domingo 21 de octubre de 2012
Uno de los mayores placeres, para nosotros, en el proceso de realización de los libros de la colección Valdemar/Es Pop, ha sido desde el principio el contacto y la colaboración con ilustradores a los que seguimos y admiramos. Para la portada de Poesía cruel quisimos contar con Abel Cuevas, uno de los artistas más activos y creativos de cuantos trabajan ahora en la menguada escena del cartelismo musical español, ya que nos parecía que podía darle una vuelta de tuerca muy interesante a los típicos tópicos asociados con el género negro.
Pensando precisamente en que antes o después acabaría escribiendo para el blog una entrada detallando el proceso de creación de esta portada, Manuel Bartual y yo nos plantamos a mediados de junio en el estudio de Abel para grabar la entrevista en vídeo que podéis ver arriba del todo. En ella, Abel nos habla de su carrera como ilustrador, de las diferencias entre el cartelismo y otros trabajos de ilustración y de los retos presentados por Poesía cruel en concreto. Si aún no lo habéis visto, os recomiendo echarle un vistazo antes de seguir bajando.
Entrando ya en materia, lo que estáis viendo sobre estas líneas son algunos de los primeros bocetos a lápiz realizados por Abel y algunas pruebas de color y composición; muy básicas, sí, pero que dan buena idea de algunas de las imágenes que comenzamos barajando para la portada. La ilustración a lápiz de la derecha es una de mis favoritas de todo el proceso y ha acabado convirtiéndose, al menos en mi cabeza, en la imagen que sirvió para «anclar» todo el conjunto.
Como podéis ver, el elemento de la serpiente es el más recurrente de todos (si habéis leído el adelanto de la novela ya sabéis por qué). También la idea de Abel de convertir a la protagonista en una especie de Medusa, algo de lo más apropiado teniendo en cuenta que Vicki Hendricks se apodera en Poesía cruel del típico concepto de mujer fatal para convertirlo en algo completamente nuevo, más inocente y fresco, pero no por ello menos letal.
No queríamos, en cualquier caso, olvidarnos de que la relación entre Renata y Jules es el eje sobre el que gira toda la novela, por lo que decidimos que había que jugar un poco tanto con los elementos que acercan a ambas mujeres como con los que las diferencian, creando un juego de reflejos alternos que, nos parece, se acerca más aún al espíritu de la novela.
Personalmente, me parecía importante darle a cada personaje su propio espacio y evitar la tentación de meter a ambas protagonistas en la misma imagen, para que el concepto no acabase resultando demasiado similar al de Reina del crimen, el anterior título publicado en esta misma colección, que también versa sobre la estrecha relación entre dos mujeres. A partir de ahí, la decisión de utilizar la portada y la contra como espacios contrapuestos resultaba la más natural.
Teniendo en cuenta que ya el simple hecho de presentar a Renata y a Jules como las dos caras de una misma moneda reforzaba de sobra la relación dual y complementaria entre ambos personajes, pasamos a ahondar en las diferencias: las curvas de Renata frente a los rasgos más angulosos y duros de Jules. La figura frágil de esta última, antecedida por el filo cortante y nada disimulado de las tijeras (como corresponde a un personaje que muestra continuamente sus emociones a flor de piel), en oposición a la silueta rotunda y atrayente de Renata, que sin embargo resulta mucho más peligrosa por todo lo que oculta.
El momento decisivo y en el que todo acabó encajando definitivamente fue cuando optamos por rellenar la silueta de Renata de negro, como si la estuviéramos viendo a contraluz, recortada frente al abrasador sol de Florida. Día y calor en la portada, noche y frescor en la contra. Ardor/frialdad. Provocación/represión. Deseo/peligro. Un enfrentamiento de conceptos tan manido que casi da vergüenza verbalizarlo, pero no por ello menos eficaz. Los clichés acaban siendo clichés por algo.
Como buen cartelista, Abel quiso crear también una rotulación manual que encajase bien con la ilustración. Una vez rematadas ambas fuentes, la del título y la del nombre de la autora, y una vez seleccionados los colores definitivos para la portada y la contra (más agresivos y chillones que los de las primeras pruebas; después de todo, estamos hablando de Miami) ya sólo quedaba integrar el resto de elementos necesarios para completar la cubierta: textos, códigos de barras, reseñas y demás irritaciones menores. El resultado final, lo tenéis bajo estas líneas. Esperamos que os guste.
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Abel Cuevas, Poesía cruel, Vicki Hendricks 5 comentarios
martes 22 de mayo de 2012
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Aunque no siempre tenga por qué darse necesariamente el caso, suele ser bastante habitual que el lector compulsivo provenga por lo general de un entorno marcado por la presencia de los libros. Se trata de una afición hasta cierto punto heredada. En ocasiones, puede suceder que uno acabe heredando no sólo la afición sino también la biblioteca que la engendró o al menos parte de ella. Ignoro si mi abuelo, Jaime Palmer, de oficio marmitón de la marina mercante y posteriormente uno de los primeros taxistas de Palma, provendría de un entorno muy lector, pero lo que sí sé es que al menos se esforzó por crear una pequeña biblioteca, de raigambre principalmente popular (colecciones como La novela ilustrada, La novela semanal, Novelas y cuentos… decenas de aventuras del Rocambole de Ponson du Terrail), que ha ido dejando su poso en los Palmer que hemos ido viniendo detrás. Si hace unas semanas os traje unas cuantas imágenes sacadas de su Colección Pulga, hoy quiero compartir con vosotros otra docena de perlas sacadas de su biblioteca. Todas las imágenes se amplían pinchando en ellas.
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Las más llamativas son las pertenecientes a la colección Novelas y cuentos, ilustradas por el grandísimo Manolo Prieto. Por desgracia, sólo han sobrevivido estas ocho que he colgado aquí, pero incluso ocho bastan y sobran para hacerse una buena idea de la soltura de su trazo y de su dominio de las formas (fijaos además qué manera magistral de combinar siempre dos únicos colores). Podréis ver muchas más, algunas verdaderamente espectaculares aquí y aquí.
