jueves 6 de agosto de 2009
El pasado 25 de julio fallecía, a los 111 años, Harry Patch, el último veterano de la Primera Guerra Mundial. Hace un par de días, Iñigo Sáenz de Ugarte escribía un incisivo texto al respecto en Guerra Eterna, reflexionando sobre cómo los gobiernos aprovechan ocasiones como ésta y la existencia de personas como Patch para ensalzar el heroísmo y el sacrificio del individuo, obviando y minimizando la sangría a la que someten al colectivo e incluso las opiniones de los propios soldados (Harry Patch fue en sus últimos años un activo portavoz en contra de la guerra). Ayer, en homenaje al longevo veterano, el grupo Radiohead presentó un nuevo tema titulado «Harry Patch (In Memory Of)», descargable desde su página web a cambio de una libra (todo lo recaudado será donado a los fondos de la British Legion, una organización benéfica que se encarga precisamente de atender a veteranos). En su comunicado de ayer, Thom Yorke, vocalista del grupo, recordaba: «Hace un par de años escuché una entrevista muy emotiva con él en el programa Today de Radio4. El modo en el que hablaba sobre la guerra dejó una profunda huella en mí. Se convirtió en la inspiración para un tema que grabamos apenas un par de semanas antes de su muerte. Se grabó en directo en una abadía. Los arreglos de cuerdas fueron realizados por Jonny. Espero que la canción haga justicia a su memoria como el último superviviente. Sería muy fácil para nuestra generación olvidar el verdadero horror de la guerra, sin individuos como Harry para recordárnoslo. Espero que no lo olvidemos. Como el mismo Harry decía: «Al margen de los uniformes que vestíamos, todos éramos víctimas»».
Thom Yorke y Jonny Greenwood (de espaldas) grabando «Harry Patch (In Memory Of)».
Todo lo cual me recuerda que, a la vuelta del verano, se publicará el sexto volumen ya de la colección en la que Titan Books está recuperando el Charley’s War de Pat Mills y Joe Colquhoun, uno de los mejores y más rabiosos tebeos bélicos que he leído nunca, ambientado precisamente en la guerra de las trincheras. Todavía recuerdo perfectamente lo impresionado que me dejaron los episodios que pude leer en los dos primeros números de Guerras de ayer, hoy y mañana, de MC Ediciones, allá por 1987 (ignoro si salieron más números, pero si fue así yo nunca los encontré), y lo brutales que resultaban (que todavía resultan releídas hoy) historias como la del fusilamiento del teniente de Charley por un falso cargo de cobardía (ejecución encargada además, con inusitada crueldad, a sus propios subordinados) o aquella en la que a los soldados se les castiga atándolos durante días a las ruedas de un cañón. En aquel entonces, con doce años, era la primera vez que encontraba un retrato tan brutal e inmisericorde de la guerra. Ahora que han pasado más de dos décadas desde entonces, puedo decir que sigo sin haber encontrado dentro del medio demasiados ejemplos que lleguen a la altura de Charley’s War (y los que se le intentan acercar, como el reciente Battlefields de Garth Ennis, tienen una deuda evidente con su predecesora), por lo que cada vez que sale un nuevo tomo de esta reedición me lanzó a por él sin pensarlo dos veces.
Charley’s War.
Y así, en memoria de Harry Patch y de tantos otros como él, termino con esta breve declaración extraída de una extensa e interesante entrevista con Pat Mills aparecida en esta página dedicada a su imprescindible tebeo: «Considero que las fuerzas asesinas que enviaron a toda una generación a su muerte entre 1914 y 1918 no se desvanecieron simplemente, sino que únicamente pasaron a operar de una manera más sofisticada y encubierta. Mucho mejor a la hora de suprimir información. Y la tecnología moderna ya no requiere el sacrificio masivo de nuestros soldados, a pesar de que las mismas fuerzas siguen teniendo la potestad de masacrar iraquíes y serbios sin queja alguna. Mi intento deliberado por hacer que el lector se identifique con todos los bandos del conflicto en Charley’s War, de que vea los puntos de vista del otro, (en este caso los alemanes y los franceses) es consecuencia de este tema. La guerra puede darle un gran empujón a la economía del lado vencedor, y estoy convencido de que ése es el motivo de que Estados Unidos vaya regularmente a la guerra. De modo que si hay una agenda al servicio del interés económico de la riqueza, ¿por qué deberían los jóvenes de clase obrera morir por ella? La tragedia de la carne de cañón no acabó en 1918, sólo pasó a ser más… sofisticada».
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La guerra de Charley, Pat Mills, Radiohead 4 comentarios
viernes 31 de julio de 2009
Ilustración original para la portada de Mi familia y otros animales de Gerald Durrell
Hace unas semanas, James Morrison de Caustic Cover Critic, uno de los mejores blogs sobre portadas de libros que conozco, publicaba una entrevista con Mick Wiggins, ilustrador al que he descubierto recientemente pero que, como comprobaríais quienes sigáis mi tumblr, me tiene completamente embelesado. Es por ello que le pregunté a James si le importaba que tradujera su entrevista al castellano para publicarla también aquí y, afortunadamente, no tuvo inconveniente. No dejéis de visitar Caustic Cover Critic para ver la versión original de la entrevista y también la página web de Mick Wiggins donde encontraréis muchos más trabajos suyos.
Soluciones artísticas. Entrevista con Mick Wiggins
«En primer lugar, debería indicar que básicamente soy un ilustrador y que todavía nadie me ha pedido que desarrolle un diseño de portada. A veces la ilustración ha de encajar dentro de un diseño o formato preexistente o el diseñador aprovecha para su trabajo la composición de mi imagen. A menudo ni siquiera veo el diseño de portada hasta que está listo para entrar en imprenta».
