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El blog de Espop Ediciones

martes 1 de diciembre de 2009

La esencia y la lírica

Los recursos podían ser tradicionales, pero el resultado no lo era. Era novedoso, innovador, único. Entre esos recursos de tebeo estaba desde luego el propio dibujo, un dibujo prodigioso por todo lo que era capaz de expresar desde una síntesis tan extrema, insólita en su momento (otros autores de prensa de los cincuenta se quejaron porque Schulz empezaba a ganar más que ellos dibujando mucho menos). Un dibujo mínimo, «caligráfico», tan equilibrado y bien resuelto que resulta imposible de imitar. Lo más llamativo es que Schulz llegó a esa extrema síntesis en gran parte por necesidades comerciales, debido a imposiciones industriales derivadas del soporte y el formato: para vender mejor PEANUTS a los periódicos, la agencia que contrató a Schulz redujo las dimensiones de la tira a un tamaño inferior al habitual, y Schulz tuvo que buscar la forma de que sus pequeñas viñetas (que también eran de tamaño regular, todas iguales y casi cuadradas para que pudieran remontarse, en horizontal o en vertical según las necesidades de cada periódico) destacaran en las páginas de los diarios que las publicaban. Descubrió que cuanto menos dibujaba, cuanto más simplificaba personajes y fondos, mejor se veían las tiras en las atiborradas páginas de los periódicos. Pero en esa síntesis gráfica había otro hallazgo. El dibujo es forma, pero la forma también es contenido, y por eso el dibujo de Schulz es inseparable de la esencia de PEANUTS. En ese decir lo más con lo menos estaba el tono de la tira.

Realizada durante cincuenta años seguidos por Schulz, solo y sin ayudantes (es difícil imaginar la visión artística que se necesita para eso, la vocación, la confianza en lo que se hace, o la necesidad de hacerlo), PEANUTS es por encima de cualquier otra cosa un tono, un paisaje mental, un sentimiento abstracto.

Pepo Pérez en «La vida interior». Sigue en su blog, Es muy de cómic.

Aunque no se puede negar que el estilo limpio y minimalista de Schulz es una fuente constante de inspiración para Ware y compañía, es evidente que su influencia va más allá del aspecto gráfico. Es más bien el minimalismo argumental, el despojamiento narrativo y el interés por la representación a través del cómic de estados de ánimo o «no incidentes» lo que sin duda fascina a estos autores interesados en narrar todo aquello que hasta ahora no se había narrado con viñetas.
Excepto en Peanuts, tal vez.
En Apocalípticos e integrados (1965), Umberto Eco incluyó un ensayo sobre «El mundo de Charlie Brown», en el que escribía: «Desde que el mundo es mundo, artes mayores y artes menores han podido prosperar casi siempre únicamente en el ámbito de un sistema dado que permitía al artista cierto margen de autonomía a cambio de cierta sumisión a los valores establecidos: y que, con todo, en el interior de estos varios circuitos de producción y de consumo, se han visto surgir artistas que, valiéndose de ocasiones concedidas a todos los demás, lograron transformar profundamente el modo de sentir de sus consumidores desarrollando, en el interior del sistema, una función crítica y liberadora. Como siempre, es cuestión de genialidad individual, de saber elaborar un discurso lo suficientemente límpido, incisivo y eficaz para lograr el dominio de todas las condiciones dentro de las que, por la fuerza de las cosas, se mueve».

Continuaba Eco planteando dos vías posibles para elaborar ese discurso: una de ellas la ejemplificaba con la sátira intelectual de Jules Feiffer y su Sick, Sick, Sick. La segunda vía la representaba Krazy Kat de George Herriman, y era en esta tradición en la que insertaba a Peanuts. Es curioso que Eco relacionase a Peanuts con este cauce que él llamaba «lírico», ya que Michaelis también insiste en la influencia de la obra de Herriman sobre Schulz. Parece evidente, pues, que Peanuts es uno de los grandes cómics artísticos de la historia, un cómic que parece destinado a satisfacer las demandas de los lectores más inteligentes.
Entonces, yo me pregunto, ¿cómo es posible que también fuera uno de los cómics más populares de todos los tiempos? ¿Cómo podía ser el favorito de las élites el producto más groseramente masificado?
Estamos acostumbrados a pensar que las obras verdaderamente brillantes y originales están condenadas a la incomprensión por parte de las masas (véase precisamente el caso de Krazy Kat). ¿Cuál es el secreto de la magia de Peanuts?

Santiago García en «Schulz, Carlitos, Snoopy y nosotros».
Sigue en su blog, Mandorla.

Charles Schulz firmando ejemplares a finales de los cincuenta.

Amanezco con estas dos pedazo de entradas en el lector de RSS y… bueno, ¿qué puedo decir? Que se me ocurren muy pocas maneras de empezar mejor el día. Y que para todos aquellos que no pudisteis asistir a la presentación de Schulz, Carlitos y Snoopy el pasado domingo, esta es la mejor manera de recrear lo que allí se dijo: lo tenéis casi todo en estas dos entradas, perfectamente expuesto y depurado. Y al igual que en la presentación, lo importante no es lo que se diga o se deje de decir sobre el libro de David Michaelis, que en el fondo es algo puntual; no son reseñas (aunque podrían serlo). Lo importante es el modo en el que Pepo y Santiago van al meollo de lo que es y lo que representa Peanuts, la obra maestra de Schulz, por qué la consideramos como tal y qué peso ha tenido no sólo en el desarrollo de la historieta sino de la cultura popular del siglo XX en general. Que no es moco de pavo, vamos. De modo que, ¿qué hacéis todavía aquí? ¡Ya estáis tardando en leerlas!

En la prensa , , Un comentario

Un comentario

  1. me encantan las primeras 2 istorietas es graciasos

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