Otro ilustrador excelente, pero para mi gusto mucho menos visceral, es el reputado y siempre elegante Rafael de Penagos, que no obstante de vez en cuando se suelta la melena con soluciones tan conceptuales como esta portada para El secreto del decapitado. De Penagos tenéis una buena galería en la web de la fundación Mapfre. Es un poco incómoda de navegar, pero merece la pena dedicarle un rato.
Rematamos el paseo con esta perturbadora portada (o por lo menos a mí me perturbaba bastante de pequeño) para la novela El poder de las tinieblas, firmada por Salvador Bartolozzi, y con un buen ejemplo de la brillantez de otro de nuestros ilustradores básicos de la primera mitad del siglo XX, Francisco Rivero Gil. Esa composición, esos colores, esa rotulación manual. Si alguna vez me da por leer una biografía de Napoleón, no lo dudéis: será esta.
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Francisco Rivero Gil, Manolo Prieto 3 comentarios
lunes 23 de abril de 2012
«La muerte acecha… Piense por un momento los males que puede acarrearle la lectura de novelas que hayan pasado por varias manos. No olvide que el papel es uno de los vehículos portador de las más terribles enfermedades. ¡HUYA DE ELLOS COMO DEL MISMO DEMONIO! Ahora ya no necesita usted pedir novelas prestadas, porque en la Enciclopedia PULGA encontrará lo que necesita y a un precio sumamente económico. Cada volumen de 64 páginas, con un promedio de 60.000 espacios y cubierta en cartulina, 1’50 Ptas».
«Todo el maravilloso mundo de la ciencia, del arte, de la técnica, de la literatura, historia, viajes, biografías, etc. A SU ALCANCE. Enciclopedia Pulga publicará los mejores libros del mundo, los de mayor éxito y todo lo que responda a las necesidades del lector. Originales escogidos, amenos y atractivos por su contenido y su presentación. Los libros de ENCICLOPEDIA PULGA serán tan familiares en sus bolsillos como cualquier objeto imprescindible de uso personal».
«La ENCICLOPEDIA PULGA puede ponerse en todas manos. Temas tan diversos donde aprender lo que se ignora y recordar con simpatía lo olvidado. Una colección que faltaba en el mercado de habla española y que ha sido recibida jubilosamente por todos».
«Intencionadamente, al planear esta Enciclopedia en diminutos libritos, ha sido con el propósito de brindar tanto al joven, como a la mujer y al hombre maduro la oportunidad de distraer sus ratos de ocio cumpliendo el señalado servicio de instruir deleitando».
Así, con estos y otros mensajes no menos chispeantes, se presentaba en los años cincuenta la Colección Pulga, de Ediciones G.P. Una serie de minúsculos volúmenes (7×10 cm.) dedicados, entre otras cosas, a la biografía de todo tipo de próceres (artistas, políticos, santos), el ensayo científico y divulgativo (la espeleología, la bomba atómica, los misterios del cosmos) y la narrativa clásica (Salgari, Verne, Bronte). Ahora me pregunto si haber tenido casi un centenar de ejemplares heredados de mi abuelo rondando por casa cuando era pequeño no debió contribuir en parte a que mi concepto de lo que debe de ser una buena línea editorial pase indefectiblemente por la variedad, por la mezcla entre lo cultureta y lo popular, entre la narrativa y el ensayo, entre el highbrow y el lowbrow, en fin… todo eso. Sea como sea, hoy he querido celebrar este Día del Libro 2012 escaneando algunas de mis portadas favoritas de la colección. Todas ellas vienen firmadas por Joaquín Chacopino Fabre (firmando como Chaco y, posteriormente, Chacopino) y Alejandro Coll. Que las disfrutéis.
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Alejandro Coll, Chacopino, Colección Pulga 11 comentarios
martes 15 de noviembre de 2011
«Fabricando imágenes» es el título de una exposición virtual de Javier Olivares que podrá verse (mediante proyección continua) en el Café Moderno de Madrid (Plaza de las Comendadoras nº 1) del 17 al 24 de noviembre. La exposición constará de 57 ilustraciones que dan buena muestra de la increíble versatilidad de Javier, el cual afirma haber llevado a cabo la selección poniéndose «en la piel de un explorador, o más bien de un arqueólogo gráfico, que husmea en sus propios cajones y desentierra restos de antiguas y olvidadas ilustraciones. Todo un yacimiento de variadas imágenes, creadas a lo largo de los años y que dan buena cuenta de lo variada y sorprendente que puede ser a veces la profesión de ilustrador». Yo sólo añadiré que entre los trabajos elegidos se cuentan varios de mis favoritos de la producción reciente de Javier, como su alucinante póster de King Kong, las ilustraciones para Interruptus, esta aproximación a la biodinámica o sus lamentablemente escasas portadas para Valdemar.
La exposición se inaugurará este jueves 17 (pasado mañana, vamos) a las 20:00 horas mediante una charla mano a mano entre Javier y aquí el que viste y calza. Hablaremos, cómo no, del arte y el oficio del ilustrador, de libros y portadas de libros, de cómic y cartelismo y, en definitiva, de todo lo que nos gusta hablar regularmente aquí en Cultura Impopular. Si os podéis pasar, estaremos encantados de veros allí.
ACTUALIZACIÓN
El tío Berni, de Entrecomics, se ha dado generosamente el palizón de transcribir la charla entera, que podéis leer acompañada de sus correspondientes imágenes aquí: http://www.entrecomics.com/?p=70653
Autobombo • Cómic • Ilustración
Javier Olivares Sin comentarios
jueves 29 de septiembre de 2011
Fragmento de una ilustración para la portada de La bella estate, de Cesare Pavese.
Lo bueno de ser amigo de alguien como Javier Olivares es que no se limita a ser un dibujante increíble y un portadista como la copa de un pino (¡y mira que ya podría!), sino que encima continúa siendo un estudioso tan entusiasta y enamorado del medio como un jovenzuelo que estuviera empezando. No tiene esa distancia que caracteriza a otros artistas veteranos que aducen «estar de vuelta de todo» cuando en realidad lo que les pasa es que, de tanto dibujar profesionalmente, han perdido el interés por el goce puro y duro de la imagen. Prácticamente no hay mes que Javier no me envíe vínculos e imágenes que va encontrando en sus viajes reales y virtuales. Y la mayoría suelen ser acojonantes, claro.