«Cuando empecé hace años pintaba con óleos, pero finalmente me pasé al formato digital allá por los ochenta. A medida que la tecnología fue madurando con las décadas, mi estilo fue cambiando hasta llegar a lo que es ahora. Técnicamente, creo que trabajo de una manera muy sencilla: primero aboceto a lápiz, escaneo y luego desarrollo la imagen en Photoshop. Como remanente del siglo pasado, todavía uso ratón en vez de tableta, lo cual es probablemente el motivo de que gran parte de mi trabajo tenga un aire como a serigrafía o a grabado. Con el ratón, uno va tallando las formas más que dibujarlas, lo cual elimina ese trazo inmediato y sensual que da el dibujar a mano. Cualquier tipo de sensualidad que acaba surgiendo parece tener un aire ligeramente más formal y almidonado».
Portadas para On the Beach y Pied Piper, de Nevil Shute. Pincha sobre
las imágenes para ver las ilustraciones originales.
«Tengo un par de texturas que me gusta utilizar. La más habitual es un viejo trozo de papiro que tiene un peculiar entrelazado que me gusta. Actualmente también me gustan los generadores aleatorios de ruido y las texturas que se pueden derivar de ellos. En el uso de texturas, me interesa principalmente la oportunidad de añadir puntos de diferentes colores sobre una superficie plana, más que sugerir o imitar otro medio. El uso de ese tipo de tonalidades planas es por supuesto reminiscente de las serigrafías y del grabado de madera, y resulta bastante evidente (para mí, al menos) la influencia que han tenido los grabadores japoneses en mi trabajo. Nunca tengo suficiente no sólo de Hokusai e Hiroshige sino de todo el canon del mundo flotante».
«Me encanta ilustrar portadas para libros: el ritmo y la concentración necesarios para desarrollar una portada son muy diferentes de, pongamos, una colaboración para una revista o un anuncio. Lo cual estoy descubriendo que se ajusta a mi personalidad. Francamente, prefiero leer los libros en los que trabajo, lo cual, por extraño que parezca, suele sorprender a muchos de los diseñadores con los que he trabajado. A mí me parece una exigencia más bien mínima. Dicho esto, incluso con un par de años de experiencia en el mercado, éste sigue siendo un mundo más bien misterioso para mí. Hay cuestiones de marketing, editoriales, autorales y comerciales que se discuten a un nivel oculto, o por lo menos oculto para mí, que pueden llegar a dictar la dirección visual adoptada en última instancia. No me cabe ninguna duda de que algunas de las mejores portadas para la serie de Steinbeck se quedaron en la mesa de dibujo por motivos que no consigo entender».
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Portadas de Mick Wiggins para La perla y Al este del Edén, de John Steinbeck.
Pincha sobre las imágenes para verlas en grande.
«El encargo de Steinbeck fue el trabajo más ideal que puede esperar un ilustrador; 24 portadas hasta la fecha, creo. No me resultó difícil encontrar la inspiración, es un escritor muy bueno a la hora de evocar atmósferas y sus ambientes están bellamente descritos, pero a la vez me hizo sudar la gota gorda. Steinbeck es una figura tan clásica del paisaje literario y una presencia tan habitual en las estanterías que entregar unas ilustraciones decepcionantes no era una opción. Afortunadamente, Paul Buckley, director de diseño en Penguin, sabe cuándo empujarte y cuando dejarte tranquilo como director artístico, lo cual ha producido una media bastante buena para toda la serie, creo yo. Ya que los escritos de Steinbeck son tan variados, el peligro para mí (además de fracasar) era ver si sería capaz de conseguir que funcionaran como conjunto. Mi “estilo”, tal y como lo entiendo yo, puede vagar en direcciones insospechadas, y con frecuencia suelo ser inconsistente en mi “look”. En cualquier caso, si hay algo de consistencia en la serie, bueno, tuve suerte. Por otra parte, una vez trabajé en unas portadas para una serie de novelas detectivescas regionales que cada vez se me fueron haciendo más difíciles, debido a lo idéntico de la fórmula en todos los títulos: el mismo personaje, el mismo entorno y no demasiadas variaciones. Muy poco inspirador».
«Dicho esto, como ilustrador, en ocasiones me siento más como un artesano, quizá como un carpintero, que como un «artista». Hay un encargo, hay un propósito y hay fuerzas por encima de ti a las que debes complacer, todo lo cual puede frustrar mis gustos personales. Pero me gusta el proceso de solucionar los problemas de una manera artística, y me gusta pensar que ése es uno de mis puntos fuertes como profesional. ¿Cuál sería mi encargo ideal? Fácil: Mark Twain. Lo que primero me viene a la cabeza son sus libros de viajes. Me veo haciendo una portada e ilustraciones interiores para Pasando fatigas o Los inocentes en el extranjero. ¡Encárguenmelo!».
Portadas para Un zoológico en mi maleta, de Gerald Durrell, y An Expert in Murder, de Nicola Upson.
Pincha sobre las imágenes para ver las ilustraciones originales.
«Ahora mismo no tengo ningún proyecto de libro, pero me gano la vida con otros encargos. Cuando consigo aunar tiempo e inspiración, me gusta trabajar en mis propios proyectos. Tengo tres historias ilustradas en proceso de desarrollo, aunque sin ningún potencial comercial que yo vea. En cualquier caso, me siento muy atraído por el potencial de una historia contada mediante una narrativa reducida al mínimo y el uso de composiciones formales, en oposición a, digamos, las múltiples viñetas de las novelas gráficas y los tebeos. Es algo que podría funcionar en forma impresa pero quizá sería más adecuado como vídeo con una banda sonora. Me impresionó mucho el corto de 1962 La Jetée, que utiliza fotos fijas y una narración para contar un relato absorbente y misterioso con mucha elocuencia, y creo que esto tiene muchas posibilidades con todas las nuevas plataformas mediáticas que se están usando ahora».
