Ilustración de Max para el cartel del festival Extraterrestres ’09.
Si hace un par de semanas hablábamos de editores locos, hoy toca hacerlo de mallorquines locos, otro colectivo al que me une no poca afinidad. Este viernes, el Círculo de Bellas Artes de Madrid se convertirá durante un par de horas en un pequeño satélite del archipiélago balear alojando el festival Extraterrestres ’09, todo un muestrario de creatividad isleña que, en fin, no es por hacer apología de la tierra, pero parece a priori una de las propuestas culturales más interesantes de todo este mes de noviembre en la capital. La velada estará compuesta de cuatro actuaciones de lo más variado, y debo reconocer que a dos de los artistas implicados, el extravagante Doctor Magneto y el monologuista juguetero Miquel Llonovoy, no los conozco de nada. Sin embargo, creo que ya sólo por ver tocar en directo a Joan Miquel Oliver la ocasión puede merecer la pena. Joan Miquel es el compositor, letrista y guitarrista de Antònia Font, grupo imprescindible que me brindó no sólo uno sino dos de los mejores conciertos que pude ver el año pasado (uno de ellos precisamente en el Círculo de Bellas Artes, cuando vinieron a presentar su antología Coser i cantar). En esta ocasión, Oliver llega con un proyecto más personal aún bajo el brazo, su tercer largo en solitario, Bombón mallorquín, un disco que discurre por caminos perpendiculares a los transitados con los Antònia, manteniendo cierta inevitable familiaridad a la vez que aporta nuevos matices más sorprendentes y experimentales, ejemplificados por temas como «Polo de llimona», «Arbre que mira farola» o «Lego», que en un mundo ideal habría sido uno de los singles del año. En cualquier caso, no hace falta que te fíes de mi palabra, puedes visitar el MySpace de Joan Miquel o, mejor aún, escuchar el disco entero en Spotify. Por si eso fuera poco, el plato fuerte de la velada es la actuación de Pascal Comelade y la Bel Canto Orquestra, acompañados a los pinceles por Max, el creador de Bardín el Superrealista y desde hace tres décadas uno de los autores más importantes de nuestra historieta. Max dibujará en vivo y en directo todo aquello que le sugieran los acordes y los ritmos de Comelade y la Bel Canto, creando entre todos un espectáculo audiovisual lógicamente irrepetible.
Joan Miquel Oliver.
Todo esto lo cuento no sólo para poneros los dientes largos, sino porque tengo aquí dos entradas cortesía del Círculo de Bellas Artes para sortearlas entre los lectores del blog. Lógicamente, van las dos juntas. Si queréis haceros con ellas, escribidme al mail que aparece en la columna de la derecha indicando en el tema «mallorquines locos». A cambio, lo único que os pido es que, después, hagáis una minicrónica del evento en vuestro blog o subáis algunas fotos a vuestro flickr o, en fin, lo que queráis y más os apetezca, pero que deje algún tipo de constancia de la velada. Recordad que el concierto será este viernes 20 de noviembre a partir de las 21:30 horas. El jueves por la mañana tiraré los dados y colgaré aquí el nombre del ganador (al cual avisaré también por mail, por supuesto).
¡Suerte a todos!
Más información en la web del Círculo de Bellas Artes y en la de Basurama.
Actualización 19-11-09
Los dados (que no los hados) han decretado que las entradas vayan a parar a las manos de, tachán, tachán, Mireia Pérez. Enhorabuena Mireia y… ¡esperamos esa crónica! Y por supuesto, gracias a todos los demás por haber participado.
Para empezar bien la semana, nada mejor que acercarse a lo familiar desde una nueva perspectiva. ¡Sacúdete las neuronas, porque los lunes nada es lo que parece!
Hacía tiempo que no recuperaba esta sección, así que para el reencuentro he pensado que lo mejor será tirar de un vídeo cortito, pero no por ello menos chocante, firmado por un artista del mashup uruguayo, de nombre artístico Porno from Monaco. Tiene canal en YouTube y también página en MySpace, por si queréis echarles un vistazo. Personalmente debo reconocer que el resto de su trabajo no me gusta demasiado, pero este sorprendente maridaje entre «Eleanor Rigby» y «Shedding Skin» me resulta sumamente gracioso. ¡A disfrutarlo!
Elena y Carolina, realizando el programa. (Fotos: Elena Cabrera).
«Un loco monta una editorial» fue el título temático de la nueva entrega del programa literario ¿Quieres hacer el favor de leer esto, por favor?, conducido por Carolina León y Elena Cabrera, que se emitió ayer por la noche en Radio Carcoma. La cosa iba, pues eso, de nuevas editoriales independientes un tanto «locas», para lo cual tuvieron a bien entrevistarnos a Jan Martí de Blackie Books y a mí, que hablé principalmente de próximos lanzamientos y de cómo funciona un poco la mecánica interna de una editorial pequeña. Si alguien tiene interés por escucharlo, Carolina y Elena ya tienen colgado el programa entero en su blog, desde donde podréis descargarlo en MP3 o escucharlo a través de blip.tv. Yo me lo pasé en grande con ellas y sólo espero seguir sacando libros que les gusten para que me vuelvan a llevar otro día. ¡Gracias a las dos!
El próximo 25 de noviembre se pone a la venta la biografía Schulz, Carlitos y Snoopy, de David Michaelis. A continuación os pego el texto informativo que debería llegar a las tiendas a lo largo de esta semana para ir haciendo los pedidos. También he preparado un dossier de prensa en PDF disponible en resolución imprimible (descargable aquí) y en baja resolución para leer en pantalla (pinchando aquí o, si prefieres leerlo en Google Docs, aquí). Dicho dossier incluye una sinopsis, reseñas cortas, cuatro críticas extensas, entre ellas una de Bill Watterson escrita para The Wall Street Journal y otra de John Updike publicada originalmente en The New Yorker, y las diez primeras páginas del libro. Podéis hacer de ambos documentos cualquier uso que consideréis apropiado: reenviárselo a vuestros libreros o a amigos periodistas, colgar extractos en vuestros blogs, vincular directamente a cualquiera de las versiones del dossier o a la ficha del libro dentro de la web de Es Pop, e incluso incrustar el PDF entero dentro de vuestras páginas; si no sabéis cómo hacerlo, esta entrada de Tecnología Obsoleta lo explica estupendamente.
La dirección URL para incrustar es:
http://www.espop.es/prensa/schulz_low.pdf
Os agradezco ya de antemano cualquier tipo de difusión que le podáis dar a estos materiales. Por lo demás, espero que os gusten las diez primeras páginas del libro incluidas en el dossier y, si no lo visteis en su día, recordad que hace un par de semanas colgué otro capítulo entero de muestra. ¡Gracias por vuestra ayuda!