Dos espectaculares ejemplos de cómo usar los espacios en blanco.
Hace poco, a raíz de las portadas de Valdemar/Es Pop, le dio por hablarme de Ferenc Pintér, un ilustrador italiano del que, para variar, yo nunca había oído hablar. Javier estaba convencido de que sus portadas (realizadas principalmente para ediciones populares de autores de misterio como Simenon, Agatha Christie, McBain, Thompson o Stark) me iban a tocar la fibra, y caray que si lo han hecho.
Pintér nació en 1931 en la Liguria, de padre húngaro y madre italiana. Cuando tenía nueve años, la familia se mudó a Budapest, donde Ferenc conocería a algunos de los principales artistas comerciales húngaros de la postguerra, como Konecsni Gyorgy y Tamassi Zoltan, a los que siempre consideraría sus maestros. Posteriormente, Pintér aliaría la inescapable influencia de Bob Peak y Robert McGinnis (cuya sombra durante los años sesenta y setenta era ciertamente alargada) con esta asumida tradición de la Europa del Este, fusionándolas a la perfección en un estilo claramente personal a la vez que perfectamente integrado en las corrientes mayoritarias de ilustración comercial del momento.
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Ilustración para otro libro de Pavese y una colorida aproximación a 1.280 almas.
En 1956, Ferenc regresó a Italia, instalándose en Milán, donde comenzó a trabajar en la industria publicitaria. Su gran oportunidad llegó en 1960, cuando entró como portadista en Mondadori, empresa para la que seguiría ilustrando durante los siguientes 32 años.
La falsa y deslumbrante simplicidad del Maigret de Pintér.
Entre toda su abundante obra, destaca con luz propia la serie de cubiertas realizadas durante los años setenta para las novelas de Georges Simenon protagonizadas por el comisario Maigret. Pintér ya había ilustrado decenas de cubiertas del mismo personaje, bastante más convencionales, en el transcurso de la década anterior (podéis verlas en esta galería).
Maigret observa.
Pero cuando nuestro artista retoma a Maigret para la colección de bolsillo Oscar Mondadori, parece dispuesto a explotar la familiaridad y la asociación que ha sabido crear en la mente del público entre su estilo, su interpretación del personaje y la obra de Simenon, para dar un salto exponencial en lo que a la composición de las imágenes se refiere. En muchas de las cubiertas Maigret ni siquiera es un elemento importante, como lo había sido durante la década anterior: aparece de espaldas o envuelto en sombras, empequeñecido o incluso de refilón, como si simplemente pasase por allí.
Maigret, de paso.
Sabemos que es Maigret (a ojos del comprador italiano de la época, dibujado con ese estilo y esos colores, no puede ser otro), pero su avasalladora presencia ha dejado de ser lo más importante a la hora de presentar los libros. Con esta serie de portadas, Pintér consiguió sustituir la ineludible imagen «de personaje» (supuestamente la que vende el producto o, al menos, este tipo de producto) por una simple presencia (casi se diría que Maigret se limita a hacer un cameo en las portadas de sus libros, como si fuera Hitchcock en sus películas) que le dejó libre para llevarse la ilustración a nuevos y más personales terrenos, lo cual no deja de ser un éxito extraordinario para cualquier artista comercial.
Maigret en verde.
Casi todos los ejemplos de esta entrada están sacados de la la página oficial de Ferenc Pintér (http://www.ferencpinter.it/), donde podréis encontrar muchas más ilustraciones a una resolución mayor.
Ilustración para la portada de una de las novelas de Parker, de Richard Stark.
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Ferenc Pintér, Georges Simenon, Portadas 5 comentarios
miércoles 31 de agosto de 2011
Dean Gorissen lleva casi veinte años trabajando como ilustrador y diseñador en su Australia natal. Además de colaborar en revistas como Child, Australian Family Physician, American Lawyer, Sunday Life Magazine o The Big Issue, también ha diseñado personajes de dibujos animados (como los de la serie Deadly) y ha ilustrado varios libros infantiles, entre los que destacan I Got a Rocket!, My Dad’s a Wrestler y Ten Little Elvi. Este mismo año, ha publicado su primer libro escrito e ilustrado completamente en solitario: The Search for Bigfoot Bradley. Uno de sus trabajos recientes más interesantes y personales fue la realización de las cubiertas para una colección de seis títulos llamada Long Story Shorts, publicada por la editorial australiana Affirm Press. Fue a raíz de este último proyecto cuando decidí entrevistarle para charlar acerca de la creación de sus elegantes y llamativas portadas. Para saber más sobre Dean, no dejéis de visitar su blog.
La anterior imagen y esta forman parte del cuadro Supertrain, una meditación
sobre la saturación de superhéroes en la cultura popular.
Cultura Impopular: Asumo que desde el primer momento debías saber que el proyecto Long Story Shorts iba a constar de seis títulos, de modo que lo que me gustaría saber es: ¿ideaste un diseño general para toda la colección desde el primer momento o te limitaste a plantearte un par de líneas generales que luego pudieras ir aplicando a cada uno de los libros?
Dean Gorissen: Efectivamente, siempre supe que serían seis libros. Martin Hughes, editor de Affirm Press, quería por supuesto un nexo común para toda la colección, pero no creo que ninguno de los dos supiera cuál debía ser en un principio. Francamente, debo decir que depositó su fe en mí completamente a ciegas. Un par de años antes había realizado unas cuantas ilustraciones para él, cuando aún trabajaba como jefe de redacción en la edición australiana de la revista The Big Issue, pero la mayoría en un rollo más figurativo, pintado. Nada que ver estilísticamente con la serie. ¡En realidad, ahora que lo pienso, en principio me llamó para preguntarme si conocía y podía recomendarle a alguien adecuado para el trabajo! No recibí ninguna instrucción detallada respecto al diseño, pero sí que hablamos un montón, principalmente para ponernos de acuerdo en la nota emocional que queríamos pulsar. Creo que lo único de lo que Martin estaba convencido desde un principio era de que no quería que la serie tuviera un logo, ni en la cubierta ni en la contra. Lo que de verdad pretendíamos encontrar era un equilibrio en el que cada libro fuese capaz de definirse por sí mismo, conservando su integridad, y que a la vez resultara evidente que formaba parte de una serie dotada de una estética general cohesionada. Si la constancia debía ser tipográfica, temática o estilística, era algo que todavía estaba por decidir.
