Cultura Impopular

El blog de Espop Ediciones

domingo 28 de octubre de 2012

El estilo según Vonnegut

A primeros de los ochenta, la empresa papelera norteamericana International Paper creó una curiosa campaña publicitaria. Reunidos bajo el eslogan «Creemos en el poder de la palabra escrita», publicaron una serie de textos educativos relacionados con la redacción y la lectura firmados por destacadas figuras de la cultura del momento. ¿Algunos ejemplos? «Cómo disfrutar de la poesía», por James Dickey; «Cómo deletrear», por John Irving; «Cómo escribir una carta de negocios», por Malcolm Forbes; o «Cómo leer más rápido», por Bill Cosby. Si os apetece echarles un vistazo, encontraréis toda la serie reunida aquí en un sólo PDF (en inglés). Yo mientras tanto, a modo de muestra, he ido traduciendo esta aportación de un autor que tiene tendencia a asomar de vez en cuando por Cultura Impopular: Kurt Vonnegut y su guía para «escribir con estilo». Que la disfrutéis.

Cómo escribir con estilo
Por Kurt Vonnegut
Los periodistas y los escritores técnicos están entrenados para no revelar prácticamente nada sobre ellos mismos en sus escritos. Esto los convierte en anomalías en el mundo de los escritores, ya que casi todos los demás desgraciados manchados de tinta que habitan ese mundo revelan cantidad de cosas sobre sí mismos a los lectores. A estas revelaciones, accidentales e intencionales, las llamamos elementos de estilo. Dichas revelaciones nos indican a los lectores que clase de persona es aquella con la que estamos pasando el tiempo. ¿Parece el escritor ignorante o informado, estúpido o despierto, deshonesto o sincero, jugetón o carente del sentido del humor? Etcétera, etc.
¿Por qué deberías examinar tu estilo de escritura con la intención de mejorarlo? Hazlo como muestra de respeto por tus lectores, escribas lo que escribas. Si garrapateas tus ideas de cualquier manera, probablemente tus lectores percibirán que ellos no te importan en lo más mínimo. Te tendrán por un ególatra o un cabeza de chorlito… o peor, dejarán de leerte.
La revelación más condenatoria que puedes hacer sobre ti mismo es que no distingues entre lo que es interesante y lo que no. ¿No te pasa a ti también que te gustan o disgustan escritores principalmente por lo que eligen mostrarte o por aquello en lo que te hacen pensar? ¿Alguna vez has admirado a un escritor cabeza hueca únicamente por su dominio del idioma? No.
De modo que tu estilo ganador debe comenzar con ideas en la cabeza.

1. Encuentra un tema que te importe
Encuentra un tema que te importe y que pienses de corazón que debería importarle a los demás. Este afecto genuino, y no los juegos con el lenguaje, será el elemento más atractivo y seductor de tu estilo
No te estoy animando a que escribas una novela, por cierto, aunque no lamentaría que lo hicieras, siempre y cuando sientas un interés genuino por algún tema. Una reclamación al alcalde acerca de un bache delante de tu casa o una carta de amor a la vecina de al lado bastará.

2. Pero no divagues.
No voy a divagar sobre ello.

3. Conserva la sencillez
En cuanto al uso del lenguaje: recuerda que dos grandes maestros del lenguaje, William Shakespeare y James Joyce, escribían frases que parecían casi infantiles cuando sus temas eran los más profundos. «¿Ser o no ser?», pregunta el Hamlet de Shakespeare. La palabra más larga tiene tres letras. Joyce, cuando se sentía juguetón, podía enhebrar una frase tan intrincada y deslumbrante como un collar para Cleopatra, pero mi frase favorita de su cuento «Eveline» es esta: «Estaba cansada». Alcanzado ese punto en el relato, ninguna otra palabra podría partir el corazón del lector tal como lo hacen esas dos.
La sencillez del lenguaje no es sólo respetable, sino quizás incluso sagrada. La Biblia se abre con una frase propia de las habilidades de un enérgico muchacho de catorce años: «En el principio Dios creó los cielos y la tierra».

4. Ten redaños para cortar
Podría ser que también tú seas capaz de confeccionar collares para Cleopatra, por así decirlo. Pero tu elocuencia debería estar al servicio de las ideas en tu cabeza. Tu regla debería ser la siguiente: si una frase, al margen de lo maravillosa que sea, no alumbra tu tema de algún modo nuevo o útil, prescinde de ella.