«Los proyectos de sonido que tengo en mi página web son sólo pequeñas vacaciones personales que disfruto de vez en cuando. Un sonido “encontrado” descontextualizado y alterado un poco, sin importar lo rudimentario del proceso, puede resultar curiosamente evocador y poderoso. En la historia de Dieter Talfdum usé una de las grabaciones para la banda sonora, lo cual me resultó muy satisfactorio. Sinceramente espero poder hacer más cosas en esa dirección en un futuro cercano».
«Uno de los inconvenientes de ser ilustrador, para mí, es la dificultad para disfrutar mi propio trabajo. Me resulta mucho más fácil localizar los defectos y experimentar la rabia de haber dejado escapar una buena oportunidad que simplemente disfrutar de un trabajo bien hecho. Paso tantas horas delante de una imagen durante el proceso que acabo en cierta parte insensibilizándome ante lo que quiere transmitir: la sensación, la atmósfera, lo que sea, si es que eso tiene sentido. Pero creo que es una experiencia muy común entre ilustradores y parte del oficio es tener la disciplina para trabajar esas dificultades».
Ilustración publicitaria para la marca de cerveza Badger Beers.
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lunes 27 de julio de 2009
Para empezar bien la semana, nada mejor que acercarse a lo familiar desde una nueva perspectiva. ¡Sacúdete las neuronas, porque los lunes nada es lo que parece!
Hoy, para celebrar el concierto que darán este jueves Nine Inch Nails en La Riviera de Madrid, os traigo no uno, ni dos, sino tres mashups protagonizados por Trent Reznor y compañía. El primero es prácticamente un clásico de Youtube, y con él recuperamos a nuestro viejo amigo DJ Zebra, un inventivo Dj francés que ya nos visitó en la anterior entrega de esta serie. Se trata de «Come Closer Together», una mezcla entre el «Come Together» de los Beatles y el «Closer» de Nine Inch Nails, que sorprende y deleita a partes iguales.
Por desgracia, no he encontrado apenas información sobre el autor de este segundo mashup, que mezcla el «Only» de Nine Inch Nails con «Check It Out» de los Beastie Boys. Y es una lástima porque es de lo mejorcito que he oído últimamente. Si alguien sabe algo que no deje de comentarlo por aquí.
Y terminamos con el que probablemente sea uno de los mashups más improbables de la historia, Nine Inch Nails vs. Flight of the Conchords, en un mix de «God Given» y «Sugar Lumps» realizado por un chaval holandés de 18 años que, por lo que he visto, debe de ser la primera vez que hace algo parecido. ¡No es mala manera de empezar, desde luego! Y le lleva a uno a pensar si no habría sido mejor que Trent hubiera traído de teloneros a Brett y a Jemaine en vez de a Aphex Twin (con todos mis respetos para este último, pero no me hace reír igual).
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martes 21 de julio de 2009
Acabo de enterarme a través de Arts Beat de que Adam Yauch, de los Beastie Boys, tiene cáncer. La lamentable noticia informa de que Yauch «anunció ayer lunes, mediante un vídeo casero colgado sin aspavientos en la página web del trío, que va a someterse a un tratamiento contra el cáncer y que, como consecuencia, el grupo va a tener que cancelar algunos conciertos y a retrasar el lanzamiento de su nuevo disco». Afortunadamente, parece que el cáncer está contenido en la glándula parótida (en la garganta) y no se ha extendido más allá. Según Yauch, que tendrá que pasar por el quirófano probablemente la semana que viene, «es algo muy tratable y en la mayor parte de los casos son capaces de extirparlo por completo».
El artículo incide también en la «informalidad e inmediatez» del vídeo, en el que Yauch aparece acompañado de su compañero de grupo Adam Horovitz. «Nada más comenzar, Yauch dice: «Esto es una locura», y los dos hombres echan a reír. Horovitz añade rápidamente: “No tiene gracia”, y Yauch asiente: “No tiene gracia, es mortalmente serio”. […] A pesar de la gravedad del asunto, los amigos y colegas acaban riendo en varias ocasiones más. Yauch dice: «No está en un lugar en el que me afecte a la voz, lo cual es de agradecer», a lo que Horovitz añade: «Es un plus». Posteriormente, Horovitz se disculpa por su aspecto desaseado diciendo: «Adam no me ha dicho para qué me traía aquí; estaba tirado en el sofá viendo la tele». Yauch bromea diciendo que su aspecto es apropiado para su nuevo proyecto en solitario de música country y añade: “Ésta será una buena oportunidad para ti, ahora tendrás tiempo”».
Siempre he admirado mucho a los Beastie Boys, tanto por su música como por su sentido del humor, la sencilla creatividad de sus vídeos e iniciativas tan originales como Awesome; I Fuckin’ Shot That!. Y como suele pasar en los casos en los que una persona a la que no conoces de nada afecta en cualquier caso tu vida de una manera continuada e innegablemente palpable a través de su arte, no he podido evitar que la noticia me haya dejado bastante mal cuerpo. Sólo espero que el bueno de Adam se recupere de verdad cuanto antes y siga dándonos alegrías durante mucho tiempo. Y que si alguna vez me veo en una parecida, sepa afrontar el trago con la misma entereza y sentido el humor. Mientras tanto y aunque no sea lunes, aquí os dejo uno de mis mashups favoritos con los Beasties. Se trata de una brillante fusión entre su «Shake Your Rump» y el «Perfect Strangers» de Deep Purple a cargo de DJ Schmoli.