SCHULZ, CARLITOS Y SNOOPY, UNA BIOGRAFÍA
David Michaelis
Charles M. Schulz, el historietista más leído y querido de todos los tiempos, sigue siendo, diez años después de su fallecimiento, una de las figuras más incomprendidas y a la vez influyentes de la cultura norteamericana. David Michaelis nos presenta la primera crónica completa de la vida de un hombre brillante y hasta ahora desconocido; una historia de creación artística, a la vez que retrato íntimo de un genio que contribuyó a moldear la imaginación de Norteamérica. Schulz fue el primer autor capaz de manejar temas nunca antes vistos en los tebeos y raramente tratados en la cultura de masas —soledad, aislamiento, depresión, melancolía, la interminable búsqueda del amor—, aligerando siempre el lado oscuro con la risa y aportando a los tradicionales retratos de la infancia un conocimiento muy adulto y muy moderno de los sinsabores de la vida. Con un trazo inconfundible y un reparto de personajes memorables, retrató los dilemas esenciales del ser humano. Michaelis trenza con maestría la historia de Schulz con el devenir histórico del siglo XX y retrata la evolución de unos personajes hoy completamente familiares para nosotros, revelando hasta qué punto llegó la vida del autor a formar parte de sus tebeos. Basada en años de investigación, entrevistas exclusivas con la familia, amigos y colegas del artista, un acceso sin precedentes a su estudio y sus archivos, y colecciones de cartas y dibujos recién recuperados, Schulz, Carlitos y Snoopy es la biografía épica y definitiva de uno de los artistas más populares de este último siglo.
Características: 16 x 23 centímetros. Tapa dura con sobrecubierta. 608 páginas. Incluye 230 tiras y numerosas fotografías.
ISBN: 978-84-936864-2-0
Precio: 26 €
Para más información, descárgate el dossier de prensa en PDF: incluye imágenes, reseñas y un adelanto con las primeras 10 páginas del libro. Alta resolución (5,9MB):www.espop.es/prensa/schulz.zip Baja resolución (812KB):www.espop.es/prensa/schulz_low.pdf
Las palabras «No» e «Imposible» y frases como «Eso no se puede hacer» son las que le provocan una erección.
El actor Bill Paxton, hablando sobre James Cameron.
Hace un par de semanas escribí un borrador de entrada inspirado por el fallecimiento en Estados Unidos del columnista, analista político y novelista ocasional William Safire, un señor al que yo no conocía de nada, pero que por las fotos me recordaba al siempre inquietante Robert Loggia. En cualquier caso, no era ese detalle el que me interesaba de su figura, sino su período como redactor de discursos para el presidente Richard Nixon y en concreto un documento tirando a curioso recuperado por varias páginas web a raíz de su defunción: un discurso alternativo preparado en caso de que la misión Apolo 11 hubiera fracasado y los astronautas Armstrong y Aldrin hubieran quedado varados en la luna. El texto en sí no es ni mucho menos la bomba, pero creo que tiene su interés histórico y dice así:
El discurso de William Safire. Pincha para ampliar.
En caso de desastre lunar
El destino ha dictaminado que los hombres que han ido la luna para explorar pacíficamente, permanezcan en la luna descansando en paz.
Estos hombres valerosos, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saben que no tienen esperanza de ser rescatados. Pero también saben que hay esperanza para la humanidad en su sacrificio.
Estos dos hombres están entregando sus vidas en pos del objetivo más noble de la humanidad: la búsqueda de la verdad y el entendimiento.
Serán llorados por sus familiares y amigos; serán llorados por su nación; serán llorados por las gentes de todo el mundo; serán llorados por una Madre Tierra que osó enviar a dos de sus hijos hacia lo desconocido.
En su exploración, animaron a los pueblos del mundo a sentirse uno solo; en su sacrificio, estrechan aún más el lazo de la hermandad del hombre.
En la antigüedad, los hombres miraban hacia las estrellas y veían a sus héroes en las constelaciones. En estos tiempos modernos, hacemos prácticamente lo mismo, pero nuestros héroes son hombres épicos de carne y hueso.
Otros les seguirán, y con seguridad encontrarán el camino de regreso a casa. La búsqueda del hombre no será negada. Pero estos hombres fueron los primeros, y seguirán siendo los primeros en nuestros corazones.
Pues todo ser humano que mire hacia la luna en las noches futuras, sabrá que hay un rincón de otro mundo que será para siempre de la humanidad.
Cuadro de Alan Bean, miembro de la expedición Apolo 12.
El texto de Safire, por ñoño y sentimentaloide que pueda resultar, me provocó un ligero estremecimiento al pensar lo que habría supuesto comunicar el fracaso de la misión lunar en un momento en el que los astronautas habrían seguido vivos, aunque sin esperanza de rescate (náufragos espaciales condenados a una muerte bastante horrible), y a la vez me admiró por el modo en el que deja bien claro y con dos cojones que el proyecto lunar iba a seguir adelante sí o sí, algo impensable en un momento como el actual, en el que cualquier fracaso similar implicaría automáticamente la cancelación del proyecto. El éxito de la misión lunar Apolo 11 (y siguientes, a excepción de ya sabéis cuál) nos ha hecho olvidar en parte lo sumamente arriesgado de aquellas misiones, las cuales contaban con un porcentaje tan elevado de posibilidades de acabar mal que, dicho por miembros de la propia NASA, hoy no se habrían atrevido a llevarlas a cabo. Todo lo cual se suponía que me iba a dar para una reflexión acerca de cómo hemos ido abandonando progresivamente una cultura del riesgo, de la aventura, de la exploración, para entrar de lleno en una cultura de la «seguridad», del temor y, en resumidas cuentas, del más perezoso conformismo. Por desgracia, el tema me venía grande y no encontré el modo adecuado de expresarlo como a mí me habría gustado, de modo que lo dejé aparcado.
James Cameron dirigiendo una escena de Avatar.
Hasta que hace un par de días me encontré con este impresionante artículo acerca de James Cameron escrito por Dana Goodyear para The New Yorker, probablemente el mejor texto que he leído en mi vida acerca de este loco maravilloso con el que no niego que debe de dar miedo currar, pero al cual yo admiro profundamente al margen de lo cinematográfico, principalmente porque lleva toda la vida trabajando para labrarse una fortuna que le permita hacer lo que le salga de las narices, sea bajar al fondo de las Marianas o hacer turismo espacial. Y eso a mí me pone verraco ya sólo de pensarlo. El artículo, como digo, es buenísimo y lo recomiendo vivamente; iba a traducir un par de fragmentos pero al final he desistido porque, de verdad, hay que leerlo entero.
