La escena del crimen
«La escena del crimen. Nuevas aproximaciones al género negro norteamericano» es el título del artículo con el que he colaborado en Supercómic, una antología de ensayos sobre historieta contemporánea coordinada por Santiago García y editada por Errata Naturae que hoy sale a la venta. El libro viene a sumarse a otros volúmenes de la misma editorial dedicados a explorar desde múltiples perspectivas fenómenos de la cultura popular como los videojuegos (Extra Life), las series de televisión (The Walking Dead, The Wire) o la crónica negra (Asesinato en América), y si os queréis hacer una buena idea de quiénes son sus autores y cuáles son sus contenidos, aquí podréis leer completa la introducción de Santiago, en la que además de presentar el contexto y los temas de la antología, repasa y comenta todos los artículos que la componen (en total once, más una historieta de Max con Mireia Pérez).
En lo que respecta a mi aportación en concreto, poco puedo añadir a su explícito título, al margen de que una de las recomendaciones que me hizo Santiago al encargármela fue que la escribiera pensando no tanto en un lector habitual de cómics como en un lector habitual de Es Pop; alguien interesado en la cultura popular en general y con un aprecio particular por el género negro en concreto que pudiera tener cierto interés por dar el salto y añadir unos cuantos tebeos a su dieta habitual de ficción criminal. Con ese objetivo en mente y como guiño al estupendo tebeo homónimo de Ed Brubaker, Michael Lark y Sean Philips que me sirvió de pistoletazo de salida y punto de partida para desarrollar todo el artículo, surge este «La escena del crimen», cuyos párrafos introductorios reproduzco a continuación:
Impulsado por el boom de los escritores escandinavos y reforzado por el arrollador éxito de populares series de televisión marcadas de una u otra manera por el elemento criminal, aunque sea desde perspectivas tan distintas como en Los Soprano, The Wire o Breaking Bad, el género negro parece estar viviendo un extraordinario resurgir comercial que no podía dejar de tener su eco en el mercado de la historieta. No es un fenómeno nuevo. Aunque raras veces haya asumido la preponderancia de otros géneros como la ciencia-ficción y particularmente los superhéroes, la narrativa criminal cuenta no obstante con una rica tradición en el cómic norteamericano, al menos desde el punto de vista cualitativo, con momentos particularmente álgidos como la era dorada de las tiras diarias (con aportaciones tan notables como el Dick Tracy de Chester Gould o Agente secreto X-9 de Alex Raymond y Dashiell Hammet) o durante los años cuarenta y cincuenta (su momento de mayor éxito comercial, cuando cabeceras como Crime Does Not Pay alcanzaban ventas superiores al millón de ejemplares mensuales a la vez que anticipaban el fenómeno de la ficción basada en crímenes reales que posteriormente popularizaría Dragnet en la televisión y dignificaría A sangre fría en la literatura). Ya en los noventa, autores surgidos tanto de la gran industria (Frank Miller con su Sin City) como de la más rabiosa independencia (David Lapham y su autoeditado Balas perdidas) anticiparon el regreso a la palestra del noir con mayúsculas, más allá de la parodia, los vulgarismos y los lugares comunes (el sombrero y la gabardina) que tan a menudo suelen suplir la ausencia de ideas o de un enfoque verdaderamente personal, particularmente en géneros con unos rasgos estilísticos tan marcadamente reconocibles a partir de cuatro clichés como el policiaco. Afortunadamente, lo que hace tan sólo una década podía considerarse poco menos que una presencia prácticamente anómala, parece estar afianzándose poco a poco como una nueva vía, todavía pequeña pero jugosa, para los amantes del noir. El presente texto no pretende ser ni mucho menos una guía exhaustiva del nuevo cómic de género negro, sino simplemente una serie de reflexiones acerca de algunas aproximaciones recientes al mismo, con la intención de contextualizarlas mínimamente en el actual panorama literario y audiovisual, no porque la historieta como medio carezca de sobrada entidad por sí misma, sino pensando únicamente en que, quizá, esta vía pueda resultar más transitable o familiar para aquellos aficionados al género negro en general que anden buscando una puerta de entrada al mundo de la viñeta.
Continúa en Supercómic.