Al principio, tras haber leído un relato del primer manuscrito, visualicé la serie como un compendio de estilos de ilustración muy distintos, unidos por un diseño y un enfoque tipográfico único, lo cual le pareció bien a Martin. De modo que abordé el trabajo de la manera habitual: esbozos conceptuales, bocetos, saqué las pinturas e incluso empecé a juguetear con fotomontajes y manipulación digital. Pero tan pronto como hube terminado el primer borrador para la primera portada, no me llevó demasiado tiempo darme cuenta de que sentaría un precedente que enclaustraría toda la colección. De modo que, apoyado y animado por Martin, renuncié a todo aquel enfoque y volví a comenzar de nuevo. Meterme de lleno en el trabajo requirió de un ligero cambio de actitud por mi parte. Me di cuenta de que había estado enfocándolo únicamente como ilustrador, centrándome en un solo aspecto de las portadas, cuando en realidad debía afrontarlo como diseñador. Desde Affirm me enviaron el manuscrito completo del primer libro, Under Stones, y me limité a sumergirme por completo en su lectura. Una vez hube conectado emocional e intelectualmente, el tono adecuado se reveló prácticamente solo y comencé a tener una idea general para toda la serie. Preparé una plantilla para el resto de los elementos de portada y contraportada y fijé ciertos parámetros tipográficos para el título y el nombre del autor, después me limité a sentarme sin bocetos ni esbozos, armado únicamente con un par de ideas y un ratón. Completé la cubierta de un tirón bastante intenso y se la envié a Martin y a Rebecca Starford, la directora de la colección. La respuesta fue abrumadoramente positiva y personalmente me emocioné de tal manera que no veía el momento de empezar con la siguiente. Al final escogí fuentes distintas para cada título, nuevamente con el propósito de remarcar la identidad individual de cada uno de los libros, pero todas siguen un esquema similar en cuanto a peso, espacio y tamaño. Y en cada uno de los lomos aparece una letra que, al juntar toda la colección, forma la palabra «shorts». Lo cual suena un poco facilón, pero es francamente eficaz a la hora de darle cierta cohesión sin resultar excesivamente abrumador. Estábamos muy empeñados en que la colección transmitiese la idea de que estaba pensada con cariño, una serie encapsulada que era un pequeño evento, algo que atesorar, un poco objeto de coleccionista.
Tangled, ilustración para un artículo sobre las deficiencias del sistema sanitario.
CI: En todas estas portadas te has apartado de tu estilo más reconocible, renunciando a tu característico «figurativismo caricaturesco» (por así decirlo) para tratar principalmente con objetos y figuras que lindan con lo abstracto. ¿Cómo y por qué elegiste este estilo en particular para la colección? ¿Pensaste quizás que cuanto menos figurativas más evocadoras resultarían las portadas?
DG: «Figurativismo caricaturesco» me parece una definición perfecta. ¡Me preguntaba cómo llamarlo! En aquel momento entraron en juego varios factores. Había llegado a un punto en el que me sentía un tanto incómodo con mi carrera de ilustrador, como si hubiera llegado a un punto muerto y estilísticamente un poco encorsetado. Como ilustrador a menudo existe cierta presión para convertirte en un factor conocido por el mercado (o a lo mejor sólo imagino que existe, pero me afecta igual). Comprendo perfectamente por qué, pero cada vez me iba sintiendo más limitado. Mi esposa y yo tenemos un pequeño estudio de diseño, Room 44, a través del cual había comenzado a realizar trabajos ocasionales aquí y allá. De modo que desde un punto de vista personal, llevaba algún tiempo deseando encontrar un proyecto como este, algo que me ofreciese la oportunidad de trascender los encargos habituales para crear toda una colección como diseñador a la vez que como ilustrador. Que me permitiese evaluar el trabajo desde un punto de vista diferente y confiar en mis instintos para llegar hasta algo nuevo. De modo que supongo que escogí este estilo porque me parecía el correcto y porque además podía. Creo que tirar demasiado de figurativismo habría explicitado demasiado la reacción emocional que debían suscitar estas imágenes en el lector, renunciando a dejar espacio para que el potencial comprador se sintiese intrigado o atraído. En realidad fue un proceso completamente liberador. Una vez hube establecido un tono y un enfoque para la primera portada, me puse como regla no realizar bocetos, sólo leer los manuscritos, tomar unas cuantas notas y después atacar directamente la cubierta, comenzar a dibujar directamente, con el ratón, no con el lápiz. De modo que no tengo ni un solo boceto, sólo algún garabato o nota sobre los manuscritos para acordarme de alguna idea en concreto.
Bigfoot Bradley, el protagonista del nuevo libro ilustrado de Dean Gorissen.
CI: Por algún motivo me da la impresión de que no decidiste ilustrar ningún pasaje en concreto de los libros en las portadas, sino que más bien optaste por transmitir una sensación. Por ejemplo, no sé si las bicis juegan un papel prominente en Nineteen Seventysomething, pero tu ilustración evoca perfectamente esa idea de memoria de un tiempo pasado. ¿Crees que como portadista tiendes más a ser evocador (¡otra vez esa palabra!) que puramente ilustrativo?