5. Respeta tu voz
El estilo de escritura que te resulte más natural tendrá necesariamente ecos de los modismos con los que te hayas criado. El inglés era el tercer idioma del novelista Joseph Conrad, y todo lo que tiene de ácido su uso del inglés se debe sin duda en parte a su primer idioma, que fue el polaco. Y afortunado es, ciertamente, el escritor que se ha criado en Irlanda, pues el inglés que se habla allí es chispeante y musical. Por mi parte, yo crecí en Indianápolis, donde el acento habitual suena como una sierra de arco cortando hojalata y lo normal es utilizar un vocabulario tan desnudo de ornamentos como una llave inglesa.
En algunas de las cuencas más remotas de los Apalaches, los niños crecen oyendo todavía canciones y locuciones de tiempos isabelinos. Sí, y muchos norteamericanos crecen oyendo otros idiomas aparte del inglés o un dialecto del inglés que la mayoría de los norteamericanos no entienden. Todas estas variedades del habla son hermosas, igual que lo son las variedades de mariposas. Al margen de cuál sea tu primer idioma, deberías atesorarlo toda la vida. Si sucede que no es inglés estándar y que aparece cuando escribes en inglés estándar, el resultado es habitualmente una delicia, como una chica muy hermosa con un ojo verde y el otro azul.
Por mi parte, nunca me fío más de mi escritura, y otros parecen hacerlo igual, que cuando sueno como una persona de Indianápolis, que es lo que soy. ¿Qué otras alternativas tengo? La que con más vehemencia me recomendaban mis profesores habrá sido sin duda la que te habrán insistido a ti: escribir como un inglés cultivado de hace un siglo o más.

6. Di lo que quieres decir
Tales profesores solían exasperarme, pero ya no. Ahora entiendo que todos aquellos antiguos ensayos e historias con los que debía comparar mi trabajo no eran magníficos por su arcaísmo ni por su lejanía, sino por decir precisamente lo que sus autores pretendían que dijeran. Mis profesores deseaban que yo escribiera con exactitud, siempre seleccionando las palabras más efectivas, y relacionando las palabras unas con otras sin ningún tipo de ambigüedad, rígidamente, como partes de una máquina. Los profesores no querían convertirme en un inglés, después de todo. Esperaban que acabara siendo inteligible, y por tanto entendido. Y ahí terminó mi sueño de hacer con palabras lo que Pablo Picasso hacía con pintura o lo que varios ídolos del jazz hacían con música. Si rompía todas las reglas de la puntuación, hacía como si las palabras significasen lo que a mí me daba la gana que significasen, y las unía de cualquier manera, simplemente nadie me comprendería. Y también tú harás mejor en olvidarte de escribir en plan Picasso o en plan jazzístico, si tienes algo que merezca la pena ser contado y deseas ser comprendido. Los lectores quieren que nuestras páginas se parezcan a otras páginas que ya han visto con anterioridad. ¿Por qué? Porque también ellos tienen un trabajo duro que hacer y necesitan toda la ayuda que podamos proporcionarles.

7. Compadécete de los lectores
Tienen que identificar miles de pequeños signos sobre el papel y encontrarles sentido de manera inmediata. Han de leer, un arte tan difícil que la mayoría de la gente ni siquiera lo domina de verdad incluso tras haberlo estudiado durante toda la primaria y el instituto, doce largos años. De modo que esta discusión debe finalmente reconocer que nuestras opciones estilísticas como escritores no son ni numerosas ni glamurosas, ya que nuestros lectores están destinados a ser artistas imperfectos. nuestro público requiere de nosotros que seamos profesores pacientes y comprensivos, siempre dispuestos a clarificar y a simplificar, mientras que nosotros preferiríamos volar alto por encima de la multitud, cantando como ruiseñores.
Esas son las malas noticias. Las buenas es que como norteamericanos estamos gobernados por una Constitución única que nos permite escribir lo que se nos antoje sin miedo al castigo. Así que el aspecto más decisivo de nuestros estilos, aquello sobre lo que elegimos escribir, es completamente ilimitado.

CreaciónLibros 4 comentarios

4 comentarios

  1. Muy interesante lectura. Clave para los que estamos arrancando, y se nos hace muy difícil coordinar las primeras ideas. Generar contenido es fundamental, aportar algo. Pero, evidentemente, el estilo cumple un rol fundamental.

    Diego

  2. De lujo. Mil gracias por la traducción!!!

    Saludos.

  3. Vonnegut es un hombre maravilloso y un escritor extraordinario, pero siempre me suena reduccionista y de una peligrosa ortodoxia cuando se pone didáctico. No creo que haya que hacer mucho caso a todo lo que dice aquí. Nunca literalmente, al menos.

    Gracias por la traducción, espopes.

  4. Completamente de acuerdo, rub. Es un problema habitual en este tipo de textos: buscando la generalidad y cierta metodología acaba uno por caer en reduccionismos fácilmente rebatibles. Y Vonnegut no es inmune a ello. En cualquier caso, me parece que su artículo sirve como punto de partida para la reflexión y en eso radica precisamente su interés, a pesar de que uno no acabe de comulgar con sus opiniones, cual es mi caso y también, por lo que veo, el tuyo. ¡Abrazos!

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