Sí me quedo sin embargo con este pequeño extracto que viene al pelo de todo lo que os estaba contando al principio, y que resume con toda la eficacia de las frases lapidarias lo que a mí me habría gustado desarrollar y argumentar hasta que me di cuenta de que iba a ser incapaz:
«Marte es uno de los planetas más apropiados», dice Cameron. “Porque realmente se puede aterrizar en él y está lo suficientemente cerca como para que podamos llegar, y está lo suficientemente cerca del sol como para no ser una enorme bola de hielo». Cameron es un miembro reputado dentro de la Mars Society, una organización privada entre cuyos miembros se cuentan escritores de ciencia ficción y astronautas (Gregory Benford, Buzz Aldrin), cuyo propósito es abogar por la exploración y colonización de dicho planeta. “En última instancia deberíamos tener colonias en Marte, para expandir la huella de la raza humana», dice Cameron. Comparte con la Mars Society la opinión de que la NASA —de cuyo consejo consultivo formó parte durante tres años— ha pasado a tenerle demasiada aversión al riesgo. “Hemos pasado básicamente a ser unos cobardes», dice. «Como sociedad, vivimos gordos y felices y cómodos y hemos perdido todo el empuje”.
¡Vámonos pa’ Marte!
Y yo, al margen de que lo de Marte me parezca más o menos factible o más o menos interesante, estoy completamente de acuerdo con el bueno de Cameron. Y creo que uno ha de ponerse metas, que pueden ser modestas, no tienen por qué ser las de un Shackleton o un Lindbergh o un Chuck Yeager (a los cuales no habría a día de hoy Gobierno ni empresa privada que permitiera realizar sus hazañas). Ni siquiera las de un Philippe Petit. Pero sí descubrir el placer de arriesgar. Y promoverlo. Y en caso de casos no obsesionarse tanto con eso que llaman el éxito y abrazar un poco más el fracaso, que es de donde se aprende. (Y si al final resulta que Avatar es una mierda, seguiré quitándome el sombrero ante James Cameron aunque sólo sea por haber tenido el valor de ponerse una vez más en una situación de vulnerabilidad ante todos aquellos a los que les gustaría verlo fracasar).
«Pelirrojas» es el título del capítulo 13 de Schulz, Carlitos y Snoopy, de David Michaelis, que ya podéis leer como adelanto en formato PDF. Son veinte páginas que narran un momento clave en la vida del creador de Peanuts: aquel en el que la alegría por haber conseguido vender al fin su serie a una gran agencia se ve contrarrestada por un profundo sentimiento de derrota tras ver rechazada su propuesta de matrimonio a la joven a la que luego representaría en sus historietas como la inalcanzable niña pelirroja adorada de lejos por Charlie Brown. Me parece un capítulo bastante representativo del libro (aunque sea uno de los menos ilustrados, si no el que menos) y que toca bastantes palos a la vez: la vida sentimental del artista, el reflejo de esta en su obra, los compromisos que debe acatar por exigencia de los grandes empresarios para poder poner en marcha su serie, el estado de la industria periodística a mediados de los cincuenta e incluso el origen «secreto» del nombre Peanuts. ¡Lo que se dice una lectura completita, ideal para aprovechar el puente!
Puedes abrir el PDF pinchando aquí o descargártelo dándole al botón derecho del ratón y seleccionando «Guardar como».
Schulz, Carlitos y Snoopy. Una biografía
608 páginas. Tapa dura con sobrecubiertas.
A la venta el 25 de noviembre.
PVP: 28 €
Claw Hammer. Izquierda: Jon Wahl. Derecha: Chris Bagarozzi. Pincha para ampliar.
Fotos: Wild Don Lewis.
Hace un par de días me compré Deep in the Heart of Nowhere!, el recién editado disco en directo de Claw Hammer, un grupo de rock alternativo intenso y ruidoso, de guitarras densas y voces desgañitadas, que en ocasiones recuerda un poco a Mudhoney, pero con un curioso poso stoniano y, por extensión, bluesero que asoma cuando menos te lo esperas. En cualquier caso, no es recomendar el disco lo que me ha llevado a escribir esta entrada de hoy, sino hacer una reflexión un poco de abuelo Cebolleta que me ha suscitado el texto que viene impreso en su (bonita) carpeta. Está escrito por Bob Lee, el batería del grupo, y cuenta entre otras cosas lo siguiente:
«Tocar en un club de Dallas con capacidad para 750 personas ante sólo dos espectadores no fue en realidad el concierto más indigno de la gira norteamericana de Claw Hammer en la primavera de 1995. Tan memorable momento tuvo lugar dos semanas antes en Toledo, Ohio, donde nos habían pagado mil dólares, el mayor adelanto de toda la gira, para tocar durante noventa minutos en lo que parecía ser el vestíbulo de una discoteca para adolescentes. Durante una hora y media, vimos a unas quinientas personas desfilar desde la puerta hasta donde estábamos nosotros, quedarse ahí mirándonos durante menos de diez segundos y luego volver sobre sus pasos para descender las escaleras que conducían al sótano, donde un sistema de sonido más potente que el nuestro machacaba «Gin and Juice» para la apiñada muchedumbre. […] Para cuando llegamos a Dallas, no podía preocuparnos menos el número de asistentes. Tan pronto como llegamos al Trees, nos dimos cuenta de que no era un garito roquero, que era el único tipo de local en el que nos las apañábamos bien si era la primera vez que tocábamos en la ciudad. Joe, el técnico de sonido, sin embargo, estaba encantado, ya que según él tenían el mejor equipo de sonido con el que había trabajado jamás. Me aseguré de pasarle una cinta para que grabara el concierto a través de la mesa, y eso es lo que hoy tenéis en la mano.
»Mi recuerdo más vivido de aquella noche es que nos pusimos morados de tacos, burritos y chimichangas en un famoso restaurante mejicano que había a la vuelta de la esquina, y que regresamos bamboleándonos, tras haber perdido el sentido del tiempo, apenas diez minutos antes de la hora de empezar. Esto podría explicar por qué en este disco parecemos tan concentrados y compenetrados: estábamos demasiado ahítos como para dar botes sobre el escenario y además no había nadie para verlo. De modo que nos quedamos allí plantados, tocando todo el repertorio mientras intentábamos no vomitar nuestros refritos.