DG: En realidad no tengo una regla general para nada. Intento abordar cada encargo según sus propias características inherentes. Simplemente me pareció que una respuesta básicamente visceral era el modo adecuado de proceder; reducir los elementos a símbolos permite que el lector aporte algo de sí mismo al haber dejado una interpretación hasta cierto punto abierta. Tienes razón, no hay una visualización literal de pasajes específicos, aunque un par de ellas sí que están inspiradas por ciertas escenas. Y en ocasiones hablar con el autor también ayudó a darles forma. Lo único que sé es que para poder hacerlas con sinceridad, debía leer los libros, de modo que fueron los libros de manera individual y como conjunto los que básicamente definieron la respuesta.
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CI: Bueno, teniendo en cuenta que ninguno de los libros son demasiado conocidos fuera de Australia, ¿te importaría que los repasemos uno por uno? ¿Cómo fuiste llegando a las imágenes finales? Empecemos por Under Stones.
DG:Under Stones contiene un pasaje que inspiró la imagen de cubierta, aunque no sea una representación literal. El autor, Bob Franklin, es actor y cómico de escenario, y aunque ya había algo a menudo intimidatorio en el personaje escénico de Bob, su libro bordea por momentos el horror, no en un aspecto sangriento, sino en su tendencia a revelar detalles inquietantes, macabros y terribles acerca de individuos aparentemente corrientes. Realmente va arrastrándote hasta que finalmente te acojona por completo. Martin me lo había descrito como «una especie de horror ligero» y más tarde, mientras estaba leyendo el primer relato, iba pensando: «¿A qué se refería? Vale, es absorbente, personal, inquieta un poco, pero… ¡Ohhh, ohhdiosmío!». Así que me parecía importante visualizar esa sensación y crear algo de intriga para ver qué hay bajo esas piedras. En el libro hay una escena en una especie de pantano que simplemente provoca escalofríos. Rebosaba una sensación de lo desconocido y de antiguos males, todo lo que hay enterrado en el corazón de las culturas coloniales, y quería capturar eso de algún modo, y quería que el estilo de dibujo también lo manifestara. Era el primer libro de la serie y (tras el falso arranque de mi primer intento) surgió muy rápido, en un verdadero torrente tras haber leído el libro. Si pudiera compararlo con algo sería casi con el arroyo de conciencia que te arrastra cuando de verdad te sumerges en la escritura de algo. No creo que cambiase de manera substancial a partir de aquello, aunque me parece que hice una versión con el cielo predominantemente blanco.
OP: ¿Y Nineteen Seventysomething?
DG: La portada de Nineteen Seventysomething surgió de una larga conversación telefónica con el autor, Barry Divola. Tenemos la misma edad, crecimos en los setenta, de modo que mucho de lo que ha escrito me hizo reír por identificación. Más o menos nos pusimos de acuerdo en esa bicicleta icónica, la dragster, y la experiencia de los suburbios. También incluí detalles muy personales, como ese platillo volante apenas visible en la esquina superior derecha, porque recuerdo haber esperado y deseado a menudo que llegase uno y simplemente se me llevara. Es un libro muy distinto al de Bob, de modo que el enfoque fue mucho más amable. Es nostálgico, pero sin ponerse unas gafas con los cristales rosa. Estilísticamente, me sentí muy influido por el papel de pared curvado y geométrico que recordaba de nuestra sala de estar. De esta hice un par de versiones para captar el tono correcto.
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OP: Hablando de tono, Known Unknowns, de Emmet Stinson, tiene una de las portadas más atmosféricas que he visto últimamente.
DG: ¡Gracias! Esta cubierta sí que surge del libro como un todo. No sólo trata decididamente sobre las consecuencias del 11-S, sino que además hay una especie de desintegración inevitable que lo impregna todo. Es solitario. Y el humo es un tema recurrente, ya sea en cigarrillos, en un porro, en una barbacoa o en un tubo de escape. No sé si fue deliberado por parte de Emmett o no, pero lo leí de una sentada y lo dibujé. Simplemente supe cómo iba a ser, y tan pronto como me sentí satisfecho con la forma del humo/bandera, básicamente se dibujó sola. No recuerdo haber tenido ninguna duda al respecto. Me sentí como un simple conducto para la ilustración. No sé si lo recuerdo correctamente, pero me parece que a Martin no acababa de convencerle, o le preocupaba que desde un punto de vista comercial los colores fueran demasiado oscuros o algo así. Sin embargo yo tenía la inquebrantable sensación de que así estaba bien.
OP: Having Cried Wolf.
DG: El libro de Gretchen Shirm trata de vidas interconectadas, historias que se interrelacionan a menudo de manera ligera pero muy definida, ambientadas en una pequeña ciudad costera. Al principio tuve que darme prisa para liquidarla. Si no recuerdo mal, debíamos tener la portada terminada en apenas un par de días para asegurarnos un hueco en el ciclo de publicación. Lo leí demasiado rápido y no me sentía satisfecho con cómo lo estaba filtrando. Básicamente me había limitado a absorber información en vez de leerlo. En cualquier caso, sobrecompensé mi inseguridad produciendo un montón de opciones que no estaban mal, pero fundamentalmente tan aceleradas como mi lectura. Sin embargo no podía dejarlo estar, de modo que tras algunos ruegos por mi parte y la intervención de Martin, terminamos consiguiendo una extensión del plazo, pude leer el libro adecuadamente, lo sentí y encontré su voz. El sentido del detalle de una realidad con muchas capas es sorprendente. Gretchen, según averigüé un mes más tarde, es relativamente joven, sólo tenía 30 años cuando terminó el libro, y recuerdo haberme sentido asombrado de que una persona de esa edad pudiese tener tal innata comprensión de cómo pueden ir desarrollándose las vidas, el viaje de las relaciones a largo plazo, implicaciones emocionales, consecuencias, acciones y reacciones que reverberan a través de una familia o una comunidad y la naturaleza irresuelta de nuestras vidas.
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OP: Creo que el siguiente fue Bearings, de Leah Swan, ¿no?
