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miércoles 18 de mayo de 2011

Los defensores de la literatura seria

Me ha encantado esta entrevista que le ha hecho Fernando Olalquiaga a mi buen amigo, socio ocasional y compañero de mesa habitual Rafael Díaz, cofundador de Valdemar, para el magazine cultural Jot Down, cuya existencia, debo confesar, desconocía, aunque me ha bastado ojear un poco por encima sus contenidos para convertirme en fan de inmediato. ¿Sly Stone, Philip Kerr, Miguel Brieva, Muñoz Puelles, Deadwood, John Steinbeck y Faemino y Cansado bajo un mismo techo? ¡Venga ese rss! Echadle un vistazo que, de verdad, merece la pena. Y si os interesan los entresijos del mundillo literario no dejéis de leer la entrevista con Rafael, que tiene mucha miga y cuenta varias verdades como puños. Como esta sin ir más lejos:

En la literatura resulta casi más complicado hacer reír o provocar miedo que cualquier otra emoción. ¿Por qué entonces el género humorístico y el de terror están tan infravalorados por los defensores de la literatura “seria”?

Los que ejercen de defensores de la literatura “seria” son un auténtico coñazo. Asocian el género con el entretenimiento, el entretenimiento con la falta de profundidad y lo que no tiene profundidad es mera evasión. Resulta tedioso comprobar que abunda todavía esta concepción tan clasista de la cultura en general y de la literatura en particular, como si existiera una especie de club de alta cultura reservado sólo a unos pocos privilegiados donde la palabra entretenimiento es un exabrupto intolerable. ¿Acaso no son entretenidos Nietzsche, Schopenhauer, Thomas Mann o Shakespeare? ¿No es todo texto escrito para ser leído como una evasión? ¿Con qué rasero se mide la profundidad? ¿Existe algo así como un detector de profundidades? La lectura no es un ejercicio de flagelación; disfruta tanto el que lee a Marcial Lafuente Estafanía, si es que realmente lo disfruta, como el que lo hace con los discursos de Epicteto. Así que dejemos de hablar en términos de entretenimiento o evasión para juzgar la calidad de una obra. Fíjate, recuerdo haber leído en la contracubierta de La piel fría que era una novela de crítica social o algo parecido; se eludió cualquier mención al terror cuando es una magnífica novela de tema lovecraftiano. En España se evitan estas cosas: no se escribe novela policiaca, sino crónica urbana. Cuando un escritor se acerca a algo que huela a género los eufemismos brotan como setas. Predomina esa opinión tan tendenciosa de la que hemos hablado antes que asimila el género con el mal escritor o la literatura de evasión. En cuanto al humor, ¿qué se puede pensar de un país que omite, posterga u olvida a Mihura, Arniches, Jardiel Poncela o Ramón Gómez de la Serna? Si hubieran sido franceses los tendríamos hasta en la sopa.

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