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miércoles 8 de julio de 2009
Hoy, por gentileza de Eduardo Guillot, tenemos en Cultura Impopular una entrevista con Legs McNeil, coautor de El otro Hollywood y de Por favor mátame, la historia oral del punk. La entrevista aparece publicada este mes en el número de 275 de la revista Rockdelux y Eduardo nos la ha cedido generosamente para que podáis leerla también aquí.
Legs McNeil. Foto: Zoozoom.
LEGS MCNEIL: FIJACIÓN ORAL
Toda historia oficial tiene su reverso. O, al menos, su paralela versión secreta. Al mismo tiempo que en el cine norteamericano se operaba la revolución estética e ideológica que Peter Biskind se ha encargado de relatar en Moteros tranquilos, toros salvajes, surgía una nueva industria cinematográfica, la del porno. “Me di cuenta de que la historia del género era realmente interesante, y que nadie se había introducido seriamente en el tema”, comenta vía telefónica Legs McNeil para explicar la génesis de El otro Hollywood. Una historia oral y sin censurar de la industria del cine porno (Es Pop Ediciones, 2008), un libro escrito en colaboración con Jennifer Osborne y Peter Pavia que se adentra en los entresijos del cine para adultos hilvanando su historia a través de las declaraciones de sus protagonistas directos: mayoritariamente, actores y directores, pero también agentes de la ley y miembros del crimen organizado. “Todo el mundo colaboró sin problemas, desde la gente de la mafia hasta los agentes del FBI. Eso sí, muchos no quisieron hablar con nosotros hasta que supieron cuánto sabíamos ya. Entonces aceptaban sin problemas. Tenían claro que no les iban a hacer las mismas preguntas de siempre sobre la industria del porno. Fue divertido ir de unos a otros comprobando los hechos”.
Como en toda historia oral, McNeil y sus colaboradores se limitan a ordenar la ingente cantidad de material resultante de los centenares de entrevistas realizadas, poniendo al descubierto contradicciones y versiones dobles, pero sin intervenir de manera directa, aunque el autor tiene una opinión muy clara sobre el porno. “Como en cualquier otra disciplina, sean artículos de prensa, shows de televisión o bandas de rock and roll, el 99% es basura, pero hay un 1% que realmente vale la pena. Si lo sitúas en el contexto actual, en que todo es bastante cutre, no creo que sea diferente de cualquier manifestación artística. Todo se hace por dinero y sólo unos pocos, como John Stagliano o Rocco Siffredi, han convertido el porno en una forma de arte”.
Legs McNeil, Peter Pavia y Jennifer Osborne. Foto: Justin Makler.
McNeil abordó la tarea que supone confeccionar un libro como El otro Hollywood sabiendo el terreno que pisaba. Años atrás, había utilizado el mismo método en Por favor, mátame: La historia oral del punk (Discos Crudos, 2008), escrito junto a su novia, Gillian McCain. “Fue un trabajo duro y complicado. Cuando lo estaba haciendo, nadie más pensó que fuera una buena idea. Y mucha gente que no tenía ni idea me dijo que era un esfuerzo inútil, porque los punks no leen. Quince años después de su publicación, el libro sigue vendiéndose en todo el mundo. Pero bueno, fue lo mismo que me dijeron sobre el porno, y lo hice de todos modos. No tenía que pedir permiso a nadie”.
En ambos casos era la persona idónea para afrontar una tarea de tal magnitud. A mediados de la década de los setenta, en Nueva York, McNeil había sido el fundador, junto al ilustrador John Holmstrom (busquen su firma en las portadas de los discos de Ramones Rocket To Russia y Road To Ruin) de un fanzine denominado Punk, un término que terminaría englobando el movimiento musical surgido en torno a los clubs CBGB y Max’s Kansas City. “Fue una idea estúpida. No había revistas sobre los nuevos grupos porque no le interesaban a nadie. Por aquel entonces, se llamaba punks a los presidiarios que eran sodomizados por otros convictos, y a los grupos no les gustaba el término, porque carecía de atractivo comercial”.
En cuanto a su relación personal con el porno, McNeil figura como guionista de Public Affairs (Tony English, 1998) y Una madura insaciable (Still Insatiable, Veronica Hart, 1999). “Era divertido escribir los guiones. Sólo tenía que poner en el papel mis fantasías para que las hicieran otros. Quien me introdujo en ese mundo fue Jane Hamilton, que solía actuar en los años setenta y primeros ochenta bajo el seudónimo de Veronica Hart. Yo no quería abordar el porno como periodista, sino como uno más del gremio, porque sabía que todo el mundo estaba harto de los tipos que se dedican a husmear para hablar de sus aspectos más sórdidos. Eso no me interesaba”.
Joey Ramone y un joven Legs McNeil. Foto: Tom Hearn.
También existía un proyecto para llevar al cine Por favor, mátame, que habría dirigido Mary Harron (I Shot Andy Warhol, American Psycho), quien también vivió en primera persona los turbulentos años de esplendor de la escena rock del Bowery. “Se canceló. Nunca llegamos a ver el contrato. Que les jodan. Es un asunto desagradable. No volveré a escribir un guión para la gran industria en toda mi vida”.
Cuando mira hacia atrás, Legs McNeil no siente nostalgia. “Añoro a los amigos que han muerto, que son la mayoría, pero no echo de menos aquella época, porque entonces estábamos todos en la ruina, nadie tenía un duro. Era todo muy cutre, vivíamos como vagabundos, aunque ahora parece que fuéramos creadores de tendencias. Lástima que tanta gente ya no esté entre nosotros. Cuando me puse a trabajar en El otro Hollywood, mi editor me dijo que no sería un best-seller, pero que nunca dejaría de venderse. Y creo que tenía razón. Acaba de morir Marilyn Chambers, y mucha otra gente que aparece en el libro también ha fallecido, así que, en mi opinión, cada vez es un texto más valioso. Pasa lo mismo con el rock, y esa es la parte triste de hacer este tipo de libros: he visto morir a mucha gente de la escena punk y del mundo del porno de los setenta a los que consideraba mis amigos”.