»Una cosa que recuerdo sobre los conciertos de aquella gira es que, musicalmente hablando, aprovechamos al máximo cada uno de ellos. Uno no puede deprimirse porque nadie vaya a ver el concierto, ya que eso es algo que nunca vas a poder controlar. Pero bajar del escenario sabiendo que lo que has hecho es una mierda, eso sí que es deprimente de cojones. Por ello, estábamos decididos a tocar tal y como queríamos que se nos escuchara, sin preocuparnos un carajo de todo lo demás.
»Y una cosa os voy a decir: aquellos dos tipos se quedaron pegados a sus sillas toda la noche y luego se acercaron a comprarnos unas camisetas cuando todo hubo terminado. ¿Mereció la pena el viaje? Los ejecutivos de Interscope [sello con el que acababan de firmar] podrían decir que no, pero para mí, joder, fue mucho mejor que un buen día en el trabajo».
Claw Hammer. Izquierda: Rob Walther. Derecha: Bob Lee. Pincha para ampliar.
Fotos: Wild Don Lewis.
Los recuerdos de Bob Lee me han traído a la cabeza de inmediato un artículo de Peter Leonard que leí la pasada semana en Bookgasm. En él, el hijo del novelista Elmore Leonard decía:
«Recuerdo que cuando tenía nueve años bajé las escaleras al sótano y vi a mi padre sentado frente a su escritorio, con una pared de bloques de hormigón a sus espaldas y un suelo de cemento visto bajo los pies. Estaba escribiendo a mano sobre unas hojas de papel amarillo y tenía la máquina de escribir situada sobre un soporte de metal junto a la silla. Al otro lado de la habitación, había una papelera roja de mimbre, rodeada de pelotas de papel amarillo, escenas que no funcionaban, páginas inservibles. Recordándolo ahora, aquello parecía una celda, pero mi padre no parecía ser consciente de su entorno; seguía concentrado en lo suyo, escribiendo una novela del oeste titulada Hombre, que posteriormente acabaría siendo una película protagonizada por Paul Newman. Cuarenta años más tarde, recuerdo haber visitado una tarde a mi padre al salir del trabajo. Elmore ya no escribe en un sótano de bloques de granito. Tras haber publicado 40 novelas y con una docena de guiones en su haber, ahora trabaja en el salón de su mansión en Bloomfield Hills, un pequeño barrio a las afueras de Detroit. Lo que me llamó la atención fue que su escritorio era prácticamente idéntico al que recordaba haber visto con nueve años. El mismo cuaderno de hojas amarillas, media docena de pelotas de papel alrededor de la papelera apoyada contra la pared, máquina de escribir eléctrica sobre un soporte metálico junto a la silla. Ningún ordenador a la vista. Sólo Elmore con sus vaqueros y sus sandalias y una camiseta azul marino de los Nine Inch Nails, hablando con entusiasmo de la escena inicial de su nuevo libro, titulado Un tipo implacable [publicado por Alianza en 2006]. Observando a mi padre, pensé: «He aquí un tío al que realmente le encanta lo que hace»».
Y aquí es donde va el comentario Cebolleta: a veces me da la impresión, por algunos mails que me llegan y, sobre todo, por comentarios que leo en otros blogs, de que en mundillos como el del cómic, la literatura, el cine, la fotografía, las artes en general, hay cantidad de gente que aspira a vivir de esto sin haberse planteado si realmente disfruta de verdad haciéndolo, con la mirada puesta únicamente en las recompensas, pero sin haberse parado realmente a estudiar el trayecto que deberán seguir quieran o no; un trayecto que la mayor parte de las veces pasa por trabajar mucho, muy duramente y en un entorno muy competitivo, por lo que más te vale que lo que estés haciendo te guste DE VERDAD si no quieres acabar frustrado y algo resentido. Por eso me parecen particularmente valiosas lecciones como la de Leonard, escribiendo felizmente en su mísero sótano, o la de Claw Hammer, dejándose el resto sobre el escenario ante sólo dos espectadores. Y aquí lo importante no es quedarse con la copla de que al final la fortuna acabara recompensando la diligencia y el tesón de Leonard, sino ser consciente de que Claw Hammer acabaron fracasando y disolviéndose sin que eso importe en lo más mínimo, porque mientras estuvieron ahí hicieron lo que debían: disfrutar con su trabajo. Es por ello por lo que también quiero recuperar un texto del propio Elmore Leonard, parte de la introducción que escribió para la reedición más reciente del clásico de George V. Higgins The Friends of Eddie Coyle, que me parece también pertinente para este caso:
Robert Mitchum, otro que disfrutaba con su trabajo, en la adaptación
cinematográfica de Los amigos de Eddie Coyle.
«Antes de publicar Eddie Coyle, Higgins escribió no menos de diez libros que o bien descartó él mismo o fueron rechazados por los editores, quizá por el mismo motivo por el que The Big Bounce, mi primera novela ambientada en un entorno contemporáneo, fue rechazada en un total de ochenta y cuatro ocasiones por editores y productores cinematográficos. Los editores calificaban el libro de «deprimente», carente de personajes simpáticos… los mismos sobre los que sigo escribiendo treinta años más tarde. El por aquel entonces agente de Higgins leyó el manuscrito de Eddie Coyle, le dijo que era invendible y dejó de representarle. Dejemos que esto sirva de inspiración para aquellos aspirantes a escritor descorazonados por un rechazo tras otro. Si crees que sabes lo que estás haciendo, tienes que darle tiempo a los editores para que se pongan al día y abran los ojos».
¿La moraleja? El único camino pasa por no rendirse jamás, pero hacer eso me temo que sólo queda al alcance de personas realmente entregadas a sus pasiones. ¿Cómo ser capaz de escribir diez novelas seguidas, y soportar esos diez rechazos, uno tras otro, si lo que disfrutas no es el proceso sino la recompensa? Francamente, no creo que sea posible si no te gusta tocar cuando nadie escucha.
Izquierda, Javier Olivares. Derecha, Luis Bustos. Pincha para ampliar.
Un par de vosotros me habéis escrito en privado para preguntar si aún se pueden encontrar ejemplares de la revista Más Libros, la cual mencioné por aquí hace unos días. La respuesta es que no. Más Libros era una revista gratuita que se repartía por las librerías de todo Madrid y nunca la hicimos pensando en que pudiera tener algún interés más allá del mes para el que estaba pensada, por lo que si alguna vez nos sobraba algún paquete de más, solía ir al reciclaje. La verdad es que ahora lo pienso y me da pena no haberlos guardado, porque aunque la mayor parte de los textos estuvieran dedicados a la novedad pura y dura, también había secciones como «Leíamos ayer», que firmaba Santiago García, dedicada a la recuperación de clásicos atemporales, tan legibles hoy como hace diez años, y varios de los dossieres que acabamos preparando creo que todavía aguantan una lectura.
