. Normalmente tengo una idea bastante concreta del argumento completo antes de empezar a escribir nada, pero casi siempre las cosas van cambiando por el camino.
RH: ¿Qué más haces aparte de escribir? ¿O eres de las pocas afortunadas que pueden vivir sólo de ello? CF: Vivo (a duras penas) de escribir, pero no sé la suerte que tengo. Creo que preferiría ser rica con un trabajo aburrido, lo que pasa es que no sé hacer ninguna otra cosa. Aún hago de vez en cuando alguna sesión de dominatrix, sobre todo para fetichistas de los pies. Cuando tengo tiempo para aficiones, colecciono zapatos y novelas vintage. Me encanta la buena comida. Me gusta cocinar y comer fuera cuando puedo permitírmelo. Me encanta el cine negro e intento ver mis películas favoritas en cine tan a menudo como sea posible. Sobre todo me gusta quedarme en casa con mis bestias negras y blancas (dos Boston terriers y dos gatos persas). En realidad, mi vida no es nada glamurosa. RH: ¿Qué consejos darías a los aspirantes a escritores? ¿Hay algo que hayas aprendido o algún error que le dirías a la gente que no cometiese? CF: No puedo decirte cómo conseguir que te publiquen, pero sí puedo decirte cómo conseguir que no te publiquen. Nunca pagues a nadie para que te represente o publique tu libro. Un agente literario honrado se llevará un pequeño porcentaje de lo que ganes (normalmente un 15%) después de haberte conseguido un trato, nunca antes. Un editor legítimo te pagará por tener el derecho a publicar tu trabajo, no al revés. Y punto. Internet está llena de trileros que se aprovechan de los desesperados y los ingenuos, así que ojo avizor y nunca temáis hacer preguntas y comprobar referencias. Ningún agente ni editor auténticos se sentirán ofendidos si comprobáis sus credenciales, porque no deberían tener nada que ocultar. Sed listos y que no os timen. Mi otro único consejo sería éste: No insistas a la hora de vender un libro que nadie quiere, sin importar lo genial que tú creas que es. Si no lo compran, déjalo y escribe otra cosa. Y después otra más. No digo que te rindas después de uno o dos rechazos, pero si, digamos, diez agentes y/o editores (cuya reputación has comprobado cuidadosamente y que además sepas que tienen interés en el tipo de libros que tú estás vendiendo) han pasado olímpicamente de tu proyecto, es hora de pasar a otra cosa. Creo que demasiados aspirantes a escritores se quedan colgados de una única y preciosa obra maestra durante años y años. Mi consejo es: si no se vende, olvídala y escribe otra cosa.
El próximo martes 20 de abril a las 19:30 horas, en La Casa del Libro de Madrid (Gran Vía 29, en la tercera planta), el guionista y director de cine Carlos Molinero (La niebla en las palmeras, Salvajes), el crítico y divulgador Jesús Palacios (Satán en Hollywood, Desde el Infierno), Rafael Díaz Santander (editor de Valdemar) y yo mismo estaremos presentando la nueva colección de narrativa contemporánea de género que coeditamos Valdemar y Es Pop Ediciones. Hablaremos, por supuesto, de nuestros primeros títulos, Acero y A la cara, pero también de literatura y cultura popular en general, del nuevo pulp en particular y de todo lo que se nos ocurra en el momento. Conociendo como conozco a mis compañeros de presentación, estoy seguro de que por lo menos será divertida y de que no volveré a casa sin haber aprendido algo nuevo. Si os apetece pasar, estaremos encantados de veros por allí.
Cultura Impopular es el blog de Es Pop Ediciones, una editorial independiente especializada en temas relacionados con la cultura pop. Nuestra intención es convencerte de que compres los libros que editamos, pero intentaremos que no se note demasiado hablando también de otras cosas. Si quieres saber más sobre Es Pop, visita nuestra página web.
Cultura Impopular está escrito por Óscar Palmer. Puedes contactar con él por correo electrónico.