Eduardo Guillot
Marilyn Chambers.
Y ADEMÁS, EN EL QUIOSCO…
Este mes, entrevista también con Mick Mars en el número 429 de Popular 1. Emilio R. Cascajosa define El otro Hollywood como «el tocho con el que el señor Legs McNeil cumplió su objetivo de dar voz a la industria del cine X con una concienzuda maniobra de periodismo activo; un estuario de casi setecientas páginas donde desembocan ríos de flujos corporales, drogas y sueños truncados» en su reseña para Ruta 66. Y en el último Mondo Sonoro, Joan S. Luna resume Los trapos sucios de la siguiente manera: «Si aún existe quien considera a las bandas de sleazy angelino de los ochenta una panda de maricas, está claro que es porque nunca se ha atrevido a leer Los trapos sucios, sin duda uno de los libros indispensables para adentrarse en un auténtico universo de «sexo, drogas y rock’n’roll». De todo, encontrarán aquí, en grandes cantidades y bien revuelto, resumiendo un estilo de vida realmente salvaje». Más al grano, imposible.
En la prensa • Entrevistas
El otro Hollywood, Es Pop Ediciones, Legs McNeil 2 comentarios
domingo 5 de julio de 2009
Science Not Fiction es un blog que me tiene completamente enganchado. Está escrito por varios colaboradores de la revista Discover y es una mina de información para aquellos aficionados a la ciencia que, como yo, prácticamente han aprendido más sobre el tema consumiendo cultura popular que estudiando en firme. Por desgracia, el problema de una educación tan informal es acabar confundiendo las churras con las merinas y no sabiendo realmente qué es ciencia y qué es ficción. Precisamente para dirimir cuáles de esas imaginativas ocurrencias que nos maravillan en películas, series, novelas y tebeos tienen una auténtica base científica, y para explicar didácticamente en qué consiste dicha base, está Science Not Fiction. ¿Que en un episodio de Galáctica reparan la nave con una especie de metal biológico creado por los cylones? En SNF se escriben un artículo sobre avances reales en la creación de sustancias autorreparables. ¿Que en Dollhouse le implantan a Eliza Dushku un aparato en el cerebro para poder ver en una pantalla lo que ella está viendo a través de sus ojos? Resulta que el experimento ya se ha hecho con gatos (y con éxito moderado, por cierto). ¿Que en Terminator: Las Crónicas de Sarah Connor aparece un robot de metal líquido? Te ponen al día con los últimos experimentos en materia multiforme y programable. Francamente, ahora mismo no se me ocurre otro blog en el que leer párrafos tan fascinantes y a la vez delirantes como el siguiente, extraído de la entrada Creando superhéroes:
«Ya que toda la vida en la Tierra utiliza el mismo código genético, en teoría cualquier cosa que encontremos en la naturaleza es susceptible de ser asimilada. Por ejemplo, las células sanguíneas de los cocodrilos contienen un tipo de hemoglobina que oxigena el cuerpo con tal eficiencia que el cocodrilo puede permanecer bajo el agua una hora sin tener que salir a respirar. Un equipo de investigadores ha sido capaz de alterar el ADN responsable de producir la hemoglobina humana para que incorpore algunas de las instrucciones genéticas halladas en la de los cocodrilos, creando de esta manera una hemoglobina humana más eficiente. Dicha hemoglobina superhumana sólo se produce actualmente mediante bacterias en cubas y está pensada para aplicaciones médicas, pero en principio podría adaptarse a seres humanos para que la asimilaran, dándoles poderes parecidos a los de Aquaman».
Y ya que hablamos de superhéroes, aquí os dejo traducido el artículo más reciente aparecido en Science Not Fiction (escrito por Eric Wolff y centrado en parte en uno de mis personajes favoritos de la Marvel) que ha sido el que me ha recordado que les debía una entrada. Pinchad aquí si queréis leer la versión en inglés y no dejéis de revisar sus archivos. Encontraréis cantidad de ejemplos tanto o más curiosos que éste.
Superpoderes incorporados: Ecolocalización entre humanos
Todos sabemos que para obtener superpoderes hace falta un gen mutante, un origen alienígena o un objeto mágico, generalmente acompañados de una cataclísmica desgracia familiar que sirva de motivación. Matt Murdock, más conocido como Daredevil, perdió la vista en un accidente con un camión que transportaba sustancias radioactivas. El accidente incrementó sus otros sentidos, lo que le permite «ver» sirviéndose de una especie de radar que detecta con su súper oído. ¿Pero sabéis qué? Para ver con el oído no necesitamos radar, ni supersentidos, ni siquiera una muerte en la familia. Es algo que podemos hacer todos los seres humanos normales y corrientes.
¿Cómo, os preguntaréis? Prácticamente igual que lo hace Daredevil (o los murciélagos y los delfines): haciendo rebotar el sonido contra nuestro entorno y prestando atención a los ecos. Los ciegos ya hacen algo parecido a esto de una manera instintiva, que generalmente describen diciendo que son capaces de «percibir» un obstáculo cercano, como una pared o una puerta. Lo que están haciendo en realidad es escuchar el modo en el que cambia el ruido de sus pisadas a medida que se aproximan a dicho obstáculo. Un estudio reciente dirigido por el investigador español Juan Antonio Martínez en la Universidad de Alcalá de Henares puso a prueba una serie de sonidos y técnicas diseñadas para enseñar a la gente a usar la ecolocalización para sus propios fines. El sonido más efectivo que podemos producir, según han descubierto, es un chasquido con la lengua.