Izquierda, Max. Derecha, Javier Olivares. Pincha para ampliar.
En cualquier caso, si por algo lo lamento, es por la cantidad de ilustraciones bonitas con las que nos ayudaron a engalanar la revista amigos como Santiago Sequeiros, José Luis Ágreda, Eduardo Alvarado o Juanjo Sáez, los cuales a buen seguro habrán ganado desde entonces cantidad de fans a los que les gustaría hacerse con alguna de ellas. Mención aparte merece el infatigable Javier Olivares, que nos ayudó cantidad desde el principio, aportando ilustraciones prácticamente a todos los números, ventilándose tres de las diez portadas y, no menos importante, hablando bien de nosotros y ayudándonos a conseguir contribuciones de amigos suyos como Max, Víctor Aparicio o Joaquín López Cruces, a los que dudo mucho que de otro modo hubiéramos podido acceder.
Izquierda, Víctor Aparicio. Derecha, Joaquín López Cruces. Pincha para ampliar.
Más Libros fue una idea (a mi parecer genial) de David Muñoz, el cual nos reclutó a su hermana Esther, a Eduardo Salazar y a mí para que formáramos parte de la redacción. Prácticamente todos teníamos, además, un seudónimo (la única vez en mi vida que he utilizado uno), para que pareciera que éramos muchos más y que aquello era una empresa grande. Luis Bustos se encargaba del diseño, de la maqueta, de la dirección artística, de ilustrar lo que hiciera falta y de no recuerdo cuántas cosas más. La verdad es que, como decía el otro día, no se me ocurre una escuela mejor para alguien como yo, que para entonces estaba ya completamente aburrido de la carrera. El ritmo frenético al que trabajábamos, reseñando del orden de veinte libros por cabeza en cada número, entrevistando a un mínimo de dos o tres autores y escribiendo una columna de crítica cada mes (eso cuando no te tocaba encargarte del dossier central, que nos íbamos rotando), me ayudó a espabilarme y a mejorar como redactor a marchas forzadas. Por otra parte, sólo con ver a Luis trabajando todos los días, aprendí prácticamente más de diseño y de manejar el Quark en un año que en los diez que han transcurrido desde entonces (además, me prestó mis dos primeros libros de Jim Thompson, Texas y El cuchillo en la mirada, algo que nunca podré agradecerle lo suficiente). Aparte del núcleo central, en cada número contábamos además con la colaboración desinteresada de cantidad de amigos que nos ayudaron a que aquello tuviera un aspecto lo más profesional posible.
Izquierda, Luis Bustos. Derecha, Javi Rodríguez. Pincha para ampliar.
Estuvimos haciendo la revista dos años, entre desarrollarla, prepararla y luego el tiempo que estuvo en la calle. En total sacamos diez números, de los cuales me ha parecido interesante recuperar como poco las portadas. Todavía hoy me siguen pareciendo todas cojonudas, cantidad de llamativas y realmente modernas para tratarse de una publicación literaria. Además, teniendo en cuenta que el formato era de 28 x 43 cm. podéis imaginaros lo que llamaban la atención en las tiendas. Dicho esto, los escaneados no son los mejores del mundo; Más Libros estaba editada en papel de periódico «guarripé», y por mucho que lo he intentado no hay Photoshop en el mundo que arregle la impresión barata con la que trabajábamos.
Izquierda, Javier Olivares. Derecha, Darío Adanti. Pincha para ampliar.
Como decía al principio, la idea era dar una imagen de novedad e inmediatez ya desde el mismo formato, todo lo contrario a la típica revista seriota, formal (por no decir rancia) y de papel satinado. Lo nuestro era la información y un punto de vista más abierto sobre el mundo de la literatura, y sinceramente creo que al final conseguimos desarrollar una publicación realmente atípica e interesante. Aún estoy convencido de que si hubiéramos podido aguantar un poco más o hubiéramos contado con un mínimo apoyo financiero de algún inversor (ya que la pagábamos nosotros de nuestro propio bolsillo) la cosa habría acabado despegando. De hecho, que yo recuerde nunca llegamos a perder dinero, ya que cada número conseguía al menos financiar la imprenta del siguiente, aunque nunca llegara a dar lo suficiente como para que ninguno de nosotros pudiera cobrar un sueldo. El problema fue que, entre tanto, además de hacer la revista, todos tuvimos que seguir echando horas en otros curros para ganar algo con lo que mantenernos, y al final, tras año y medio con la revista en la calle, el agotamiento pudo con nosotros. En cualquier caso, ahí quedó la experiencia, que por mi parte al menos se cuenta entre una de las más satisfactorias de mi vida, y aquí quedan las portadas. Al final más que una entrada veo que lo que me ha quedado es un panegírico, pero como decía Robert Crumb en aquella historieta suya en la que daba gracias por todo lo bueno que le había pasado en la vida, de vez en cuando hay que pararse a reflexionar sobre las cosas positivas que nos van sucediendo y, sí, agradecerle su apoyo y su ayuda a todas esas personas que nos vamos encontrando por el camino a las que no siempre se lo hemos reconocido tan a menudo como debiéramos. Por eso, a todos mis compañeros en Más Libros y a todos aquellos que nos ayudaron a aguantar lo que aguantamos, desde aquí, gracias. ¡Gracias!
Dos ilustraciones de Javier Olivares para el nº 6 de Mas Libros, dedicadoal terror. A la izquierda, Jekyll y Hyde. A la derecha, Drácula.
Hoy, en la sección Conectado del suplemento On Madrid, del periódico El País, aparece un texto escrito por Gorka Elorrieta a propósito de Es Pop Ediciones. He pensado que podía estar bien complementarlo colgando aquí la entrevista completa que me hizo Gorka hace unas semanas para preparar el artículo. Quiero aprovechar también para darle las gracias a Gorka por la batería de preguntas que se curró, a pesar de que la sección es cortita y se la podía haber liquidado en dos patadas, y a Jesús Pérez por su paciencia y por las fotos que ilustran el post. No dejéis de visitar su web, donde encontraréis cantidad de instantáneas majas y modelos mucho más agraciados.
¿Cuánto tiempo llevabas rumiando lo de lanzar una editorial?
Supongo que la idea debía ir madurando sin que yo me diera cuenta prácticamente desde que empecé a traducir para otras editoriales, unos diez años aprendiendo todo lo posible sobre el negocio. Luego, que empezara a planteármelo en serio, hará unos tres años. ¿Cuál fue el impulso definitivo?