DG: Sí, esa fue probablemente la portada más rápida de toda la colección. Fue uno de esos momentos perfectos. Llegó el manuscrito, la fecha de entrega era cercana, pero no demasiado. Me lo leí en un par de noches, me senté una buena mañana y la dibujé tal cual. Es una obra muy potente, la novela, y en realidad habla de una serie de vidas azotadas por una tormenta, tanto metafórica como real. Al igual que con el libro de Emmett, no sentí la menor duda acerca del concepto. Lo principal para mí era sentir esas olas. Me sentí inmensamente satisfecho con el resultado y la reacción en Affirm fue inmediatamente positiva.
OP: Y llegamos al último título de la serie, Two Steps Forward de Irma Gold.
DG:Two Steps Forward habla en gran medida de vidas difíciles y a menudo desconsoladoramente tristes, pero con un corazón empeñado en encontrar alguna especie de felicidad o amabilidad. La reacción de Martin y Rebecca fue una vez más muy inmediata: odiaron la cubierta por completo. Lo cual me dejó bastante patidifuso. Pero tenían razón. Había pasado por alto el tema básico. Tras la reacción inicial de Martin y Rebecca a mi primer intento, como siempre me dieron amplias oportunidades para intentar convencerles y venderles la idea, pero fui incapaz de hacerlo con demasiada convicción. ¡Siempre un indicio claro de que en realidad no crees en lo que has hecho! Martin sugirió que lo leyese de nuevo. A menudo en las historias intervienen niños, las relaciones fracturadas entre padres e hijos, especialmente cuando las circunstancias cambian. Y cómo tratamos con las tragedias de la vida, el dolor de la pérdida. Me dio la impresión de que los adultos del libro seguían siendo en gran medida niños, como lo somos todos, tambaleantes e inseguros, buscando consuelo incluso cuando no lo hay, aprendiendo y creciendo. A menudo resulta insoportablemente triste pero al mismo tiempo bellamente inspirador. De modo que aunque necesitaba atenerme a los tonos apagados y los colores planos, quise ofrecer un contrapunto mediante esos dibujos infantiles que se diseminan sobre el paisaje, dirigiéndose hacia algo invisible.
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Dos ilustraciones para la revista Australian Family Physician. Pincha para ampliar.
OP: Tras haber trabajado como ilustrador para otros diseñadores en el pasado, ¿cuáles dirías que son los pros y los contras de abordar en solitario un proyecto de estas características?
DG: No se me ocurre ninguna desventaja. Todo han sido ventajas. Sólo que nunca he sentido que estuviera trabajando solo. Por supuesto me considero responsable del enfoque visual de la colección, pero haber tenido comunicación directa con dos personas que toman decisiones, que sienten una conexión y una dedicación para con las obras más allá del mero encargo burocrático, y que tienen fe en tus habilidades, no es lo habitual, y esa fue en realidad la clave de todo. Además esa fe también aporta cierta flexibilidad. Te permite cometer errores en ocasiones, y te impulsa a hacerlo mejor sin constreñirte demasiado y te permite defender las soluciones en las que crees apasionadamente. No ha habido más niveles de intervención ni me he visto obligado a presentar las portadas a múltiples departamentos para que las aprueben ni a cumplir tales o cuales requisitos comerciales que en última instancia le habrían arrebatado la vida. Martin y yo hablamos cantidad de veces e intercambiamos ideas a menudo con robustez, pero siempre con el objetivo de mejorar el trabajo.
OP: Es curioso, pero teniendo en cuenta lo estandarizado y dependiente de bancos de imágenes que ha acabado siendo el diseño literario, lo primero que me vino a la cabeza tras ver tus portadas para Affirm Press no fue el trabajo de otros diseñadores de libros sino el de antiguos ilustradores de portadas de discos, como Jim Flora y el recientemente fallecido Alex Steinweiss. No como un pastiche nostálgico, sino realmente como una evolución contemporánea de ese tipo de diseño del que ellos fueron pioneros.
DG: ¡No andas demasiado equivocado! Aspiro por completo a seguir su ejemplo. Tanto Steinweiss como Flora parecían tener la capacidad para resaltar las excentricidades de cada uno de sus trabajos y a la vez para establecer un vínculo emocional con ellos. Me encanta la sofisticación y la elegancia de Alex Steinweiss, y me siento atraído por Jim Flora en particular, porque a pesar de que era capaz de resultar evocador de una manera abstracta, también podía soltarse el pelo y dibujar esas maravillosas figuras caricaturescas que reventaban de energía y entusiasmo, todo ello sin perder lo que era esencialmente «suyo». Es un honor verme mencionado en el mismo párrafo.
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Dean Gorissen Sin comentarios
lunes 25 de julio de 2011
«En 1997, 26 fardos ajustadamente envueltos en papel de estraza fueron descubiertos en una zona de almacenamiento del Departamento de Dibujos y Grabados del Instituto de las Artes de Chicago. Su presencia era un misterio, su contenido un enigma. A medida que los conservadores y celadores se esforzaban por ir abriendo cuidadosamente los paquetes, se sintieron sorprendidos e intrigados al descubrir que contenían unos carteles monumentales creados hace 50 años por TASS, la agencia de noticias de la Unión Soviética. Impresionantemente grandes —entre metro y medio y tres de alto— y llamativos por sus vibrantes colores y las texturas propias del estarcido —algunos necesitaron de hasta 60 y 70 plantillas y divisiones de color distintas para su confección— estos posters fueron enviados originalmente al extranjero para que sirvieran como «embajadores» culturales internacionales y para agrupar a las naciones tanto aliadas como neutrales en torno a los esfuerzos de la Unión Soviética, aliada de Estados Unidos y de Gran Bretaña en la lucha contra la Alemania nazi. En «Ventanas a la Guerra», los carteles serán presentados como objetos históricos únicos y a la vez como obras de arte que demuestran cómo los artistas preeminentes de su tiempo usaron técnicas y estéticas poco convencionales para contribuir a la lucha contra los nazis, marcando un importante capítulo en la historia del diseño y la propaganda».
La metamorfosis de los boches, por Kukriniksi.