“El sonido casi ideal es el ‘clic palatal’, un chasquido que se origina poniendo la punta de la lengua en el velo del paladar, justo detrás de los dientes, y realizando un movimiento rápido hacia atrás, aunque es frecuente hacerlo erróneamente hacia abajo”, dijo Martínez en un comunicado de prensa.
Los seres humanos normales, carentes de supersentidos como nosotros, debemos recurrir a la fuerza de voluntad y a la insistencia para poder llegar a ecolocalizar con efectividad. Martinez dice que sus estudiantes necesitaron dos horas al día durante dos semanas para aprender a detectar cuándo tenían un objeto delante de ellos y un par de semanas más para ser capaces de identificar formas como árboles o aceras. Un estudio del año 2000 reveló que un individuo que escuche en movimiento puede aprovechar el efecto Doppler para localizar los objetos con mayor efectividad.
Por otra parte, aquél que tiene un motivo poderoso para aprender a ecolocalizar puede llegar a hacerlo con sorprendente virtuosismo. Ben Underwood, que falleció el mes pasado, perdió la visión a los dos años a causa de un cáncer. Aprendió a patinar y a jugar al futbolín guiándose únicamente por sonidos y ecolocalización (el vídeo es realmente asombroso). Paseaba por la calle proyectando precisamente el tipo de clics recomendados por Martínez y era capaz de distinguir los coches aparcados, de las tomas de agua para los bomberos de los contendores de la basura.
¡Así que todavía hay esperanza para aquellos de nosotros que aún no hemos conseguido ser mordidos por un perrillo radiactivo ni provenimos de un lejano asteroide en órbita alrededor de un sol morado! Ver con los ojos cerrados es un superpoder bien chulo que todos podemos llegar a tener… con mucha práctica.
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viernes 3 de julio de 2009
A través de Guerra Eterna he llegado a este interesante especial elaborado por el diario británico The Guardian a raíz del cuarenta aniversario de la llegada del hombre a la luna, que se cumplirá el próximo 20 de julio. Merece la pena echarle un vistazo, no sólo por la cantidad de fotos y vídeos que han reunido, sino también por textos tan absorbentes y amenos como el de Tim Radford, titulado The First Man on the Moon, capaces de recuperar y transmitir la sensación de emoción y dramatismo vivida por gran parte del mundo en aquel verano de 1969, así como de aportar varios datos que yo al menos desconocía. La cosa empieza así:
«Ya en aquel instante comprendimos que nuestro mundo había cambiado y que podíamos precisar el momento del cambio prácticamente al segundo. No tuvimos que esperar a que Neil Armstrong saliera del modulo lunar y pronunciara torpemente su portentosa afirmación sobre el pequeño paso para el hombre. Cuando escuchamos las palabras «Huston, aquí Base Tranquilidad, el Eagle ha aterrizado», no acabamos de ser del todo conscientes de lo que estaba pasando, pero luego, cuando tras una breve y extraña pausa el hombre de Huston al que únicamente conocimos como Capcom se atragantó ligeramente y titubeó, y finalmente dijo: «Os recibimos desde tierra. Tenéis a un montón de tipos a punto de ponerse azules. Por fin volvemos a respirar», ése fue el momento en el que cien millones de personas de todo el mundo volvieron a respirar también.
»Apolo tuvo una trascendencia que la primera y heroica órbita de Yuri Gagarin nunca podría haber alcanzado. Gagarin había dado la vuelta a la Tierra en 92 minutos en 1961. Había recorrido 38.625 kilómetros en una hora y media; había hecho historia; había confirmado la supremacía espacial de los soviéticos; había logrado algo que muchos pensaban que nunca podría hacerse. Pero dos cosas le separaban del equipo Apolo de ocho años más tarde. Una era que Gagarin había logrado todo aquello antes de que nadie en el mundo supiera que iba a hacerlo, o pudiera saber que iba a hacerlo. Celebramos su triunfo, pero nos perdimos la emoción. La otra es que en realidad nunca dejó la Tierra; voló más alto que nadie, pero seguía siendo prisionero de la gravedad del planeta. Nunca se alejó de la Tierra en una distancia mayor que la que separa a Manchester de Londres.
»Todo en el alunizaje del Apolo, sin embargo, fue una aventura. Era el clímax de una carrera espacial tan igualada que, hasta aquel momento en el Mar de la Tranquilidad, había parecido posible que los rusos llegaran hasta allí los primeros. Dicha carrera se había desarrollado, aunque en aquel momento no podíamos conocer los detalles, a raíz de un duelo de ingenio entre dos hombres. Uno era Wernher von Braun, el antiguo oficial de las Waffen-SS que había diseñado, construido, probado y empleado la que, en 1944, había sido el arma definitiva: la Vergeltungswaffe-2, el arma de la venganza, la V2. Fue el pionero de la tecnocracia norteamericana. Su oponente soviético era una figura tan en la sombra que incluso en la URSS sólo era conocido como el «Diseñador Jefe». En realidad, Sergei Kolorev era un hombre más extraordinario aún, que había perdido los dientes, la salud y prácticamente la vida en los gulags de Stalin, pero la mayoría de nosotros no supo nada sobre él, ni siquiera su nombre, hasta 1990.