Pregunté por los derechos de los dos libros que más me apetecía editar, más que nada por informarme, y dio la casualidad de que ambos estaban libres. Pensé que nunca me lo iban a volver a poner tan a huevo y que había que lanzarse. Así, aunque las cosas no fueran bien, por lo menos me habría dado el lujo de empezar exactamente tal y como yo quería. ¿Y cómo está el patio para colocar libros como los tuyos?
Bien y mal. Bien porque los libros interesan y están vendiendo a buen ritmo, pero mal porque las distribuidoras en general son excesivamente cautas. Muchas veces si no conocen el material no se arriesgan, y en ocasiones hay algunas que ni se lo miran, te dicen que ya trabajan con demasiadas editoriales y pasan de ti, así que llegar a todos los sitios a los que queremos llegar está resultando algo más complicado de lo previsto. Afortunadamente, los sitios a los que sí llegamos con las distribuidoras que tenemos están dando buen resultado y la venta por correo está funcionando muy bien. También cada día hay más libreros que nos hacen los pedidos directamente. La biografía de Mötley Crüe ya va por la segunda edición. ¿Era algo que esperabas?
No suelo pecar de optimista, pero en este caso sí que lo tenía bastante claro. Por eso es el número uno de la colección, porque todos los que vengan detrás van a vender mucho menos (risas). Y El otro Hollywood ha tenido muy buenas reseñas… ¿Duerme uno más tranquilo?
Las reseñas se agradecen mucho, desde luego, y te alegra que un libro en el que crees a pies juntillas sea tan bien recibido, pero en última instancia el único somnífero eficaz son las liquidaciones. ¡Para qué mentir! ¿Fue complicado hacerse con los derechos para traducirlos y editarlos aquí?
La verdad es que no. De hecho, probablemente fue la parte más sencilla de todo el proceso. Por cierto, ¿cuánto tiempo te mantuvo enfrascado la traducción de El otro Hollywood?
Unos seis meses. Lógicamente, no a jornada completa.
¿Puedes adelantarnos qué vas a editar próximamente?
En un par de meses lanzaremos Schulz, Carlitos y Snoopy, una biografía del creador de Peanuts escrita por David Michaelis y, si todo va bien, para primeros de año saldrá la autobiografía de Slash, guitarrista de Guns N’Roses y Velvet Revolver. Dime algún libro que te gustaría haber editado y que pudiese entrar en la filosofía de Es Pop Ediciones.
Hay dos en concreto que me hubiera encantado publicar, entre otras cosas para dar una imagen un poco más amplia de lo que quiere ser la editorial, que quede claro que no nos vamos a limitar sólo a biografías de roqueros excesivos o a temas escabrosos. Uno era Milagros de vida, la autobiografía de J. G. Ballard, que finalmente editó Mondadori, y el otro Ligeramente desenfocado, la crónica de Robert Capa sobre sus vivencias en la Segunda Guerra Mundial. Este último, de hecho, estuve a punto de comprarlo hace dos años, pero me pareció excesivamente arriesgado seguir invirtiendo sin haber sacado aún ningún libro. Finalmente ha sido editado este mismo año por La Fábrica, cosa de la que en cualquier caso me alegro porque es cojonudo. Muy recomendables los dos. ¿Eres de Madrid o qué te trajo aquí?
Soy de Capdepera, un pueblo de Mallorca. Me vine a Madrid hará… buf, catorce o quince años. Principalmente para no seguir poniéndoles copas a los alemanes, que parecía ser mi destino en caso de haberme quedado allí. ¿Cómo llevas lo de las redes sociales? A cuáles estás más enganchado (si es que lo estás)…
Personalmente las que más me gustan y las únicas en las que tengo cuenta son flickr y tumblr. La primera porque me sirve para conocer continuamente a cantidad de fotógrafos buenísimos de los que de otra manera probablemente no habría oído hablar jamás. También me gusta mucho cómo está diseñada y organizada, es una página muy limpia y ordenada. Tumblr, por otra parte, es una fuente de inspiración y de hallazgos constante. Yo utilizo el mío únicamente como archivo de imágenes para tener una especie de registro vivo de ilustradores y diseñadores que me van llamando la atención. En breve quiero empezar también un twitter, pero dedicado únicamente a lanzar avisos sobre las novedades de la editorial, para quien no quiera registrarse en la página web dejando su mail. Como ves, las uso más que nada con un ojo siempre puesto en el trabajo. ¿Cuál es tu top three de páginas que más visitas? ¿De qué van?
Una que nunca dejo de visitar es Fogonazos, el blog de Antonio Martínez Ron, que promete asombros diarios —principalmente relacionados con la ciencia, la tecnología y la naturaleza— y además lo cumple. También suelo entrar con regularidad en varias páginas dedicadas al diseño de portadas de libros. Hay muchas muy buenas, pero desde un punto de vista profesional quizá la más interesante sea FaceOut Books, en la que cada semana entrevistan a un diseñador acerca de una portada en concreto, para que explique el proceso de creación. Por último, me gusta mucho Today’s Inspiration, un blog dedicado a recopilar trabajos de ilustradores norteamericanos, principalmente de los años cuarenta y cincuenta, probablemente mi época favorita para la ilustración comercial. ¿A qué dedicas más tiempo durante el día? La editorial, traducir cómics, actualizar Cultura Impopular…
Intento reservar las mañanas para traducir todo lo que pueda, ya sea para mí, para otras editoriales o para estudios de doblaje, y por las tardes me dedico un poco más a lo que son las labores puramente administrativas de Es Pop. El blog lo mantengo a duras penas en momentos libres que voy robando de aquí y allá. Bueno, y también cuando me toca algún trabajo particularmente pesado con el que no me apetece nada ponerme. En esos momentos, tener la excusa de actualizar el blog me viene de maravilla (risas).
¿De dónde viene tu filia por la cultura Pop?
He crecido con ella. En mi casa siempre ha gustado mucho el cine, la música, la lectura… No puedo decirte un momento concreto en el que empezara a interesarme, siempre ha estado ahí. Radiografías de una banda y de un cine… ¿Tienes pensado editar títulos de narrativa? ¿O cómics?
Cómics no, pero en febrero del año que viene lanzamos una nueva colección de narrativa coeditada junto a mis amigos de Valdemar. Serán libros “de género”, contemporáneos y bastante potentes, muy escogiditos. La idea es combinar el mimo con el que ha editado siempre Valdemar con un punto de vista un poco más moderno y atrevido. ¡Queremos sacudir el mercado del bestseller! (risas) Además de George Pelecanos, ¿qué otras adicciones literarias tienes/has tenido? ¿Qué autores?