El precedente es el texto de presentación de la muestra Windows on the War, que se inaugurará el próximo 31 de julio en el Art Institute de Chicago. La exposición constará de 250 carteles creados por artistas prácticamente desconocidos en Occidente, como Mijaíl Mijáilovich Soloviev, Nikolai Fedórovich Denisovskii, Vladimir Vasilievich Lebedev o el absolutamente brillante colectivo Kukriniksi (mis favoritos con diferencia). Por supuesto, su catálogo de 380 páginas tiene toda la pinta de ser una compra obligada, pero lo realmente interesante de estas «Ventanas a la guerra», al menos para todos aquellos que vivimos lejos de Chicago y que no vamos a poder disfrutarla en persona, es la iniciativa emprendida por el Art Institute para ir dando a conocer la exposición con varias semanas de antelación y ponernos los dientes largos. A través de un tumblr creado ex profeso para la ocasión (http://tass-posters.tumblr.com/), podemos ir viendo a diario a una resolución más que decente buenas muestras de estos extraordinarios carteles, que conjugan la propaganda con la caricatura, el arte vanguardista del periodo de entreguerras e incluso, en ocasiones, ciertos elementos narrativos propios de la historieta. Otro buen ejemplo de cómo algunos museos e instituciones culturales empiezan a aprovechar las herramientas que Internet ha puesto a su disposición para promover y popularizar sus fondos. ¡Pasen y vean!
Se acerca la hora, por Mijaíl Mijáilovich Tcheremnij.
Izquierda: Feliz Año Nuevo, por Pavel Petrovich Sokolov-Skalia.
Derecha: ¿Qué me traerá el mañana?, por Vladimir Vasilievich Lebedev.
Encuentro sobre Berlín, por Kukriniksi.
Hubo un grito en Orel que resonó en Roma, por Kukriniksi.
Esto es lo que te espera, por Kukriniksi.
Diseño • Ilustración
Arte soviético, Kukriniksi, Propaganda 6 comentarios
lunes 11 de julio de 2011
¡Ah, el verano!
De un tiempo a esta parte he descubierto que mi época favorita para traducir es el verano. Es el único momento del año en el que todas las demás obligaciones de la editorial parecen remitir (o por lo menos exigir menos tiempo) y también los compromisos sociales se reducen al mínimo. Lo cual significa que puedes pasarte dos, tres y cuatro días (en ocasiones, generalmente en agosto… ¡hasta una semana!) dedicado en exclusiva, ininterrumpidamente, todas las horas del día, a la traducción de un libro; es entonces cuando alcanzas ese nivel de concentración en el que al final te sientes como si simplemente hubieras estado leyendo en vez de trabajando. Es agotador, pero también muy satisfactorio; y es en esos momentos, en los que notas que estás avanzando a pasos agigantados, cuando realmente cobras ánimos para empezar todos esos proyectos que te van a tener ocupado el resto del año. También es ese momento en el que te das cuenta de que tienes el blog más abandonado que un flotador en el mar muerto.
Boulevard St. Martin, París (1919).
Así pues, disculpad si en las próximas semanas sigo sin aparecer mucho por aquí. Prometo que, con todo lo que estamos preparando, a partir de septiembre tendremos contenidos nuevos de sobra. Hasta entonces, podéis seguir, si os apetece, el twitter y el tumblr de Es Pop, donde siempre es más fácil mantener un mínimo de actividad. Aquí os dejo mientras tanto unas cuantas ilustraciones de un extraordinario dibujante y pintor que acabo de descubrir (lo cual, por supuesto, no implica ni mucho menos que sea desconocido, ya que mis lagunas en pintores del primer cuarto de siglo XX siguen siendo pavorosas; no hace ni dos meses que descubrí la existencia de Félix Vallotton, con el que también lo estoy gozando cosa mala).
Biblioteca pública de Nueva York (1927).
Se trata del artista checo Tavik František Šimon, nacido el 13 de mayo de 1877 en Železnice (población conocida entonces con el nombre alemán de Eisenstadtl, debido a su pertenencia al Imperio Austrohúngaro). Aunque es innegable que se trata de un buen pintor, debo reconocer que a mí lo que más me atrae de su obra son las ilustraciones y los bocetos, particularmente los realizados en el transcurso de sus múltiples viajes a lugares en aquel entonces tan exóticos y poco transitados como Japón, Ceilán o Tánger (¡o Granada!), así como a destinos algo más habituales como París, Londres y Nueva York. Imagino que para cualquier fan del cómic resultará curioso ver lo mucho que anticipan sus estampas hindúes la pluma de Frazetta y lo fácil que resulta imaginarse a Robert Crumb flipándolo con sus panorámicas praguenses.
Los trazos «crumbianos» de Šimon.
Šimon falleció en 1942 de un ataque al corazón, dejando a sus espaldas una obra de dimensión considerable, maltratada, desgraciadamente, por el tiempo. Ninguneado durante los años del régimen comunista en Checoslovaquia, tendrían que pasar más de cincuenta años antes de que sus cuadros pudieran protagonizar una exposición retrospectiva en la Galería Nacional de Praga. Curioseando un poco por ahí he podido comprobar que no resulta fácil hacerse con una buena recopilación de su obra impresa. Afortunadamente, gracias a la labor de un grupo de fans holandeses, disponemos en Internet de una página completísima (de la cual están extraídas todas las imágenes que ilustran esta entrada) en la que podréis recrearos durante horas con el maravilloso trabajo de este estupendo artista.
Entrada del Louvre (1927).
La dirección de la página en cuestión es www.tfsimon.com y os recomiendo particularmente las galerías cuatro, seis, siete y ocho, completamente rebosantes de pinturas, ilustraciones y grabados a un tamaño más que decente. Lo dicho; reservad un par de horas para disfrutarlas como se merecen. Aquí van un par de imágenes más para abriros el apetito y endulzar la espera.
Tánger (1912).
Concarneau, Bretaña (1925).
Pont Saint Michel, París (1927).
Notre Dame bajo la lluvia (1929).
Arc de Triomphe (1931).