»La decisión de financiar una carrera hacia la luna fue una maniobra dramática fruto de la política de la guerra fría, un acto de exhibicionismo definitivo: el dominio de las alturas del espacio, iniciado por el presidente Kennedy como respuesta a la jactancia de Nikita Jruschev. Pero el sprint hacia la luna también unió a un mundo implacablemente dividido. Nos dio la primera impresión de la soledad y la belleza de nuestro planeta, visto a una distancia de casi medio millón de kilómetros. Y fue el primer paso premeditado en busca de vida extraterrestre. Ahora lo hemos olvidado, pero en 1969 el temor a una infección global provocada por organismos lunares parecía lo suficientemente real como para asegurar que los tres astronautas quedaran en cuarentena biológica nada más regresar a casa. Por encima de todo, fue un momento de dramatismo humano, interpretado con una tecnología frágil y brillante frente al telón de fondo del infinito. Como otros mil millones de personas seguí el acontecimiento, a través de una radio de segunda mano con una antena improvisada en el pequeño salón de una vieja casa de guardavías en Kent mientras mi esposa, mi hijo y mi hija dormían en el piso de arriba. En aquel entonces no era periodista científico, pero había entrado en un periódico a los 16, en 1957, justo a tiempo para el Sputnik 1 y, al igual que otros millones, había seguido de cerca todos y cada uno de los pasos del drama que, aquella noche del 20 de julio de 1969, alcanzó su punto álgido».
El texto prosigue detallando los aspectos técnicos de la expedición y los numerosos problemas que se sucedieron en el transcurso de la misma, enlazando espiritualmente a Armstrong, Aldrin y Collins con los grandes exploradores de antaño, ya que «como el Capitán Cook y otros marinos del siglo XVIII antes que ellos, los astronautas tuvieron que complementar su sistema de navegación guiado por ordenador realizando cálculos con un sextante según la posición de las estrellas. En los 60, el mundo se maravillaba ante los ordenadores de última generación de la NASA, pero olvidamos lo nuevo que era aquel arte. Cualquier lavadora de hoy en día tiene más memoria, programas más elaborados y procesadores más rápidos que la suma de todos los recursos de la NASA en aquel momento».
En cualquier caso, si tengo que quedarme con una de las anécdotas técnicas relacionadas con el viaje a la luna, mi favorita es ésta: «Aquel enorme ejército de cerebros tuvo que trabajar como uno solo y al mismo tiempo pensar en todo, incluida la temperatura del espacio por la que iban a viajar Apolo y Eagle. El espacio es muy frío, pero la luz del sol es muy caliente: la diferencia entre las zonas de luz y sombra fuera de órbita es de más de 200ºC. Si un costado de la nave se calentaba demasiado mientras la otra se enfriaba demasiado, el cableado eléctrico que mantenía el sistema de guiado y las reservas de oxígeno podía colapsarse. De modo que Apolo tuvo que que ir rodando a intervalos durante todo el trayecto de ida y vuelta a la luna».
Para seguir leyendo el texto de Tim Radford, pincha aquí. Y ya que estás, aprovecha para repasar esta sencilla pero informativa guía interactiva de la carrera espacial y del viaje del Apolo 11.
Si te quedas con ganas de profundizar aún más en el tema, no te pierdas la espectacular «historia oral» (en plan El otro Hollywood) Apolo 11, The Untold Story, elaborada por la revista Popular Mechanics. Realmente impresionante y con perlitas como ésta de Neil Armstrong, quizá la más adecuada para Cultura Impopular: «En las obras de ciencia ficción —Julio Verne, H.G. Wells y otros— ningún escritor había llegado jamás a imaginar que los exploradores lunares pudieran estar en contacto con la gente de la Tierra o, más sorprendente aún, que fueran capaces de transmitirles instantáneas o imágenes en movimiento. Así que entendimos que aquel debería ser un componente importante de nuestros objetivos para la expedición». Un bonito modo de reconocer la huella dejada en el inconsciente colectivo por aquellos maestros de la literatura fantástica.
Ciencia
Apolo 11, Tim Radford Sin comentarios
viernes 19 de junio de 2009
El suplemento EP3 del diario El País publica hoy una entrevista con Vince Neil, cantante de Mötley Crüe, a propósito de su concierto de mañana en el Kobetasonik de Bilbao y de la publicación en España de Los trapos sucios. A continuación, un par de respuestas de Vince centradas directamente en el libro.
EP3. Los trapos sucios se acaba de publicar en España. ¿Cambiarías algo del libro?
Vince. No podemos, porque todo es verdad. Cuando se publicó, le pedí a mi tercera mujer que no lo leyera. Me prometió que no lo haría, pero lo hizo. Al día siguiente, me llamó para pedir el divorcio [risas].
EP3. Es que tanta sinceridad…
Vince. Es lo que queríamos. Una biografía real, de verdad. Pocas bandas se atreven a publicar un libro así. Quizá porque la mayoría están casados. Nunca quisimos ser una banda salvaje. Pero fue lo que ocurrió.
EP3. Han pasado ocho años desde Los trapos sucios, la autobiografía de Mötley Crüe. ¿Cómo se llamaría una posible segunda parte sobre estos últimos tiempos?
Vince. The Dirtier [Lo más sucio].
EP3. ¿Está todo contado u os habéis guardado algún secreto?
Vince. Está todo contado, o por lo menos, lo que recordamos. Nos faltan algunas piezas en la memoria, pero el 99% de lo que nos ocurrió está en el libro.
EP3. Se decía que ibais a convertir el libro en una película. ¿Qué ha pasado?
Vince. Una gran empresa compró los derechos hace nueve años. Leímos el guión y estaba guay. Hasta la iba a dirigir David Fincher [El club de la lucha, Seven, Zodiac…]. Pero no tenemos ni idea de cómo va el proyecto.
EP3. ¿Quién querrías que hiciese de ti?
Vince. Sería mejor que lo hiciesen actores desconocidos. No me veo con la cara de Val Kilmer.