Buf, cantidad. De adolescente, Lovecraft, Stevenson, Conrad, Jack London, Eduardo Mendoza, Patricia Highsmith, Ballard, Hammet y Chandler, Stephen King, Bukowski, lo típico. Ahora mismo, de entre los contemporáneos, procuro que no se me escape ningún libro de James Ellroy, Ian McEwan, Julian Barnes, Phillip Kerr, Cormac McCarthy, Michael Chabon o el propio Pelecanos, ni las reediciones de clásicos de la literatura de bolsillo como Donald Westlake o Lawrence Block. Luego, como todo el mundo, pues voy por temporadas y ramalazos. Hace un par de años un amigo me recomendó mucho Yo que he servido al rey de Inglaterra, de Bohumil Hrabal, y me gustó tanto que no paré hasta haberme leído todo lo que tenía publicado en castellano. Y lo mismo me ha ido pasando con otros autores como John Fante, Daniel Pennac, Marc Behm, George MacDonald Fraser, Michel Faber, Albert Sánchez Piñol, Arturo Barea… No sé, la lista se va ampliando continuamente. ¿Qué joya tienes en casa… sea un disco, un cómic…?
Hace poco compré una edición norteamericana de 1912 de La llamada de la selva, con unas ilustraciones preciosas de Paul Branson, que me tiene encantado. Cuando eras pequeño, ¿qué querías ser de mayor?
Paleontólogo. Me pasaba el día dibujando dinosaurios. ¿Qué te dicen en casa paterna? Editas las andanzas salvajes de Mötley Crüe, un libro sobre cine porno…
Hombre, no creo que lleguen a ser nunca sus libros favoritos, pero son libros, así que les parece bien. ¡Mejor que cuando trabajaba para una multinacional! Al trabajar en tu propia casa… ¿cómo te llevas contigo mismo? ¿Mantienes cierto criterio organizativo para cumplir con los plazos o… tiendes a todo a última hora?
Intento ser bastante disciplinado con los horarios y cuando los encargos son para otros creo que lo consigo. Cuando trabajo para mí mismo sí que puedo llegar a ser un poco más caótico y acumular rachas de jornadas maratonianas con días de no hacer nada, pero intento controlarlo. Más que nada porque a lo de no hacer nada te acostumbras rápido. ¿Qué tipo de cine te ha dado más alegrías? (sin malicia)
La lista sería interminable. Desde hace años intento ver una película diaria y pocas veces dejo de hacerlo, así que imagina. Si quieres, te digo las tres que creo que he visto más veces: Grupo Salvaje de Peckinpah, El hombre tranquilo de Ford y El fuera de la ley de Eastwood.
Una de las cosas que más fastidia de ser un sello pequeño (si no la que más) es la incapacidad para poner proyectos en marcha de una manera automática. Por ejemplo: una de las cosas que me hubiera encantado hacer si me saliera el dinero por las orejas habría sido comprar de inmediato los derechos de Cosas que los nietos deberían saber, la autobiografía del músico Mark Oliver Everett, tan pronto como se anunció su existencia. Es más, si me saliera MUCHO dinero por las orejas hasta lo habría editado acompañado con un DVD del magnífico documental de la BBC Parallel Worlds, Parallel Lives, que habla de su vida y de la su padre, Hugh Everett, físico al que se atribuye la creación de la teoría de los mundos paralelos. Por desgracia, los recursos sólo llegan para unos pocos títulos al año, y hay que armarse de paciencia y ser consciente de que si dejas a una chica guapa sola en la pista de baile es muy probable que no permanezca sola mucho tiempo. Es lo que ha pasado con el libro de Everett, del cual me acabo de enterar que ya ha encontrado pareja: Blackie Books, otro sello de nuevo cuño que lo tiene anunciado para noviembre. Y aunque por una parte me fastidia, porque el grupo de Everett, los Eels, es uno de mis favoritos desde hace más de una década y me habría encantado traducirlo, por otra parte me alegro un montón de que el libro vaya a salir en castellano mucho antes de lo que yo habría podido sacarlo, y ya estoy preparando la cartera para regalar varios ejemplares a los amigotes. Son gajes inevitables y no queda más remedio que aceptarlos. Yo, que para esto soy muy obsesivo, empiezo todos los años preparando una lista con los libros que me gustaría editar y automáticamente la convierto en una lista de libros que asumo que NO voy a publicar; así, habiéndolo dejado por escrito, parece como que te mentalizas mejor, y si luego resulta que acabas pillando alguno, pues mira, miel sobre hojuelas. Y sí, ya sé que suena un poco demente, pero bueno, mejor eso que andar luego cabreado por el mundo.
Izquierda, la libreta loca en la que voy tachando lo que otros van editando.
Derecha, E por Adrian Tomine.
En cualquier caso, la noticia de la próxima edición de Cosas que los nietos deberían saber por parte de Blackie Books, a los que, repito, deseo toda la suerte del mundo, me ha llegado justo cuando estaba preparando una entrada sobre el último disco de Eels, así que ya que estoy aprovecho y la termino. Si no conoces de nada a los Eels, esta entrada de la Wikipedia te pondrá mínimamente al día. Si por el contrario ya estás familiarizado con ellos, sabrás que se trata de un proyecto personal de Everett, el cual, bajo el nombre artístico «E», va cambiando la formación del grupo de disco en disco, dependiendo del estilo que le quiera dar a cada uno. Esto es algo que se traslada también a sus siempre sorprendentes directos, los cuales cambian por completo de gira en gira. Su anterior álbum, por ejemplo, le sirvió para realizar no una sino dos giras mundiales, una primera por teatros, acompañado de un cuarteto femenino de cuerda e instrumentos acústicos (y utilizando una maleta para la percusión en vez de una batería), y una segunda en salas de conciertos en las que interpretó las mismas canciones pasándolas por el filtro de un eléctrico trío encuerado y barbado a lo Z. Z. Top. La misma energía desgarrada, guarrona y salvaje de aquella gira es la que parece haber animado su nuevo y para mi gusto excelente disco: Hombre Lobo, 12 Songs of Desire, una vuelta de rosca a su estilo más roquero y brioso (como en Souljacker y Shootenanny, pero subiendo el volumen al once), que en ocasiones llega incluso a acercarse al tono bribón y primordial de los mejores grupos del sello Alive, como Black Keys, Left Lane Cruiser o los sin par Black Diamond Heavies. Y como muestra, un botón: «Tremendous Dynamite», quizá mi tema preferido de todo el disco.