Ilustración
T.F. Simon, Tavik František Šimon Sin comentarios
lunes 9 de mayo de 2011
El pasado 20 de abril se inauguró en el Palau Solleric de Palma de Mallorca la exposición «Universos», una amplia retrospectiva de la obra de Fernando Vicente que abarca todas sus facetas artísticas: historietista, pintor y, por supuesto, ilustrador. La semana pasada tuve ocasión de visitarla y lo cierto es que la disfruté enormemente. Si en algún momento os podéis acercar, no lo dudéis, ya que merece mucho la pena. Me hizo particular ilusión ver en una vitrina, entre un par de docenas de cubiertas ilustradas por Fernando, un ejemplar de Reina del crimen. Habiendo salido a la venta apenas un par de semanas antes de la inauguración, no se me había ocurrido imaginar ni por un momento que la novela de Megan Abbott pudiera estar incluida en la muestra, así que imaginaos mi sorpresa y mi alegría.
La exposición puede visitarse hasta el próximo 7 de agosto. Si queréis haceros una pequeña idea de lo que podréis encontrar en ella, podéis echarle un vistazo a estas fotos que he colgado en mi flickr. Consideradlo un ligerísimo aperitivo de los más de doscientos originales reunidos en «Universos». Lo dicho: no dejéis escapar la oportunidad.
Más información y horarios en la página del Casal Solleric.
Cómic • Ilustración
Fernando Vicente, Reina del crimen 6 comentarios
jueves 6 de enero de 2011
Una ilustración publicitaria de Enoch Bolles, antes de saltar a la fama con la revista Film Fun.
Si eres fan de los grandes ilustradores de toda la vida, y en particular de la exuberante escuela de ilustración comercial norteamericana característica de los dos primeros tercios del siglo XX, no me cabe duda de que ya conocerás de sobra la revista Illustration. Su creador y principal artífice, Daniel Zimmer, es en lo que a mí respecta uno de esos pequeños héroes de la humanidad que, vale, no habrán descubierto ninguna vacuna, pero desde luego contribuyen a hacer de la vida algo más agradable (la mía al menos). También es un buen ejemplo de aventura editorial más bien tímida que ha acabado estableciéndose gracias al entusiasmo y el buen hacer de sus responsables. En 10 años, Zimmer ha conseguido consolidar Illustration (que hoy en día va por el número 32, convertida prácticamente en una serie de libros de 96 páginas con lomo) a la vez que se ha ido atreviendo con otros proyectos, como la revista Illo (publicación centrada en ilustradores contemporáneos) y The Illustrated Press, sello con el que ya lleva editados tres librazos voluminosos y abrumadoramente espectaculares, dedicados a la vida y la obra de tres ilustradores fundamentales: Reynold Brown, Norman Saunders y H. J. Ward.
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Portadas de los números 20 (William Andrew Loomis) y 31 (J. Frederick Smith). Pincha para ampliar.
Según explica el propio Zimmer: «Empecé a desarrollar la idea a mediados de los ochenta. Había descubierto «Methods of the Masters», la columna de Fred Taraba en la revista de diseño Step-by-Step Graphics, y de inmediato imaginé lo maravilloso que sería tener no una columna sino toda una publicación dedicada a ilustradores clásicos. Entonces había muy poca información disponible en otros medios y aquello me despertó el apetito. La lenta pero constante evolución de las herramientas para la pequeña edición, así como los muchos avances en la tecnología de impresión directa a plancha, acabó por hacer realidad mi sueño de autopublicar una revista lujosa y a todo color. Para el año 2001 ya había pasado a ser posible que una sola persona creara por sí misma toda una revista. Fue en aquel momento cuando decidí lanzarme y nació la primera versión en 48 páginas de este humilde fanzine. Y a pesar de que podría decir que produje la revista «yo solo», nada de todo esto habría sido posible sin la generosidad y la ayuda de decenas de colaboradores y anunciantes que han creído en mi visión y me han ayudado a mantener el sueño con vida».
Diseño de interiores del nº 5 de Illustration (Roy G. Krenkel). Pincha para ampliar.
Pero como decía al principio, si eres fan de este tipo de ilustradores, lo más probable es que ya conozcas la existencia de Illustration. Lo que quizá no sepas todavía es que de un tiempo a esta parte Zimmer ha decidido colgar TODOS los números de su revista en Issuu para que puedas hojearlos a tu gusto y conveniencia desde la pantalla de tu ordenador. No exagero si digo que para mí, que también acabo de enterarme, no ha habido este año un regalo de Reyes mejor que este (sobre todo teniendo en cuenta que me faltan varios números de la revista, a día de hoy completamente agotados). De hecho, llevo todo el día metido en la web de Illustration disfrutando como un enano y seleccionando unas cuantas muestras de todo lo que podrás encontrar en ella a poco que quieras dedicarle un poco de tiempo. Sólo tienes que entrar en el archivo de números atrasados, pinchar sobre la portada que te haga más tilín y, una vez dentro de la ficha del número en cuestión, encontrarás el vínculo que te permitirá verlo a toda pantalla.
Diseño de interiores del nº 8 de Illustration (Ernest Chiriacka). Pincha para ampliar.
Huelga decir que, aunque la reproducción digital es notable, palidece en comparación con el papel satinado y de alto gramaje con el que cuenta la revista física. De modo que, si te apetece apoyar la iniciativa del amigo Zimmer, siempre puedes aprovechar la visita para hacerte con algunos números atrasados o incluso para suscribirte a los próximos. Si necesitas más razones, aquí van unas cuantas más:
El hundimiento del Lusitania por Louis Glanzman, en el número 19.
Izquierda: J. Frederick Smith, en el número 31. Derecha: Gerald Gregg en el número 9.
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Izquierda: Al Parker, en el número 21. Derecha: Jon Whitcom en el número 16. Pincha para ampliar.
Izquierda: W. T. Benda, en el número 13. Derecha: Charles R. Showalter en el número 16.
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Izquierda: James Dwyer, en el número 5. Derecha: Tran J. Mawicke en el número 22.
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Izquierda: Constantin Alajalov, en el número 23. Derecha: Bob Peak, en el número 6.
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Diseño • Ilustración
Daniel Zimmer, Illustration Magazine 10 comentarios