EP3. Hombre, y se hace difícil imaginar a Leonardo DiCaprio con unas mallas ajustadas de leopardo y un cardado gigante…
Vince. Bueeeeno, no estaría mal.
Pincha aquí para leer el resto de la entrevista en la página web de El País.
Pincha sobre las imágenes para ampliarlas.
En la prensa
Es Pop Ediciones, Los trapos sucios, Mötley Crüe 3 comentarios
martes 16 de junio de 2009
El próximo sábado 20 de junio, en el marco del festival Kobetasonik de Bilbao, Mötley Crüe presentará en directo, por primera y única vez en España, su último disco: Saints of Los Angeles, basado en las vivencias recogidas en su libro Los trapos sucios, del que esta misma semana ponemos a la venta la segunda edición, coincidiendo con el evento.
Además de en los puntos de venta habituales (FNAC, Casa del Libro, librerías recomendadas) y, como siempre, a través de la web de Es Pop, este fin de semana podrás comprar también tu ejemplar de Los trapos sucios en el stand de merchandising oficial del Kobetasonik y en el stand de la organización en el Día de la Música de Madrid (21 de junio, Matadero de Madrid). Mientras tanto, siguen llegando las reseñas:
En la prensa
El otro Hollywood, Los trapos sucios, Mötley Crüe 3 comentarios
martes 9 de junio de 2009
El escritor Hunter S. Thompson flanqueado por los hermanos Mitchell, productores de cine porno y directores de la seminal Tras la puerta verde.
Este mes ha aparecido publicada en la revista Dirigido una excelente crítica de El otro Hollywood. La transcribo aquí no sólo por lo sumamente elogiosa, sino sobre todo porque hace hincapié en dos elementos que me parecen fundamentales y que hasta ahora no había visto comentados por ningún reseñista. Uno, la enorme dificultad técnica y el esfuerzo descomunal que implica realizar un libro de estas características. Dos, que a través del retrato de una pequeña comunidad los autores han acabado haciendo una excelente radiografía de toda una cultura y una época.
El otro Hollywood. Una historia oral y sin censurar de la industria del cine porno
Sin duda alguna, estamos ante uno de los mejores libros de cine publicados en nuestro país en mucho tiempo. No sólo porque El otro Hollywood sea un clásico desde su aparición en Estados Unidos en 2005, sino por el rigor, interés y profundidad con que trata el nacimiento y declive -cualitativamente hablando- del cine porno norteamericano (1950-1995). Un espacio cinematográfico, huelga decirlo, frecuentado en demasía por fetichistas, onanistas y freaks de todo pelaje y condición, que emborronan páginas de libros y fanzines sin verdaderos conocimientos fílmicos sobre el tema, carentes de una perspectiva artística, psicológica, ética, lúdica, de la pornografía como forma válida de cine.
El principal mérito de El otro Hollywood radica en que sus autores, Legs McNeil & Jennifer Osborne (y Peter Pavia), han cedido todo el protagonismo a aquellos hombres y mujeres que hicieron posible la industria del cine pornográfico USA. Este es un texto compuesto, como si de un inmenso puzzle se tratara, de cientos de declaraciones breves, ordenadas cronológica y casi dramáticamente, sobre las vivencias, sentimientos y reflexiones de actrices, actores, productores, directores, mánagers, policías, periodistas, pornógrafos, espectadores, críticos, historiadores y políticos, declaraciones a veces apostilladas por recortes de prensa, informes policiales o los datos de una autopsia (¡). Sexo (of course), dinero, drogas, belleza, gama, violencia, Mafia, sida, crimen, traición, libertad y represión son los temas que articulan el testimonio de personajes como Linda Lovelace, Chuck Traynor, Harry Reems, Marilyn Chambers, Ron Jeremy, Ginger Lynn, Tom Byron, Sharon Mitchell, Tim Connelly o Traci Lords, entre muchos otros, quienes en ningún instante disfrazan sus puntos de vista sobre la industria y sus integrantes, sus simpatías y odios.
Trabajar con fuentes orales no es nada fácil, entre otros motivos porque su utilización supone un enorme trabajo previo de investigación, al compararlos con otras fuentes escritas, y más tarde, un colosal esfuerzo de estructuración, sin olvidar el problema que plantean la confiabilidad y la representatividad de los testimonios orales, relacionados con el concepto de la saturación retórica. En este sentido, Legs McNeil & Jennifer Osborne (y Peter Pavia), con su método ensayístico-discursivo, han conseguido realzar la importancia de un testimonio oral, el cual reposa en su no correspondencia con los hechos establecidos, sino más bien en su discrepancia con los mismos, resaltando el modo en que los actos y los modelos de conducta son experimentados y retenidos en la memoria. En este sentido, son historias que sirven para definir comunidades e individuos y los contextos donde adquieren significado.
Excelentemente editado y traducido (por Óscar Palmer Yáñez) El otro Hollywood se erige como un testimonio dinámico, veraz y tremendamente revelador de toda una época, de toda una visión del cine, de toda una industria, vacío de tonos moralizadores y/o pseudocientíficos, eruditos y/o exaltados. Porque, como prueba el libro de McNeil & Osborne (y Pavia), el cine pornográfico también es cine y, mal que le pese a muchos -eso queda bien claro en sus páginas-, ha contribuido a modificar, para bien y para mal, los hábitos sexuales del mundo occidental, más allá de clichés y leyendas negras.
Antonio José Navarro – Dirigido nº 390 (junio 2009)
Pincha aquí para ver la reseña tal y como ha aparecido en la revista.
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Izquierda: Ron Jeremy. Derecha: Savannah.
En la prensa
El otro Hollywood, Es Pop Ediciones, Legs McNeil Sin comentarios