Por supuesto, en Hombre Lobo también hay espacio para las baladas tristonas marca de la casa, sin dejar nunca de lado, eso sí, un tranquilo y socarrón sentido del humor (característica esta última desplegada por E en todos sus proyectos y que a mí al menos es una de las que me convirtió en fan irredento de todo lo que hace), como deja bien patente el vídeo para su nuevo sencillo, «That Look You Give That Guy», coprotagonizado por Bobby Jr., el único perro del mundo del espectáculo con página web propia.
A propósito del lanzamiento de Hombre Lobo, E ha dado varias entrevistas, entre ellas esta, esta y esta, de las cuales he sacado los siguientes fragmentos:
¿Fue duro para ti escribir el libro?
Fue lo más difícil que he hecho nunca. No recomiendo escribir un libro a menos que quieras descubrir por qué todos los grandes escritores son alcohólicos. El documental, por el contrario, fue muy sencillo. La BBC me abordó con la idea completamente desarrollada. En un principio, tuve mis dudas. Pensé: «¿Cómo van a conseguir unir tres elementos tan dispares como un documental científico, un drama familiar y un rockumental?». Pero en mi opinión lo consiguieron de sobra. Y después de los cuatro años que te llevó escribir el libro y hacer el documental, ¿vas y decides hacer un disco sobre el deseo?
Tras cuatro años de volver la vista atrás, sólo quería hacer algo que no fuera excesivamente autobiográfico. Quería algo completamente diferente. Y se me ocurrió la idea del deseo, la cual, para mí, musicalmente, equivalía a guitarras eléctricas y a un sonido muy inmediato. La chispa, si quieres… El comienzo de todo, ¿sabes? De modo que has hecho un esfuerzo por no ser autobiográfico en las letras.
He hecho lo posible por no serlo. En cualquier caso, a menudo acabo dándome cuenta, cuando escribo con la voz de un personaje, que cinco años más tarde, al volver la vista atrás, resulta que, «Oh, eso es justo lo que estaba experimentando personalmente en aquel momento». Pero por algún motivo no soy consciente mientras lo hago. Mientras estaba trabajando en el disco, le describí a una amiga el concepto como básicamente 12 temas desde el punto de vista de un viejo hombre lobo calentorro. Y ella me dijo: «Ah, o sea que es tu disco más sincero hasta la fecha». Así que mejor me vuelves a hacer la pregunta dentro de un par de años; podría ser más autobiográfico de lo que creo. ¿Piensas que como artista necesitas seguir experimentando circunstancias inusuales para seguir creando?
No, no lo creo. Mira a Tom Waits, lleva sobrio veinte años y vive sus obsesiones a través de sus arte. Para nada tienes que ser un tipo torturado para escribir genialidades. Estoy convencido de ello. Quizá haya personas que lo necesiten porque sea el único modo en el que saben trabajar. Pero en mi opinión la imaginación es la herramienta más valiosa que tenemos todos. Sólo tienes que estar dispuesto a abrir de verdad tu imaginación más allá para ver lo lejos que puedes llegar con tus cosas. No tienes por qué vivir torturado. Basta con ser buen escritor.
En tus memorias hablas de lo difícil que te resultaba comprender la actitud distante de tu padre, y cómo iba a poder tener alguna relación su vida en un plano tan abstracto como el de la mecánica cuántica con la tuya, inmerso en la música.
A medida que he ido creciendo, no he podido evitar fijarme (como nos pasa a muchos) en las similitudes entre nuestras personalidades, y en el modo en el que vivimos nuestras vidas. Al principio es inquietante, porque intentas rebelarte y decir: «nunca seré como ellos». Pero un día te miras al espejo y ves a tu padre devolviéndote la mirada. Entenderás que alguien con un historial como el mío tenga dudas a la hora de formar una familia. Incluso sin los aspectos más trágicos, es todo una mierda, y si a eso le sumas las tragedias [su padre falleció a los cincuenta y dos, su hermana se suicidó dos años antes de que su madre muriera de cáncer y su prima iba en el avión que se estrelló contra el Pentágono], no me apetece para nada. Sin embargo, siempre me ha atraído la idea, y esa es una de las cosas que me ha llevado a ser capaz de perdonar a mi padre por sus carencias. No importa lo mucho que intentes rebelarte contra tus padres, genéticamente eres ellos en muchos aspectos. Y cuanto mayor te haces, más te identificas con ellos, en mi caso desde luego. ¿Cómo es volver a la música después de haber escrito un libro?
Me gusta hacer cosas, lo que se me hace duro es mostrarlas luego. Me resulta muy desagradable. Una de mis ideas es hacer discos y no publicarlos. Me lo paso en grande haciéndolos, pero a partir del día en que los terminas te pasas meses jodido. ¿Te refieres a tener que hacer prensa y giras?
En parte. Me gusta estar en casa. Irónicamente, me gusta la rutina, a pesar de que artísticamente no me gusta. Pero la necesito para poder soltarme las alas como músico. Pero es más que eso. Sacar tus proyectos al mundo hace que te sientas vulnerable. Cuando acabé Blinking Lights me sentí como si me hubiera arrinconado a mí mismo. Era el tipo de disco que haces al final de tu carrera. Aprendí una lección con el primer disco de Eels. Para nosotros fue un éxito comercial bastante grande. Tuvimos un vídeo en MTV en el que salíamos volando, y cantidad de gente compró el disco. Pero yo odié toda la experiencia. Me demostró que no quería formar parte de aquel mundo. Para el siguiente disco, Electro-Shock Blues, se me ocurrió una idea loca para el momento, que fue componer canciones que hablaran de tragedia y depresión. Todo el mundo que trabajaba conmigo me aconsejó que no lo hiciera. Ahora considero que, para mí, seguir trabajando en esto ya es un éxito.
E junto a su inseparable puro
Para saber más sobre Eels, visita su página web.
Para seguir oyendo más, pásate por su canal en YouTube o visita este especial de MySpace con versiones en directo, entrevistas y un EP gratuito.
Para ver el documental Parallel Worlds, Parallel Lives (que, de verdad, merece muchísimo la pena), puedes rebuscar por YouTube o seguir algún torrente. Información adicional, aquí.
Y ya que estamos, para acabar de buen rollo, qué mejor que otro tema vigoroso y optimista de Hombre Lobo: «Prizefighter».
Cultura Impopular es el blog de Es Pop Ediciones, una editorial independiente especializada en temas relacionados con la cultura pop. Nuestra intención es convencerte de que compres los libros que editamos, pero intentaremos que no se note demasiado hablando también de otras cosas. Si quieres saber más sobre Es Pop, visita nuestra página web.
Cultura Impopular está escrito por Óscar Palmer. Puedes contactar con él por correo electrónico.